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Symposio: comensalidad, hospitalidad y épica en la Grecia Antigua

Los griegos llamaban simposio (συμπόσιον, symposion) al tiempo dedicado a la bebida, comida y charla (Gual, 2022). Siendo algo más que un banquete, una cena o una comida, este era el momento en que el propio acto de comer se transformaba en un estado de sociabilidad.  

Esta acción va más allá de la función motora y la necesidad de nutrientes para el cuerpo, también nos alimentamos de los recuerdos que asociamos a diferentes comidas (Notario Pacheco, 2011, p. 66) y estrecha la solidaridad (Grignon, 2012, p. 11). Estos aspectos ya eran conocidos por los propios griegos puesto que empleaban numerosos actos de reunión alrededor de una mesa para discutir asuntos, reconciliarse con enemigos o unir desconocidos (Grignon, 2012; Puente, 2007; Reyero, 2000).

La gastronomía tal y como la conocemos hoy en día era desconocida para los antiguos griegos. Por otro lado, hay centenares de fuentes escritas y visuales sobre cómo se llevaban a cabo diferentes aspectos alrededor del hecho de comer. Ya en el siglo II a.C, autores como Aristoteles, mencionan los tipos de pescado que se consumía y los tipos de pan que se producían (Monroy, 2000, pp. 2-5). Un siglo más tarde Ateneo de Naucratis (2016) en su obra Banquete de los Eruditos hablaría sobre recetas de cocina y el proceso de los banquetes. Estos escritos, junto a otras como la Odisea o la Iliada de Homero, abordaban el hecho de comer como algo totalmente dependiente del ser humano y sus divinidades, haciendo imposible referenciar a las mujeres, hombres, diosas y dioses sin mencionar aspectos sobre el arte de comer, la comida que se consumía o la importancia de los banquetes.

La importancia del simposio, que se debe puntualizar que era algo totalmente masculino, recae en la voluntad de los comensales de charlar y hacer fuertes los lazos entre sí.  Los banquetes, al igual que los simposios, eran una manera de hacer visibles los lazos comunitarios, pero también era el momento de reunión de un grupo de personas que tenían las mismas referencias divinas y políticas que podían ser reproducidas en el mismo entorno, ya que  se encontraba dentro de toda una esfera de ritualidad divina pero también política (Reyero, 2000, pp. 23 y 230). 

Figura 1. Medallón de una copa de cerámica ática de figuras rojas (490-480 a. C.) En el cual se observan tres figuras, la del medio sujetando una cílica y las dos figuras de los laterales unos vasos esquifos. Museo del Louvre, Paris. Fuente. Licencia: Dominio Público.

La obsesión de los griegos por compartir mesa y comida junto con amigos o desconocidos surge de un término conocido por todos: la hospitalidad.  Es en muchas obras de autores griegos clásicos donde encontramos referencias a la casi obligación de la hospitalidad, ya que tenía  «Un deber sagrado, moral y social» (Coelho, 2014, p.509) 

Los mitos y la religión comprenden la importancia de la hospitalidad en la cosmología de la Antigua Grecia. El mito de Filemon y Baucis es un claro ejemplo de cómo la hospitalidad era algo que se esperaba de los humanos por parte de los dioses. El propio Zeus premia a los ancianos Filemon y Baucis después de que estos le ofrecieran comida, descanso y aseo como gesto de amabilidad  (Coelho, 2014, p. 506) 

La épica también es un ejemplo de esta hospitalidad enfocada a crear o reforzar vínculos. Podemos tomar como ejemplo la Ilíada. Un ejemplo de estos banquetes se narra en el capítulo IX (Homero, 1996, pp. 205-227) cuando Odiseo junto con otros embajadores se presentan en la tienda de Aquiles. Este al verlos llegar los acomoda en unas sillas y manda preparar una gran crátera con una mezcla de agua y vino bien fuerte (Homero, 1996, p. 211), Patroclo (gran amigo de Aquiles) prepara carne a la brasa y pan. Homero lo describe de esta forma: «Colocó un gran corte de carne a la luz del fuego y añadió un lomo de oveja y otro de cabra, y la cinta de un cerdo (…)» (Homero, 1996, pp. 211-212) Homero añade que antes de comer, Aquiles le pide a su amigo Patrocolo que haga una ofrenda a los dioses arrojando el primer bocado de carne al fuego.

Figura 2. Copero. Museo Louvre. Fuente. Licencia: Dominio Público.

En este corto fragmento podemos ver dos aspectos ya mencionados con anterioridad: la voluntad de ofrecer comodidad y servicio a los huéspedes, hayan sido o no invitados, y la ritualidad que todo banquete debía tener. 

En conclusión, tanto la comensalidad como la propia hospitalidad son dependientes de la sociedad, de cualquiera, y estructuran una dimensionalidad moral que siempre acaba siendo reflejada de algún modo en las formas de producción de cultura. Si nos fijamos en nuestro día a día, la comensalidad se traduce en los cafés con las amigas o los amigos, en las cenas de los sábados, en los picnics en el parque o en las cenas empresariales a fin de año. Todo en nuestra sociedad gira alrededor de comida y bebida e invitamos u ofrecemos siempre que podemos a esos a quienes no tienen o les falta. La antigua Grecia también era una cultura de mesa. Todo se discutía con un vaso de vino y un plato de quesos y miel, desde la política, pasando por el amor, las alegrías y la religión. 

Bibliografía:

Ateneo (2016) Banquete de los eruditos. Libros VIII-X. RBA Libros

Coelho Costa, E. R. (2014). Comensalidad: La dádiva de la hospitalidad a través de la gastronomía.  Estudios y perspectivas en turismo, 23(3), 505-525.

Gual, C. G. (2022). Simposios y banquetes griegos. Alfabeto.

Grignon, C. (2012). Comensalidad y morfología social: un ensayo de tipologías. Apuntes de investigación del CECYP, 22, 11-22.

Homero  (1996), La Ilíada. La Magrana.

Homero (1993), La Odisea. Gredos.

Monroy, P. (2000). Introducción a la Gastronomía. Limusa.

Notario Pacheco, F. (2011). “Perspectivas historiográficas de la alimentación en el mundo griego antiguo”. Habis, 42, 65-82.

Puente, C. M. (2007). “Vino, banquete y hospitalidad en la épica griega y romana”. Revista de filología románica. Anejos, 5, 21-33.

Reyero, S. G. (2000). “El Banquete griego en Occidente: La Galia: alcance y límites de un tipo de comensalidad”. Quaderns de prehistòria i arqueologia de Castelló, 21, 227-258.

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