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Rogando por el destino del alma. Las capellanías en la España moderna (I)

Si tuviéramos que hacer un listado de las principales preocupaciones de la sociedad de nuestros días, es muy poco probable que entre ellas encontrásemos la inquietud por el destino del alma. Pero, como siempre ocurre cuando miramos al pasado, esto no siempre fue así.

EL PURGATORIO: HISTORIA DE UNA CREENCIA

En el mundo anterior a nuestra realidad contemporánea, concretamente hasta el siglo XIX en Occidente, las condiciones de vida de la población fueron realmente duras. La vida era corta y precisamente por eso el discurso sobre la trascendencia y el destino del alma tenía un protagonismo indiscutible. La inquietud por lo que pudiera suceder tras la muerte era una preocupación real ya que la experiencia cotidiana de pandemias, enfermedades y hambrunas acercaban al ser humano a la evidencia del final de la vida.

Para dar respuesta a estos interrogantes, el cristianismo desarrolló un discurso que se extendió en forma de prédicas y sermones para hacerlo accesible a todo el mundo, y que contemplaba un panorama muy particular. Según la creencia del momento, cuando la persona moría su alma comenzaba un viaje que podía conducirle a dos lugares: El Cielo, donde accedería a la salvación, y el Infierno, donde se condenaría eternamente. No obstante, a lo largo de la Edad Media fue surgiendo la idea de que no todas las almas se salvaban o condenaban automáticamente, sino que existía un lugar intermedio al que iban la mayoría de ellas, y que tenía como objetivo expiar los pecados que se hubieran podido cometer en vida para llegar finalmente a salvarse. Este lugar fue el Purgatorio. Se trata de una creencia con una indiscutible importancia, eso sí, en el mundo católico.

El Concilio de Trento (1545-1563) consolidó la doctrina del Purgatorio como una de las grandes señas de identidad del mundo católico frente al protestante. Fuente

La creencia se fue asentando en las mentes de los feligreses con el paso de los siglos, hasta convertirse en uno de los pilares de la visión del Más Allá del momento. En los primeros momentos el Purgatorio no era mucho más que un lugar a medio camino entre el Cielo y el Infierno, pero con el tiempo la idea que se tenía de este etéreo medio fue cambiando. Tal y como estudió Jacques Le Goff, este sitio intermedio se fue asemejando cada vez más al Infierno, hasta el punto de que las almas que allí moraban eran atormentadas por el fuego del Purgatorio. Esta visión permaneció en la mente de la feligresía gracias a las llamadas «pinturas de ánimas», muy comunes en el mundo hispano de los siglos modernos.

Pintura de ánimas de la parroquia de Santiago Apóstol en Santiago de la Espada (Jaén). Se pueden observar a los ángeles llevando algunas ánimas en compañía de la Virgen. Fuente

Pero claro, ¿cómo podía una persona quedar de brazos cruzados sabiendo que el alma de sus semejantes podía estar siendo atormentada en este misterioso lugar?, ¿se podía hacer algo por estos desdichados entes? Lo cierto es que sí. Junto con la idea de que las almas padecían indescriptibles penas como consecuencia del fuego purgatorio, se consolidó la creencia en que las misas eran una excelente ayuda para mitigar sus tormentos. Incluso se llegó a creer que las oraciones acabarían por librar a las almas de sus desdichas y enviarlas definitivamente al Cielo. Tal era la efectividad de las misas, también llamadas sufragios, que incluso existía la creencia de que las almas se aparecían a los vivos para pedirles que no se olvidaran de ellas y que encargaran celebraciones en su honor.

CONCLUSIONES

En esta primera parte de nuestro recorrido por el mundo de las creencias hemos explorado la importancia de las ánimas en la mentalidad del momento. Se consideraba que estas, atormentadas, pedían ayuda a los vivos para que las socorrieran con misas y peticiones. Había que asegurar que las celebraciones fueran regulares y numerosas con el objetivo de ayudar a cuantas desdichadas ánimas fuera posible, sacándolas del Purgatorio. Para ello se ideó un sistema que garantizara la celebración regular de misas: las capellanías. En el siguiente artículo veremos qué fueron y cómo funcionaron estas peculiares instituciones.

Bibliografía

Ariès, P. (1983). El hombre ante la muerte. Madrid: Taurus

Caro Baroja, J. (1978). Las formas complejas de la vida religiosa. Madrid: Akal.

Le Goff, J. (1981). El nacimiento del Purgatorio. Madrid: Taurus.

Von Wobeser, G. (2011). Cielo, Infierno y Purgatorio durante el Virreinato de la Nueva España. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

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