En un mundo dominado por y para los hombres, quien decide sobresalir es inmolado por la Historia. Entre reinas y consortes de nuestro legado, con un nombre conocido, pero de orígenes ingleses, debería sobresalir la reina consorte de Alfonso VIII: Leonor de Plantagenet.
Su madre, Leonor de Aquitania, no fue para nada una mujer de la época, todo lo contrario, era una revolucionaria en toda regla que le costó el encierro en la torre, pero, incluso desde allí, siguió manejando los hilos de la vida. En cambio, su padre tuvo un sinfín de conflictos. Son bien conocidos los que tuvo con sus hijos por el poder, asimismo, el intenso carácter del monarca, las conquistas de Gales, Escocia, las Islas Británicas e Irlanda. De este conglomerado de padres nació Leonor, quien, entre Ricardo, el denominado «Corazón de León» mitificado por la leyenda de Robin Hood, y la futura consorte, eran los más apegados a la figura materna. Fue casada con el «de las Navas», Alfonso VIII, de cuya unión nacieron un total de diez hijos. Si bien fue un matrimonio acorde a los intereses políticos de Enrique y el propio Alfonso, resultó desembocar en una relación fructífera y armoniosa. Tanto es así que ambos yacen en un sepulcro unido en la nave central del Monasterio de las Huelgas.
Tras este breve comentario acerca de la vida de la reina, se procede a lo que aquí antaña que es, nada más y nada menos, resaltar la labor artística que llevó a cabo. En Burgos, ciudad que vio morir a los «amantes de Teruel», considerada por otro lado la urbe regia, Leonor, en 1187, hizo una donación importante al convento de Las Huelgas, el mismo que había patrocinado junto a su esposo. Sobresalen también el Hospital del Rey (1209) y el Monasterio de Sancta María Regalis; en Soria destaca la fachada de la Iglesia de Santo Domingo; en Toledo con la capilla dedicada al mártir, fundada por el conde don Nuño. Salamanca contaría con la iglesia de Santo Tomás Cantuariense en 1175. También tenemos ejemplo de escultura bajo la influencia de Leonor, estas eran estatuas-columnas debido a la influencia recibida de su lugar de procedencia. Ejemplo de ellas las tenemos en la iglesia de San Martín de Fuentidueña, en Segovia, en las que se podía ver el conjunto de la Anunciación. En cuanto al aspecto de pinturas, podemos resaltar las pinturas murales de la torre del Monasterio de Arlanza (Yagüe y Martínez, 2017).
Desligándonos un poco de las artes mayores, es bien conocida la influencia de los trovadores en la corte de Leonor de Aquitania, pues era una gran favorecedora de ellos. Es por ello lógico pensar que su pequeña también trajera a tierras castellanas ese influjo. De hecho, consta que hubo al menos ocho trovadores: Bertrand de Born, Folquet de Marseille, Guevaudán, Guiraut de Calenson, Ramón Vidal de Besalú, Peire Rogier, Guiraut de Borneul, y Aimeric de Peguillan (Cerda, 2012).
Por lo que podemos ver, el matrimonio entre ambos futuros monarcas supuso, por un lado, la alianza entre los reinos de Inglaterra y Castilla, así como, además, un proyecto de vida cooperativo. Leonor trajo consigo las influencias de un nuevo estilo artístico, el protogótico cisterciense, mientras que Alfonso asentaba la tradición castellana. Por todo ello, por su labor literaria, artística y su gran labor como reina consorte, Leonor merece tener el hueco que la Historia apenas le ha dado.
BIBLIOGRAFÍA
Yagüe Poza, M y Martínez Olivares D (2017). Alfonso VII y Leonor de Inglaterra: Confluencias artísticas en el entorno de 1200. Ediciones Complutense. Madrid.
Cerda J.Manuel (2012). Leonor Plantagenet y la consolidación castellana en el reinado de Alfonso VII. Anuario de Estudios Medievales. Universidad de Mistral.
Excelente artículo, conciso y sintético. ¡Enhorabuena!