Si pensamos en el fenómeno de la piratería, probablemente, nos venga a la cabeza un arquetipo concreto, de un personaje característico por sus atributos así como la barba, la pata de palo, el garfio o el parche. Más allá del imaginario colectivo, la piratería fue una práctica mucho más compleja, pues este fenómeno fue fruto de una necesidad, que derivó a una asociación organizada por jerarquías, tareas y una tripulación. Este gremio sirvió como inspiración para el mundo literario y cinematográfico, tomando como referencia principal la célebre saga «Piratas del Caribe» protagonizada por el mismo Jack Sparrow.
Sin embargo, el origen de la piratería va más allá de la fantasía, pues, la práctica del pillaje se vió incrementada por una serie de necesidades y circunstancias que impulsarían a cientos de hombres y, en menor medida, mujeres a llevar este estilo de vida, entendiendo la piratería como un método de supervivencia en un contexto histórico tan importante para la historia, la denominada: Edad de Oro de la piratería.
Durante el siglo XVII, la política colonial española decretó que toda la zona comprendida al oeste de las Azores y al sur del trópico de Capricornio, eran territorio español, por lo que cualquier otra persona que intentase atravesar esta demarcación sería castigada con la pena de muerte (López, 2017, pp. 32-36 ).
Pese a esta condición, muchos asentamientos ingleses, franceses y holandeses cohabitaron en la zona, creando así una población rica en habitantes, pues entendían que esta zona del Caribe era una buena coartada para llevar a cabo un próspero comercio con las colonias españolas. Esta necesidad suscitó una especie de comercio furtivo, es decir, de contrabando, el cuál permitía un amplio marco de libertad entre piratas y bucaneros los cuáles hicieron fortuna a través del pillaje o el asalto a otras naves.
Inicialmente, estos primitivos pobladores se abastecían gracias a la caza de numerosas cabezas de ganado autóctonas del paisaje, así como la cacería de cerdos silvestres introducidos en la isla por los propios españoles. Posteriormente, la carne era preparada y macerada por los propios cazadores, quienes llevaban a cabo la práctica de ahumar las tiras de carne y hacer cuero con ellas.
Con la carne y el cuero se comercializaba, abasteciendo al resto de la población, aprovechando al máximo el producto. De esta práctica de ahumar la carne, denominada «Boucan», surgió el término francés boucanier, al inglés buccaneer y al español, bucanero, término que usamos a día de hoy para designar a estos piratas.
Muchas de las naves que regresaban a Europa desde las Islas Occidentales necesitaban equipar la nave de provisiones, siendo esto, la justificación de un comercio fructífero impulsado por la compra-venta de carne ahumada y cuero.
En torno al año 1640, comerciantes y nuevos pobladores se habrían asentado en isla Tortuga, debido a su favorable localización, pues estaba situada entre las aguas del norte de la isla de La Española, junto con Puerto Real (la actual Jamaica). Por ello, esta ínsula sería clave para el hurto y comercio con el territorio español.
Isla Tortuga estaba situada en la costa norte occidental de la isla de La Española, la cual estaba separada de Santo Domingo a través de un canal. Esta isla fue apodada como Tortuga, debido a su gran parecido con este animal marítimo. Con el tiempo, esta isla pasó a ser refugio de una población de dudosa reputación, germen de lo que sería conocido con posterioridad como el temor de las Indias Occidentales.
Al principio, los españoles no dieron mayor importancia a esta ola de pobladores y comerciantes extranjeros, pero con el tiempo, los franceses e ingleses se duplicaron en número, junto con un alto porcentaje de bucaneros que comenzaron a cazar de manera desproporcionada, lucrándose a su vez del beneficio de comerciar con carnes y pieles.
Debido al descontento de los españoles, una cuadrilla de cazadores franceses decidieron aventurarse y cruzar el estrecho del canal que separaba isla Tortuga del resto del arrecife. Tras su travesía, encontraron un buen puerto donde establecerse y fortalecer así su organización. Este grupo de aventureros se transformaron en una agrupación organizada dispuesta a tomar Tortuga y expulsar a los españoles de la isla, haciendo de los franceses una nueva amenaza.
Tras la colonización, fortificaron la isla, la cual estaba ahora constituida por una nueva población de hombres y mujeres de dudosa reputación, siendo isla Tortuga un lugar propio de tiendas de alcohol y burdeles de primera línea.
Por su parte, los filibusteros, se integraron en la sociedad, adaptando dichas costumbres comerciales, así como las relacionadas con el negocio y el comercio. Cercanos al siglo XVII, el filibusterismo fue aumentando, creándose una nueva problemática, pues el comercio marítimo se vió afectado por este nuevo bando costero (Rodríguez, 2022, pp. 6-9).
Por ello, ningún navío quería comerciar en aguas infestadas de piratas, por lo que la súbita irrupción del comercio español provocó que las riquezas de las ciudades se acumulasen en las provincias y localidades fortificadas de las islas occidentales. Muchos de estos botines de guerra llegaron a desaparecer del océano, haciendo que muchos piratas practicasen nuevos métodos de saqueo en el territorio.
Además de este nuevo sistema de ataque, los bucaneros establecieron una serie de leyes y prácticas para la comunidad pirata, algunas de ellas estaban estrechamente relacionadas con la religión, la sociedad, la jerarquía y las riquezas. Esto puede reflejarse en varias normas religiosas, así como: ningún bucanero podía curar y preparar la carne un domingo, ningún capitán podía iniciar su nueva travesía sin antes ir a la casa del señor a rezar así como, todos los bucaneros debían de jurar sobre la biblia ante las calumnias (Gosse, 2017, pp.52-63 ).
Algunas leyes sociales establecían una clara jerarquización a bordo del navío, donde los tripulantes debían depositar el botín obtenido tras los saqueos en diferentes montones para que el capitán pudiera hacer una selección previa y repartir en función del trabajo y las habilidades de cada marinero una fracción del tesoro. Si por el contrario, cualquier miembro de la tripulación osaba esconder parte de la fortuna, sería castigado, obligado a pasar por la tabla y caer por la borda, o bien, dejarlo abandonado en cualquier tierra apartada. Cada bucanero tenía al menos un compañero de embarcación con quién compartía absolutamente todo, de este modo, en caso de que uno de los dos muriese, todas las riquezas y propiedades pasarían a su camarada (Gosse, 2003, pp. 61-73 ).
Antes de iniciar un nuevo recorrido, los bucaneros y tripulantes, necesitaban de forma obligatoria un cargamento de armas, pólvora y un buen resguardo de materiales. Dentro del barco, debían examinar hacía dónde dirigir las nuevas coordenadas con el fin de obtener riquezas y abundante comida. En muchas ocasiones, los piratas saqueaban parte de la comida en tierra, pues desvalijaban numerosos corrales de la costa.
Esta práctica se hacía por la noche, de manera que un grupo de cazadores especializados entraban a hurtadillas a robar en los establos y gallineros más cercanos a su embarcación. Para llevar a cabo esta tarea, se redactaba un acuerdo llamado «Chasse Partie» que traducido al español sería el código de conducta pirata. En este reglamento se estipulaba la elección del capitán tras el pillaje junto a la nueva elección de nave (López, 2017, pp. 16-32).
La comunidad pirata era extremadamente leal con sus compañeros, por lo que existían numerosas leyes que amparaban a la comunidad. Así como los múltiples castigos que existían en caso de hurto, traición, venganza o disputa (Robersson, 2012, pp. 89-93).
Todo este código se hacía para atracar otras embarcaciones y poder obtener algo de comida para sobrellevar los largos viajes. Con respecto a la dieta, un pirata consumía carne carne, carne de vacuno (no podemos olvidar que muchos de estos bucaneros basaban su comercio en el cuero y la caza) o carne de tortuga ya que era bastante fácil de mantener gracias al salazón (Gosse, 2017, pp.37-42 ).
Cada día, se preparaban a bordo estas carnes con un método muy concreto: en primer lugar se preparaba la carne, una vez hervida, se retiraba la grasa del caldero y se repartía de manera equitativa entre la tripulación y el capitán. Esta comida se hacía dos veces al día. La carne solía acompañarse de los mejores tragos, ya que el licor era una bebida permitida en el barco.
Conclusiones
En este artículo se aborda de manera sucinta algunas de las características más esenciales del mundo de la piratería, emplazando este contenido en un contexto histórico muy concreto, conocido como la edad de oro en la piratería del Caribe. Este espacio temporal dejaría un legado inmortal en la historia naval ya que, durante estos siglos, los corsarios jugaron un papel fundamental en el mundo del pillaje. Con ello, esta nueva comunidad creció de manera paulatina gracias a la creación de las nuevas leyes y códigos, los cuáles facilitaron en mayor medida la convivencia social.
El ambiente generado por la nueva acumulación de riquezas propició esta práctica tan común en las islas del Caribe, donde piratas, filibusteros y corsarios hicieron de su actividad un legado para la historia y el mundo fantástico, comprendido principalmente entre dos vertientes: el cine y la literatura.
Desgraciadamente, muchas de estas flotas fueron erradicadas, haciendo que el legado de la Edad de Oro llegase a su fin. Pese a este trágico final, la figura del pirata siempre causará temor y asombro en la historia actual, considerando muchas de sus hazañas como algo legítimo e inmemorable.
Bibliografía
Castellano Rodríguez, E.V. (2022). Historia de la piratería: regulación y estado en la criminología. [Trabajo Fin de Grado, Universidad a Distancia de Madrid]. Repositorio institucional de la Universidad a Distancia de Madrid.
https://udimundus.udima.es/handle/20.500.12226/1198
Gosse, P. (2017). Historia de la piratería. (3ª.ed.) Editorial Renacimiento.
Gosse, P. (2003). Quién es quién en la piratería. Hechos singulares de la vida y muerte de los piratas y bucaneros.(1ª. ed.). Editorial Renacimiento.
Leeson, P., Villavicencio J.M. (Eds. ).(2017): El garfio invisible. La economía oculta de los piratas. Editorial Innisfree.
López García, S. (2017). Black Sails: La edad de oro en la piratería del Caribe. [Trabajo Fin de Grado, Universidad de Barcelona]. Repositorio institucional de la Universitat de Barcelona. https://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/120827/1/TFG_L%C3%B3pez%20Garc%C3%ADa%2C%20Sergio.pdf
Roberson, S. (2012). La vida de los piratas contada por ellos mismos, por sus víctimas y por sus perseguidores. ( ed.) Editorial Crítica.
Muy interesante todo lo que escribes Inés, lo explicas de manera que te entre curiosidad de leer hasta el final.
Eres una muy buena Historiadora del Arte.