El Alto Imperio romano se caracteriza por ser un periodo de notable intensificación de la helenización cultural que venía experimentando Roma ya desde época republicana. Como consecuencia de esto, varios emperadores mostraron interés por la tradición griega e incluso se asociaron con ciertos personajes, como Calígula con Cástor y Pólux, Nerón con Apolo citaredo o Adriano con Dioniso. En este trabajo, nos ocuparemos de la relación del emperador Tiberio con Odiseo, constatable tanto en las fuentes literarias como en las arqueológicas.
Las fuentes arqueológicas
La prueba más evidente de la fijación de Tiberio con Odiseo son las esculturas de Sperlonga. En esta conocida cueva Tiberio hizo instalar cuatro grupos protagonizados por Odiseo: el del monstruo Escila, el del cíclope Polifemo, el robo del Paladio y Odiseo portando el cuerpo de Aquiles (este último de interpretación polémica). Dos de ellos representan sus aventuras durante la Ilíada, y otros dos monstruos a los que enfrentó en la Odisea. La posición de la cueva, además, contribuía a la temática: a 30 km mar adentro se podía divisar el monte Circeo, en una isla (Aeaea) posteriormente convertida en cabo, donde Odiseo conoció a la hechicera Circe y a la que, según la Telegoneia, fue llevado después de muerto.

A lo largo de Italia había de hecho varias zonas identificadas como escenarios de la Odisea: la cueva de Polifemo estaba bajo el Etna, Escila habitaba la zona de Mesina (es decir, entre Sicilia y la península itálica) y las sirenas en los alrededores de Capri (Stewart, 1977, p. 87). Miseno y Baiae recibían su nombre de dos compañeros de Odiseo, Miseno y Baio, y aquí contaba Tiberio con una villa en cuyo ninfeo había una estatua de Odiseo ofreciendo vino (el agua de la fuente) a Polifemo. El ninfeo, atribuido por algunos a Claudio, estaba rodeado por estatuas de miembros de la familia imperial, conmemorando la genealogía legendaria de los Claudios: la gens vinculaba su origen con Telégono, fundador de Túsculo e hijo de Circe y Odiseo (Avilia y Caputo, 2012).

También Capri, como decíamos, tenía relación con Odiseo por ser la zona donde se encontró con las sirenas, con tal certeza que había un templo dedicado a ellas a solo 15 kilómetros de la isla. Aquí estaba la villa Iovis en la que vivió Tiberio, un auténtico palacio cuya planta y decoraciones tienen un estilo plenamente helenístico (Tamargo, 2023, pp. 77-79). Desde su comedor, un hemiciclo monumental con vistas al mar desde lo más alto del promontorio sobre el que se alzaba la villa, se divisaban los otros sitios asociados a Odiseo y, a solo 5 kilómetros, el templo de Atenea erigido por el propio rey de Ítaca (Champlin, 2013, p. 225).
Champlin propone incluso que villa Iovis sea una mala transcripción de Suetonio, y realmente se llamara villa Inonis (Champlin, 2013, pp. 225-229). Ino, divinizada como Leucótea e identificada en Roma con Mater Matuta (Grimal, 1981, p. 318), era una diosa marina que salvó a Odiseo de una tormenta mandada por Poseidón. Este nombre reforzaría la relación de la villa con los lugares asociados a Odiseo, pero se trata de una corrección bastante especulativa y con escasos argumentos que la apoyen.

Las fuentes literarias
Suetonio (Tib. 70) nos da un importante testimonio al señalar que Tiberio estaba obsesionado con la mitología hasta extremos que alcanzaban el ridículo, y que ponía a prueba a sus gramáticos con preguntas extremadamente rebuscadas sobre este campo. Curiosamente, los tres ejemplos de estas preguntas que da Suetonio están relacionados en mayor o menor medida con Odiseo (Champlin, 2013, p. 232).
Por otro lado, Plutarco (Mor. 419 B-E) nos dice que Tiberio defendía la teoría de que Pan era hijo de Hermes y Penélope, la mujer de Odiseo, y Euforión, uno de los autores favoritos de Tiberio, consideraba al propio Odiseo padre de Pan. Dios que por cierto cuenta con varias representaciones en la villa Iovis (Champlin, 2018). También del círculo intelectual de Tiberio salieron los Silloi de Apolónides de Nicea, dedicados al emperador, que consistían en parodias de algunos pasajes homéricos, como el inventario de naves o el viaje al Hades. Por lo tanto, está claro que Odiseo estaba plenamente presente entre los intelectuales al servicio de Tiberio.
La «comparatio Odyssei» de Tiberio
Champlin (2013, pp. 237-242) y Stewart (1977, pp. 87-88) coinciden en reconocer paralelos entre Tiberio y Odiseo tanto en sus cualidades como en su biografía. Dentro de lo primero, Stewart enumera los rasgos compartidos: hombres inteligentes, excesivamente cautelosos, fácilmente irascibles, de una aspereza proverbial y muy orgullosos de sus logros, especialmente los militares.
En cuanto a los paralelos biográficos, ambos pasaron siete años exiliados en una isla (Rodas por parte de Tiberio, la de Calipso para Odiseo), hasta ser llamados por Augusto y Zeus respectivamente. Champlin (2013, pp. 238-239) compara a Julia con Penélope por el asesinato de los «pretendientes», aunque fuera la ira de su padre Augusto y no la de su esposo Tiberio la que se desató contra ellos. Podríamos sumar una relación entre Penélope y Vipsania, su exmujer, como el amor del que Tiberio tuvo que separarse por obligaciones políticas y a quien añoraba enormemente.
Un último paralelo: la vuelta a casa. Odiseo debe abandonar Ítaca para atender a su deber como rey en la guerra de Troya, y finalizada esta su gran deseo es volver. Igualmente, Tiberio debe dejar Rodas para cumplir con sus obligaciones imperiales en Roma, tras lo cual no vuelve a la isla, pero sí se traslada a Capri, donde vive igualmente en un ambiente plenamente helenístico y rodeado por griegos (Champlin, 2003, pp. 240-241). En cierto modo, «vuelve a casa».
Conclusiones
Por lo tanto: ¿podemos hablar de una identificación de Tiberio con Odiseo? No de forma pública y propagandística, como Augusto con Eneas (Zanker, 2018, pp. 239-249), pero tal vez sí en un plano privado y personal. Las fuentes arqueológicas y literarias demuestran un especial gusto del emperador por la figura de Odiseo, que podría relacionarse hipotéticamente con paralelos entre la historia del héroe y su propia vida.
J. E. Lendon (2022, p. xii) ha comparado la fijación de Tiberio con Odiseo con la de Alejandro Magno con Aquiles, como dos gobernantes que admiraban y trataban de «emular» (aemulatio) a un héroe homérico, así como con otros personajes históricos que «imitaban» (imitatio) a Alejandro. No obstante, a la luz del tipo de relación que hemos observado, no creemos que estos términos sean los apropiados. Más bien, haciendo uso de las categorías establecidas por Elena Torregaray, debemos hablar de comparatio:
«Así, la imitatio implicaría un deseo consciente por parte del imitador de plagiar los modos y actuaciones de Alejandro; la aemulatio, por su parte, consistiría en el deseo de alcanzar o incluso superar las obras de Alejandro pero sin imitarle necesariamente; y finalmente, la comparatio, respondería a la acción de terceras personas, fundamentalmente los autores de las fuentes clásicas — y, en nuestra opinión, también de la historiografía moderna —, quienes establecen comparaciones entre Alejandro y otros personajes históricos» (Torregaray, 2003, p. 140).
Bibliografía
Avilia, F., & Caputo, P. (2012). Il ninfeo di Claudio a Baia. Valtrend Editore.
Champlin, E. (2003). Agamemnon at Rome. Roman dynasts and Greek heroes. En D. Braund & C. Gill (Eds.), Myth, History and Culture in Republican Rome. University of Exeter Press.
Champlin, E. (2013). The Odyssey of Tiberius Caesar. Classica et mediaevalia, 64, 199-246.
Champlin, E. (2018). Tiberius & Pan. Ahoros, 157-165.
Grimal, P. (1981). Diccionario de mitología griega y romana. Paidós.
Lendon, J. E. (2022). That tyrant, persuasion. How rhetoric shaped the Roman world. Princeton Univ. Press.
Stewart, A. F. (1977). To entertain an Emperor: Sperlonga, Laokoon and Tiberius at the dinner-table. The Journal of Roman Studies, 67, 76-90.
Tamargo, L. (2023). Los palacios imperiales romanos y la expresión del poder: de Octaviano a Diocleciano. Alejandría, 2, 73-89.
Torregaray, E. (2003). La influencia del modelo de Alejandro Magno en la tradición escipiónica. Gerión, 21(1), 137-166.
Zanker, P. (2018). Augusto y el poder de las imágenes. Alianza.