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El ritual de la «triple muerte» o «threefold death»

En un artículo anterior (Martínez Blanco, 2021) nos adentrábamos en el mundo de las momias descubiertas en pantanos y turberas europeas. En esta nueva entrega nos adentraremos en el por qué de sus muertes.

La respuesta a esta pregunta la encontramos en el ritual de la «triple muerte» o «threefold death».

  1.  El ritual de la «triple muerte» o «threefold death»

Los resultados antropológicos y paleopatológicos (Krenzer, 2006) (Ubelaker, 1999) de estas momias de los pantanos y turberas nos llevan a pensar que probablemente se tratase de criminales ajusticiados con métodos acordes a los crímenes cometidos. Sin embargo, hay dos datos que no concuerdan con esta teoría: sus uñas y su estómago. Si observamos las uñas de, por ejemplo, el hombre de Grauballe (fig. 14), veremos que son unas manos muy cuidadas, que no muestran signos de haber realizado duros trabajos manuales (Velasco, 2005). Esto nos lleva a pensar que podría tratarse de una persona de clase alta, exenta de labores manuales (incluso se conservan restos de laca de uñas en algunas de estas momias) (fig. 15).

Figura 14. Detalle de la mano del Hombre de Grauballe. Foto: Malene Thyssen
Figura 15. Detalle de las uñas del Hombre de Cashel (2141-1960 cal BP), hallado en Irlanda. Figura de la BBC.

En cuanto al estudio del contenido estomacal, tanto los hombres de Tollund y Grauballe como el de Borremose (840 cal BC) (Jeremiah, 2014: 20s.) consumieron diferentes tipos de trigo, centeno y avena chamuscados, plantas que podían ser conservadas de una cosecha a otra (Renfrew and Bahn, 2007: 276s.).  En algunos cuerpos también se observaron semillas silvestres y, en alguna rara ocasión, restos de carne. No son alimentos que se vinculen a una dieta anual, por lo que se ha pensado que pudieron haber sido sacrificados ritualmente, siendo ésta su última cena, y por tanto, tuviese un carácter especial (Velasco, 2005). En algunos casos se ha determinado su muerte cerca del solsticio de invierno, por lo que podría tratarse de un sacrificio propiciatorio para asegurar la fertilidad de los campos (Grilletto, 1989: 106). Esta teoría se ve apoyada por los restos de una torta hecha a base de varios cereales y frutos de muérdago, una planta sagrada para los celtas (Palao Pons, 2001: 185) según nos relata Plinio en su Historia Natural, y que confirmaría su sacrificio ritual de tradición céltica:

No hay que pasar por alto tampoco, en este asunto, la admiración de las Galias por el muérdago. Los druidas –así llaman a sus magos− no consideran nada más sagrado que el muérdago y el árbol en que crece, con tal que sea un roble. […] Un sacerdote, engalanado con una vestidura blanca, sube al árbol y con una hoz dorada corta el muérdago, que se recoge en un sayo blanco. […]. Creen que el muérdago, tomado en poción, otorga fecundidad a cualquier animal estéril, y que sirve de remedio contra todos los venenos.

Plin. Nat. XVI, 95
Trad. Francisco Manzanero Cano, I. Garcia Arribas y María Luisa Arribas Hernáez

También se han encontrado hongos del cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea), una planta alucinógena. Esto, unido a la posición en que se encontró al hombre de Tollund, nos lleva a pensar que se trató de un sacrificio voluntario, pues fue narcotizado antes de morir. Estos sacrificios se han atribuido a los ritos de la diosa Nertho, la Madre Tierra, relatados por Tácito en su Germania.

Nada notable hay en cada uno de éstos, excepto que rinden culto común a Nertho, es decir, a la Madre Tierra, y piensan que interviene en los asuntos humanos y que se traslada de pueblo en pueblo. En una isla del Océano hay un bosque santo y en él un carro consagrado cubierto con un velo. Sólo se permite tocarlo a un sacerdote. Éste siente la presencia de la diosa en el santuario y, con gran veneración, acompaña a aquélla, que va conducida por un tiro de vacas. Los días son alegres entonces, y festivos los lugares a los que se digna a acudir y alojarse. No se emprenden guerras, no toman las armas, que permanecen todas clausuradas. Sólo entonces se conoce la paz y el sosiego, y se les aprecia, hasta que el mismo sacerdote devuelve al templo a la diosa, saciada ya de su contacto con los mortales. Instantes después se lavan en un lago retirado el vehículo, el velo y, si se quiere creer, la misma divinidad. Cooperan unos esclavos, a los que engulle inmediatamente el mismo lago. De aquí el antiguo terror y la santa ignorancia respecto de aquello que sólo ven los que al punto han de morir.

Tac. Ger. 40, 5
Trad. José María Requejo Prieto

Estaríamos ante un ritual para asegurar buenas cosechas y la fecundidad de los rebaños. Una fiesta en honor a la diosa Nertho en la que estas tribus norteñas se despojarían de sus armas y se reunirían para observar al sacerdote encargado de transportar a la diosa en su carro desde el santuario. Tras jornadas de celebración, y ya cansada de su contacto con los mortales, la diosa decide emprender el camino de regreso a su santuario. Pero antes realizan la limpieza ritual en el lago, donde a continuación el sacerdote sacrifica a los esclavos allí congregados. Sin embargo, Tácito no entra a relatar cómo se producían dichos sacrificios. Debemos tener en cuenta que Tácito nos habla de un personaje ajeno a la sociedad de la que habla, y por lo tanto, su información está sesgada (Olmos, 1992: 13s.)

El ritual que encajaría con estas momias de los pantanos no es el descrito por Tácito, sino el rito de la «triple muerte» o «threefold death» (Haywood, 2016) (Almagro-Gorbea, 2012: 7–39). El primero en hablar de este ritual fue Lucano en su Farsalia  el que en el siglo I d. C.:

«[…] los que aplacáis con víctimas terribles al cruel Teutates y a Eso, pavoroso en sus salvajes altares, y a Táranis, cuya ara no es menos atroz que la de Diana escítica».

Luc. I, 444-447
Trad. Antonio Holgado Redondo

Hace referencia a una serie de sacrificios sangrientos llevados a cabo en honor a estas tres divinidades (Teutates, Esus y Taranis) con el fin de que les fuesen favorables.

Tres siglos más tarde, la «triple muerte» sería mucho más explícitamente comentada por los escoliastas de Berna en sus Commenta Bernensia o escolios de Berna (César, 1986) (Caes. Gal. VI, 16), hablándonos de un ritual de origen indoeuropeo consistente en ahogar a la víctima, colgarla y quemarla. En dicho texto se concreta a qué dioses iban dedicados estos sacrificios y el tipo de sacrificio para cada dios. Tres eran los dioses honrados y tres eran los rituales llevados a cabo: para Teutates, dios de la unidad tribal, se ahogaba a un hombre sumergiéndolo en una tinaja; para Esus, divinidad de la naturaleza, se colgaba a la víctima de un árbol y se la desangraba; y para Taranis, dios del trueno, la luz y el cielo, la víctima era quemada viva, encerrada en una estructura con forma de maniquí (Ward, 1970: 134s.).

Toda la nación de los galos es supersticiosa en extremo; y por esta causa los que padecen enfermedades graves, y se hallan en batallas y peligros, o sacrifican hombres, o hacen voto de sacrificarlos, para cuyos sacrificios se valen del ministerio de los druidas, persuadidos de que no se puede aplacar la ira de los dioses inmortales en orden a la conservación de la vida de un hombre si no se hace ofrenda de la vida de otro; y por pública ley tienen ordenados sacrificios de esta misma especie. Otros forman de mimbres entretejidos ídolos colosales, cuyos huecos llenan de hombres vivos, y pegando fuego a los mimbres, rodeados ellos de las llamas rinden el alma. En su estimación los sacrificios de ladrones, salteadores y otros delincuentes son los más gratos a los dioses, si bien a falta de ésos no reparan en sacrificar los inocentes.

Caes. Gal. VI, 16
Trad. José Goya y Muniain y Manuel Balbuena

La «triple muerte» se considera un ritual característico del mundo celta, pero también lo encontramos documentado, tanto literaria como arqueológicamente, en pueblos germanos del norte de Europa, eslavos, griegos, anatolios y persas (aunque en ocasiones con variantes) (Almagro-Gorbea, 2012: 7–39) (Evans, 1979). Fue practicado desde la Edad del Hierro hasta la Edad Media, y durante este tiempo dejó huella en el imaginario popular y en narraciones como la Crónica de Enrique de Livonia, la Crónica de Néstor, De Bello Gothico de Procopio, la leyenda de Santa Marina de Aguas Santas, Agamenón de Esquilo o el Libro del buen amor del Arcipreste de Hita.

En la tradición eslava nos encontramos con varios ejemplos de «triple muerte» (Fisher, 1970: 157s). En la Crónica de Enrique de Livonia se plantea el asesinato del Obispo Berthold quemándolo en su iglesia, matándolo con un arma o ahogándolo. La Crónica de Néstor narra la venganza de Olga sobre los drevlianos por el asesinato de su esposo Igor. Nos dice que al primer contingente de drevlianos los enterró vivos; al segundo los invitó a una casa de baños, los encerró y los prendió fuego; al tercer contingente los pasó a espada durante el banquete (Evans, 1979: 157).

En la tradición germánica encontramos ejemplo de «triple muerte» en el Hávamál, «Dichos de Hár» o «Discurso del Altísimo», donde Odín habla de su propio sacrificio (Ward, 1970: 124) (Evans, 1979: 157) colgándose de un árbol, probablemente el Yggdrasil o «Árbol de la Vida» cósmico, mientras su lanza le atravesaba, durante nueve días y nueve noches para, posteriormente, sumergirse en hidromiel. Sufre así una triple muerte para renacer con la sabiduría del poeta, los secretos mágicos de la adivinación y la escritura rúnica (Almagro-Gorbea, 2013: 391).

En todas estas narraciones encontramos dos puntos en común:

  1. Siempre hay un vaticinio de muerte que nunca es creído.
  2. Se entrevé la creencia indoeuropea de que la fatalidad del Destino es inevitable.

A continuación, exponemos los fragmentos de Agamenón y del Libro del buen amor donde se detallan el vaticinio y el ritual:

1125   CASANDRA. ¡Ah, ah! ¡Mira, mira! Aparta al toro de la

vaca. Cogiéndolo entre sus ropas con el artificio de sus negros

cuernos lo golpea y cae en baño rebosante de

agua. Te estoy refiriendo el caso de un asesino bajo traicionero.

1140   CORIFEO. Eres una demente, una posesa, y por ti misma

gritas un desentonado canto, cual el rubio ruiseñor, insa-

ciable de canto, ¡ay!, con mente que mueve a compasión

gorjea «Itis, Itis» lamentando una vida floreciente en desgracias.

CLITEMENESTRA. No voy a avergonzarme de decir cosas

opuestas a las muchas dichas antes de acuerdo con las

circunstancias. Pues ¿cómo alguien, que prepara ac-

1375 ciones enemigas contra enemigos, que parecen ser

amigos, podría tender redes de perdición a una altu-

ra superior al salto? Este certamen, no olvidado †des-

de antiguo, de añeja victoria† ha llegado, si bien al-

cabo del tiempo.

Estoy de pie, donde he herido, sobre los hechos consu-

1380 mados. Así obré y ello no voy a negarlo, de forma que ni

huyera ni evitara la muerte. Alrededor le echo una red

sin salida, como de peces, la pérfida riqueza de un ves-

tido. Le hiero dos veces y con dos gemidos aflojó sus

miembros. Y, ya caído, le asesto un tercero, gracia debi-

da a Zeus Subterráneo, salvador de cadáveres. Así deja

salir su vida †cayendo†, y, al exhalar degüello violento

1390 de sangre, me alcanza con llovizna oscura de rocío san-

griento, mientas me alegraba no menos que la mies

con la lluvia otorgada por Zeus en los dolores de parto

de la vaina. Y si fuera posible, como para verter, entre

las cosas convenientes, libaciones sobre un cadáver,

ello sería de justicia, más que de justicia. Éste, tras ha-

1395 ber llenado en su casa tamaña crátera de maldades exe-

crables, él mismo, a su vuelta, se la ha apurado. Así es-

tán las cosas, ancianos de Argos aquí presentes. Ale-

graos, si es que vais a alegraros, yo me glorío.

Aesch. Ag.

Trad. Enrique Ángel Ramos Jurado (Fig. 16)

Figura 16. Clitemenestra y Egisto a punto de matar a Agamenón, de Pierre Narcisse Guérin. Foto: RMN-Grand Palais (Musée du Louvre) / René-Gabriel Ojéda.

En su Agamenón, Esquilo nos narra cómo Casandra vaticina la muerte de Agamenón y, por boca de Clitemnestra, como ésta asesina a su esposo Agamenón a su regreso de la guerra de Troya, y lo hace mientras éste se da un baño, apuñalándole con un cuchillo y enredado en un manto. Agua, arma y ahogamiento, las tres muertes.

123     Los astrólogos sientan, en el razonamiento

sobre la Astrología, este conocimiento:

todo hombre que nace, desde su nacimiento,

bajo un signo respira, hasta el último aliento.

129     Érase un rey de moros, Alcaraz nombre había;

nacióle un hijo bello, único que tenía;

mandó venir los sabios, preguntarles quería

el signo y el planeta del hijo que nacía.

130           Entre los estrelleros que vinieron a ver,

cinco de ellos había de cumplido saber:

al conocer el día en que hubo de nacer,

un maestro sentencia: −«Apedreado ha de ser».

131           Juzgó el segundo y dijo: −«Éste ha de ser quemado».

Dijo el tercero: −«El niño ha de ser despeñado».

Dijo el cuarto: −«El infante habrá de ser colgado».

Dijo el quinto: −«En el agua perecerá ahogado».

132           Al ver el rey que había juicios no acordados

mandó que los maestros fuesen encarcelados,

los hizo meter presos en sitios apartados:

estimó sus juicios como engaños probados.

133           Una vez ya el infante a buena edad llegado,

a su padre pidió que le fuese otorgado

de ir a correr monte, cazar algún venado,

el rey le respondió aprobando de grado.

134           Tuvieron día claro al salir a cazar;

ya llegados al monte se empezó a levantar

repentino nublado: comenzó a granizar;

pasado poco tiempo ya era apedrear.

135           Acordándose el ayo de aquello que juzgaron

los sabios estrelleros que el hado examinaron:

−«Señor −dijo−, guardaos, por si los que estudiaron

vuestro signo dijeron la verdad y acertaron».

136           Pensaron en seguida dónde se guarecer,

mas, como en todo caso tiene que suceder

que lo que Dios ordena como tiene que ser,

siguiendo normal curso, no se puede torcer,

137           en medio del pedrisco el infante aguijó;

cuando pasaba un puente, un gran rayo cayó,

horadándose el puente, allí se despeñó;

en un árbol del río de sus ropas colgó.

138           Estando así colgado donde todos lo vieron

que se ahogase en el agua evitar no pudieron;

las cinco predicciones todas bien se cumplieron

y los sabios astrólogos verdaderos salieron.

139           Tan pronto como el rey conoció este pesar

mandó a los estrelleros de la prisión soltar,

hízoles mucho bien y mandóles usar

la ciencia de los astros, de que no hay que dudar.

Arcipreste de Hita, Libro de buen amor

Vemos aquí cómo se cumple el patrón de que el vaticinio de muerte no es creído y, en este caso estaríamos ante una evolución del ritual de la «triple muerte», pues el infante sufre una quíntuple muerte: apedreado por granizo, quemado por un rayo, despeñado al romperse el puente, colgado del árbol y ahogado en el río.

Dentro de los sacrificios realizados con la «triple muerte» encontramos alguna variante, pues la víctima debía morir ahogada o envenenada, colgada de un árbol o estrangulada y degollada, herida por arma cortante o quemada por fuego. Así, el rito ha sido interpretado de dos formas (Evans, 1979: 152s.):

  1. Tres muertes sucesivas, cada una con un ritual diferente. Ejemplo sería el contado en la Crónica de Néstor.
  2. Una sola muerte, con tres métodos distintos. Aquí se inscribirían las muertes descritas de Odín y Agamenón.

Este rito fue relacionado con la ideología tripartita indoeuropea por el historiador francés Dumézil (Dumézil, 1953: 118-159), que organizó varios aspectos de la cultura en tres «funciones» o niveles (Dumézil, 1958):

  • Cielo: función de rezar, la autoridad, la soberanía mágico-religiosa y jurídica.
  • Guerra: función de combatir, el grupo de la guerra.
  • Fecundidad: función de productividad, riqueza y trabajo.

En conexión con los dioses a los que hacía referencia Lucano (Luc. I, 444-447), Esus sería el dios relacionado con el cielo, Taranis con la Guerra y Teutates con la Fecundiad (Evans, 1979: 154).

Así mismo, una balada finesa cuenta que Cristo nombra los tres pecados de la Magdalena, los asesinatos de sus tres hijos: a uno de ellos lo quema, a otro lo ahoga y al tercero le entierra vivo. Cristo añade que, de haber sobrevivido, podrían haber sido caballero, burgués y sacerdote respectivamente (Talley, 1970: 143-146), es decir, se hubiesen dedicado a la guerra, a la producción y la religión, lo que directamente se relaciona con las tres funciones descritas por Dumézil y conlleva un atentado contra las tres funciones.

En Agamenón vemos como Clitemnestra considera la muerte de su marido como un sacrificio por los pecados cometidos contra las tres funciones indoeuropeas. Estos tres pecados fueron: el sacrificio de su hija Ifigenia como ofrenda a Artemisa para conseguir así que los vientos les fuesen favorables en su navegación a Troya; la muerte durante la guerra de los jóvenes guerreros griegos; Helena se asocia con la riqueza y la belleza y Agamenón, al partir tras ella para devolverla a Menelao, saquea Troya. Así pues, comete pecados contra las tres funciones: sacrilegio contra la religión (el cielo, primer grupo), contra los que combaten (la guerra, segundo grupo) y contra la riqueza y la belleza (fecundidad, tercer grupo). Agamenón es pues un pecador trifuncional, por lo que merece un castigo tripartito (Evans, 1979: 160-166).

Conclusiones

La muerte de las momias de los pantanos aquí presentadas se relacionan con un sacrificio expiatorio por haber ofendido a las divinidades del cielo, la guerra y la fecundidad, y los lugares escogidos (turberas y pantanos) serían considerados liminales, lugares de conexión y unión entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. Se trataría pues, ante dicha ofensa a las divinidades, de los máximos tipos de pena capital. Estaríamos ante los vestigios materiales del ritual recogido por multitud de narraciones de Europa y Asia, confirmando así la Arqueología aquello que recogieron las fuentes escritas.

Sería conveniente un estudio y una revisión en profundidad de todos los cuerpos momificados hallados en estos particulares lugares de la Europa húmeda, con el fin de poder concretar las causas de sus muertes y su más que probable conexión con la «threefold death».

Con toda seguridad contaremos con más hallazgos de estas momias en el futuro, lo que aumentará nuestro conocimiento sobre estas gentes y sus rituales.

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1 comentario en “El ritual de la «triple muerte» o «threefold death»”

  1. Que mundo tan interesante, en todas sus manifestaciones, el de los pueblos prerromanos en Europa. Aún nos queda mucho por saber. Gracias por tu aportación Claudia

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