ArqueoTimes.es

La flota ateniense como vehículo a la democracia

La antigua Grecia es conocida por ser la cuna de la dēmokratía; del poder del pueblo, iniciado por Pericles en el siglo V a.C. Sin embargo, la realidad y los pilares de las democracias se encuentran en momentos anteriores, en reformas y tiempos de guerra. 

Antecedentes

Clístenes, descendiente de la familia de los Alcmeónidas, libertadores del tirano Hipias de Atenas, fue el responsable del comienzo de la creación de las bases sobre la que se asentó la democracia en Atenas. Su movimiento decisivo fue la reforma de las tribus de Atenas, pues abolió el antiguo sistema de cuatro tribus implantando diez en su lugar, rompiendo las relaciones de la población rural con la nobleza local (Barceló, 2014, p. 94) y reconstruyendo el sistema representativo con el Consejo de los Quinientos, con cincuenta representantes de cada tribu.

El nacimiento de la flota de Temístocles

Si la reforma de Clístenes era la base para la gestación de la democracia, la reforma naval de Temístocles, uno de los diez estrategas de la Primera Guerra Médica, fue el impulso que necesitaba para su nacimiento: la creación de la flota más grande de las polis griegas hasta aquel entonces (Barceló, 2014, p. 94). Para el año 480 a.C (periodo de entreguerras), Atenas contaba con una flota de 180 naves, gracias a la persuasión de Temístocles en la Asamblea. Durante el transcurso de este periodo, los persas se prepararon para una nueva invasión del suelo griego, esta vez encabezada por Jerjes (Durán, 2016, p. 46).

Durante la Segunda Guerra Médica y tras el fracaso de la resistencia proporcionada por Leónidas en el paso de las Termópilas y la derrota de los atenienses en el Cabo Artemisio, parecía que la Ática había acabado abandonada a su suerte y que la única solución viable era huir y dejar todo atrás (Jiménez, 1992, p. 67), describe Heródoto. Sin embargo, los atenienses se replegaron hasta Salamina (aunque Heródoto describe aquí que dicha acción es inspirada por los dioses), lugar en el que, tras una treta (Durán, 2016, p. 46), se proclamaron vencedores, provocando que otras ciudades griegas quisieran acogerse a la protección de la flota de Atenas en la Liga de Delos, fundada un año antes del fin de la guerra. 

La ingente cantidad de naves, la cual siguió creciendo hasta el comienzo de la Guerra del Peloponeso con unas 300 naves (Barceló, 2014, p. 94), no sólo generó protección a los aliados, intervenciones y aprovisionamiento de recursos asegurando las vías marítimas, sino que también abrió la senda a la participación de una gran cantidad de personas en la vida política, pues el único requisito era participar o haber participado en la vida militar de la polis (Barceló, 2014, p. 95). 

La demanda de soldados

La demanda de soldados había aumentado, como es lógico, por los tiempos de guerra y por el crecimiento de la flota. La creación de la falange de hoplitas fue una opción para aquellos pequeños y medianos propietarios que querían participar en la política a través de la infantería pesada, pues los más pudientes formaban parte de la caballería. Aquellos ciudadanos más pobres sólo podían permitirse integrarse en la flota como remeros, pues cada barco necesitaba de unos 200 tripulantes (Heródoto VII, 184). Con ello, un amplio espectro de la sociedad ateniense (obviando a las mujeres, infantes, extranjeros, esclavos y libertos, que no participaban en la vida militar y por tanto tampoco lo hacían en la política), entraron en la esfera de la democracia (Barceló, 2014, p. 95). 

A partir de aquí, hemos de entender que cualquier ataque directo a Atenas o en defecto a sus aliados (quienes eran los que costeaban los gastos de la flota), no era solo un ataque a su integridad, a su talasocracia, sino que también lo era a la democracia (Durán, 2016, p. 47). 

Pericles, de la misma estirpe que Clístenes, comienza a hacer sus reformas que van consolidando poco a poco la democracia, entre las que encontramos el principio de igualdad entre los ciudadanos (Barceló, 2014, p. 95) y el gobierno de la mayoría para los intereses de la mayoría (Andújar, 2000, p. 48), todo plasmado en un sistema organizado por cargos públicos que fueron ocupados siguiendo el principio de la meritocracia (Andújar, 2000, p. 51). 

La creciente hegemonía de Atenas se empujaba a sí misma por el camino de las superpotencias por su política exterior expansiva (Barceló, 2014, p. 106); era una democracia que se alimentaba constantemente de sus aliados y que dejaba atrás a sus competidores: los espartanos, lo que provocó la Guerra del Peloponeso y con ello, aún quedando Esparta como vencedora, el agotamiento de ambas polis y la muerte de Pericles en el transcurso de la guerra. 

Figura 1. Discurso fúnebre de Pericles, por Philipp von Foltz (1852) Fuente

Conclusión

De acuerdo con la creencia mayoritaria, la democracia es obra de Pericles (quien implementó medidas fundamentales). Sin embargo, como hemos visto, siempre hay más factores de los que se tienen en cuenta normalmente. En este caso, fue la flota lo que propició que más hombres puedan entrar en la vida militar y por ende en la vida política. Si bien es cierto que la flota no fue creada con esta finalidad, como expresa el título, fue un vehículo que permitió desplazarse por aquellos cimientos que habían sido construidos anteriormente y que se fueron refinando con las medidas de Pericles de Atenas. 

Bibliografía

Andújar, A. H. (2000). Pericles y el ideal de la democracia ateniense. Res publica, 5, pp. 45-72

Barceló, P. (2014). Breve historia de Grecia y Roma (2ª ed.). Alianza Editorial.

Durán, F. J. R. (2016). Auge y caída de la Grecia clásica. Tlatemoani: revista académica de investigación, 7 (23), pp. 34-58.

Heródoto. (2021). Heródoto. Historia VI-VII (1ª ed.). Gredos.

Jiménez, A. P. (1992). Religión y política en Grecia: Temístocles y el oráculo de Delfos. Minerva: Revista de filología clásica, 6, pp. 61-82.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *