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Alicia de Battenberg, monja ortodoxa y abuela del rey Carlos III

Victoria Alicia Isabel Julia María, conocida como la princesa Alicia de Battenberg, nació en el Castillo de Windsor, el 25 de febrero de 1885. Fue bisnieta de la reina Victoria de Reino Unido, debido a que su madre, la princesa Victoria de Hesse, era la hija mayor de la gran duquesa Alicia de Hesse y nieta de la reina Victoria. El padre de Alicia fue el príncipe Luis de Battenberg, que se convirtió en marqués de Milford Haven al renunciar a su título alemán durante la Primera Guerra Mundial. Alicia tuvo tres hermanos: Luisa, futura reina de Suecia; Jorge, capitán de la Marina Real y segundo marqués de Milford Haven, y Luis, primer conde Mountbatten de Birmania, apodado como Dickie por su familia (Vickers, 2002, pp.2-18). Desde su niñez, Alicia tuvo problemas en el habla y pronto fue diagnosticada con sordera congénita (Vickers, 2002, pp. 25-26). 

Figura 1. Princesa Alicia de Grecia y Dinamarca. Fuente.

Con ayuda de su madre fue aprendiendo a leer los labios, y gracias a su fuerza de voluntad llegó a conseguir hablar  inglés, alemán, francés y griego. Este último idioma lo aprendería tras comprometerse con el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca. El matrimonio se celebró en 1903, en Darmstadt, solo un año después de que ambos se conocieran durante la coronación del rey Eduardo VII. Este casamiento consiguió unir a las casas reales de Reino Unido, Alemania, Dinamarca, Rusia y Grecia, y Alicia pasó a convertirse en la princesa Andrés, adoptando el nombre de su marido. Tuvieron cinco hijos, de los cuales el más pequeño resultaría ser el futuro marido de Isabel II, Felipe de Edimburgo. Tras su matrimonio la princesa se involucró en causas de beneficencia, mientras su esposo continuaba su carrera militar. Tras su visita a Rusia, en 1908, para asistir a una boda real, conversó con su tía, la gran duquesa Isabel Feodorovna, sobre la posibilidad de fundar una orden religiosa de enfermeras (Vickers, 2002, pp. 55-84). La gran duquesa se convirtió en monja tras el asesinato de su marido, vendiendo todas sus posesiones e invirtiendo ese dinero en la apertura de un convento para ayudar a los más necesitados. Sin embargo, en 1918 sería asesinada junto a otros miembros de su familia a manos de los bolcheviques (Nelipa, 2010, pp. 269-270). Así, esta idea de su tía inspiró a Alicia para vivir una vida de mayor religiosidad. 

En 1922 tras largos y tumultuosos años de guerras y golpes de estado, la familia de la princesa Alicia y el príncipe Andrés de Grecia se exilió, siendo evacuados por la familia real británica, después de oír las llamadas de auxilio de la princesa Alicia, quien temía que asesinaran a su marido. Toda la familia se trasladó a Francia, pero el matrimonio fue separándose debido a la frustración del príncipe Andrés por verse apartado de su carrera militar y ser acusado de traición. No obstante, a pesar de ser una familia exiliada y vivir de la caridad de sus familiares, la princesa siguió ayudando a refugiados griegos. Sin embargo, su salud mental poco a poco empeoraría. En 1928 se convirtió a la religión ortodoxa y en 1930 fue diagnosticada con esquizofrenia paranoide por diversos expertos, tras revelar que recibía mensajes divinos, tenía poderes curativos y se comunicaba con Jesucristo, además de sufrir depresión (López Jimeno, 2021, pp. 39-40). Su familia decidió  internarla en un sanatorio para que su caso fuera tratado. Fue ingresada contra su voluntad en la clínica alemana Kurhaus Schloss Tegel. Su director, Ernst Simmel, consultó el caso de la princesa al neurólogo Sigmund Freud, que recomendó que los ovarios de la paciente fueran sometidos a exposición de rayos X de alta intensidad para acelerar su menopausia y así matar su libido, puesto que creyeron que sus delirios religiosos eran resultado de su frustración sexual (Nobus, 2020, pp. 1-2). A pesar de oponer resistencia e intentar escapar, permaneció allí durante dos años. Sin embargo, años más tarde sería otra vez internada, debido a que su familia tenía miedo de su incorporación a la vida social. Su madre la engañó asegurándole un reencuentro con su hijo Felipe, y la ingresó a la fuerza en el sanatorio suizo Bellevue en Kreuzlingen, donde estaría más de dos años. 

Figura 2. a) La princesa Alicia con sus cuatro hijas. Fuente. b) La princesa Alicia con su hijo, Felipe. Fuente.

Cuando por fin salió, sus cuatro hijas se habían casado con príncipes alemanes cercanos al nazismo, su hijo había sido enviado a estudiar a Reino Unido bajo la tutela de su hermano Dickie, y su marido se había ido a vivir a Montecarlo con su amante. En 1939 tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes ocuparon toda Grecia y la princesa Alicia decidió ayudar, acogiendo a niños huérfanos, formando enfermeras, organizando comedores sociales (López Jimeno, 2021, p. 45) e incluso ocultando a una familia judía en su casa de Atenas. Por este motivo, décadas después de su fallecimiento, sería nombrada en Jerusalén por el Yad Vashem (Memorial del Holocausto) como «Justa entre las Naciones» (Kelley, 1997, p. 100). Durante la guerra se saltaba el toque de queda, saliendo a repartir alimentos. Una vez le advirtieron de que podía alcanzar una bala perdida ella respondió: «me han dicho que no escuchas el tiro que te mata y de todos modos soy sorda. Entonces, ¿por qué preocuparse por eso?» ( Vickers, 2002, p. 311). 

Durante su vida la princesa Alicia solo asistió a la boda de uno de sus hijos, a la de Felipe, con la futura Isabel II del Reino Unido, en 1947. La madre de la novia consideró a la princesa Alicia como: «agradable pero rara…muy rara, la verdad», excéntrica y excesivamente religiosa (Kelley, 1997, p. 100). Tras la unión matrimonial de su hijo con los Windsor, Alicia siguió teniendo contacto con ellos, asistiendo a eventos y vacaciones familiares (López Jimeno, 2021, pp. 40-42). En 1949 fundó, en una propiedad a las afueras de Atenas, una orden monástica ortodoxa llamada la Hermandad Cristiana de Marta y María, que trataba de ayudar a huérfanos y ancianos. Su madre, la marquesa de Milford Haven, la minusvaloraba, y afirmaba: «¿Qué se puede decir de una monja que fuma y juega a la canasta?» (Rey y Cabieses, 2015, p. 2). Décadas más tarde, en 1967, el golpe de estado de los coroneles en Grecia hace que Alicia tenga que volver a Gran Bretaña, por deseo de su hijo Felipe, debido al potencial peligro en el que se encontraba. Se instaló en el Palacio de Buckingham, pero antes de irse de Grecia donó su mansión a la Cruz Roja Griega para convertirla en residencia de ancianos, la cual sigue en pie a día de hoy (López Jimeno, 2021, pp. 40-42). Finalmente, en 1969, la princesa Alicia fallecería a los 84 años de edad en Buckingham. No tenían ninguna posesión material, puesto que regaló todo lo que poseía. Su última voluntad fue que sus restos descansaran en el Convento de Santa María Magdalena, en el Monte de los Olivos (Jerusalén), cerca del sepulcro de su tía, la gran duquesa Isabel Feodorovna. Ante tal deseo, su hija Sofía sugirió que ese lugar estaría muy lejos para visitar su tumba, a lo que Alicia respondió: «¡Tonterías, hay un servicio de autobús perfectamente bueno!». En 1988 sus restos fueron finalmente trasladados a la cripta que se halla debajo de la iglesia de Santa María Magdalena (Vickers, 2002, p. 396).

En conclusión, la princesa Alicia personificó la ruptura de unos cánones impuestos a las mujeres de sangre real. A pesar de haber sido minusvalorada por sus problemas de salud y una compleja situación familiar, llevó una vida al servicio de los más necesitados. Es por ello que su legado no consiste en sus títulos, o en ser la abuela del actual rey del Reino Unido, sino en sus buenas acciones y la defensa de sus ideas religiosas.

Figura 3. La tumba de la princesa Alicia de Grecia y Dinamarca, en la capilla de la Iglesia de María Magdalena, Jerusalén. Fuente.

Bibliografía

Kelley, K. (1997). Los Windsor Radiografía de la familia real británica. Plaza & Janés.

Vickers, H. (2002). Alice: Princess Andrew of Greece. St. Martin’s Griffin.

Nelipa, M.. (2010). Murder of Grigorii Rasputin: A Conspiracy that Brought Down the Russian Empire. Gilbert’s Books.

Nobus, D. (2020). The Madness of Princess Alice: Sigmund Freud, Ernst Simmel and Alice of Battenberg at Kurhaus Schloß Tegel. Universidad Brunel.

López Jimeno, M. A. (2021). Alicia de Battenberg , The Crown (Netflix) y la historia contemporánea de Grecia. Metakinema Revista de Cine e Historia,  25.

Rey y Cabieses, A. M. (16 de julio de 2015). Alicia de Battenberg , la suegra monja de Isabel II. Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. http://www.ramhg.es/images/stories/pdf/casas-reales-y-soberanas-articulos/alicia%20de%20battenberg.pdf

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