En este artículo analizaremos los aspectos más destacados del reinado de Hatshepsut durante veinte años. Según los últimos estudios de su reinado, a través de publicaciones basadas en una perspectiva más amplia, se han podido reconstruir aspectos concretos de su paso por la historia del Egipto faraónico. El objetivo de este artículo es conocer el reinado de uno de los personajes que fueron borrados de la Historia en el Egipto faraónico.
Nos situamos en el Segundo Periodo Intermedio. En este periodo el poder local era dirigido por los hicsos, de origen extranjero. Mientras tanto, en Tebas los gobernantes locales adquirieron más influencia y poder, preservado desde la caída de la Dinastía XII. Con el inicio del Reino Nuevo, a raíz de la fundación de la Dinastía XVIII cobraron importancia a mediados del siglo XVI a.C. Las figuras de los reyes Amosis y Ahmosis Nefertari, protagonistas de la expulsión de los hicsos fundando la Dinastía XVIII. Un aspecto crucial de este periodo es la titulatura de la reina como «Esposa del Dios» como continuadora del linaje real (Bedman González, 2003 pp. 91-93).
El sucesor de ambos fue Amenhotep I, quien basó su política en la expansión de las fronteras. Su prematura muerte llevó al inicio de los tutmósidas, comenzando con el propio Tutmosis I, cuyo origen no está del todo esclarecido. El mismo se desposó con la princesa Ahmés, descendiente directa de la línea matrilineal de Ahmosis Nefertari (Padró, 1999, pp. 234-236) legitimando su posición en el trono y siendo su descendencia la propia Hatshepsut, la mayor de las hermanas más dos hijos varones de la pareja real. Debido a la ausencia de varones supervivientes del matrimonio real entre Ahmés y el primer tutmósida, a la muerte de Tutmosis I le sucedió el hijo que engendró con una de sus esposas Mutnefer: Tutmosis II.
Hatshepsut obtuvo los títulos de Ahmosis Nefertari desposando a su medio hermano Tutmosis II, adquiriendo así el importante título de «Esposa del Dios» junto a otros como «Divina Adoratriz» , «Hija Del Rey», «Hermana del Rey», «Gran Esposa Real», «Mano del Dios» y «Gran Esposa del Dios» (Bedman González, 1998, p. 5). De este matrimonio nacieron dos hijas: Neferure y Meritre Hatshepsut. Tutmosis II también desapareció del reinado muy tempranamente, posiblemente por los problemas de salud ya mencionados, dejando un bebé de una esposa llamada Isis, quien sería el futuro Tutmosis III.
El tercer Tutmosis, subió al trono debido a la ausencia de varones en el matrimonio real, tal y como había ocurrido con Tutmosis I. Este hecho llevaría al trono de Egipto a un periodo de inestabilidad debido a la corta edad del tercer tutmósida. Esto fue aprovechado por la propia Hatshepsut, quien pudo ver la oportunidad de ejercer el poder como cogobernante (uno de los motivos principales que causaron tras su desaparición la tan conocida damnatio memoriae). Para ello, la reina utilizó una serie de herramientas concretas para legitimar su poder como faraón en este periodo de aproximadamente veintidós años.
El propio Tutmosis I ya podía ser consciente de las capacidades de Hatshepsut para el gobierno. Esto se añadió a que la delicada salud del segundo tutmósida era incipiente (Kemp, 1992, p. 254). Con la desaparición de Tutmosis I, los apoyos hacia Hatshepsut para que reinara eran notorios, destacando el papel del arquitecto real Sennenmut, cuyo apoyo fue crucial en su reinado. A ello deben sumarse los apoyos del clero de Amón, al cual Hatshepsut otorgó mucho poder e influencia. Pese a ello, se dieron dentro de la corte figuras no afines a la reina, entre ellas el arquitecto Inneni quien fue partidario de la sucesión directa de Tutmosis III como faraón, su desaparición trajo en consecuencia, la designación de ese cargo a la figura de Sennenmut.
La figura de la primogénita de la reina con Tutmosis II tomó mucho protagonismo: la princesa Neferure, quién ostentó cargos que su madre tenía en su matrimonio con Tutmosis II. Esta importancia y cargo se plasma en una de las estelas de la Capilla Roja de Karnak, datando el año siete del reinado de Hatshepsut (Bolshakov 2014, pp. 5-10), y en la tercera terraza del «Dyeser-Dyeseru», representada aportando cargos importantes y ofrendando tributos a Amón.
En este punto, es posible que la propia Hatshepsut planeara la sucesión para Neferure como heredera legítima, apartando a Tutmosis III del trono. En cualquier caso, estos planes se vieron frustrados, ya que a partir del año XVIII del reinado de Hatshepsut desaparecieron las figuras de Sennenmut y Neferure no apareciendo en ninguna estela de años posteriores, y hasta el momento, se desconoce la causa de su desaparición.
Cabe aludir también a la figura del visir Hapuseneb como alto funcionario y partidario de la reina. Este personaje destacó por haber ayudado a la legitimación de Hatshepsut por medio de la teogamia, plasmada en su «Templo de Millones de Años» en Deir-el-Bahari. En este episodio, la reina, como parte de su condición de soberana, reivindicó su reinado mediante el parentesco con el dios Amón, dando lugar a su origen divino. Este episodio se encuentra en la segunda terraza norte del templo y es la primera evidencia de cómo un soberano de Egipto plasmará su origen divino en su templo mortuorio.
La utilización de la titulatura faraónica formó parte de la legitimación de la reina como faraón. En el momento de su coronación, se le otorgarán los títulos según el protocolo real, entre ellos el más conocido como «Maatkara Hatshepsut», aludiendo a Maat y a su condición de «Hija de Amón» (Robins, 1999, pp. 108-109). También destacando el título de «Favorita de las dos señoras», aludiendo a las diosas del Alto (Wadjet) y Bajo (Nejbet) Egipto y la «Poderosa de espíritus (Useret-Kau)» (Bedman González & Martín Valentín, 2009, pp. 177).

Coronada Hatshepsut, la iconografía nos da testimonio de su reinado, ya que a partir del año siete comenzó a ser representada con barba y atributos más toscos junto a la corona del Alto y del Bajo Egipto. Hasta el mencionado año siete, había sido representada con el tocado nemes y atributos femeninos, pudiéndose así adaptar mediante la iconografía a la situación política con un cambio paulatino en la estatuaria e iconografía.


El viaje al País del Punt es un hito importante en el reinado de Hatshepsut y se encontrará grabado en los muros de la segunda terraza del Dyeser Dyeseru. Es el viaje al Punt que, hasta el momento, nos ha llegado mejor documentado; sin embargo, no será el único, ya que, en la Dinastía V el rey Sahure también realizó un viaje a esta tierra (Padró, 1999, p. 71). Este viaje podría haber sido muy significativo para la reina, ya que del sureste procedía la divinidad tutelar de Tebas: el dios Amón, quien, relacionado con el origen divino de la reina podría tener un componente simbólico divino además del objetivo comercial y político de la expedición.
Conclusiones
La inestabilidad dentro de la corte y la falta de herederos masculinos en el momento de ascenso al trono hicieron que Hatshepsut ostentara el cargo de reina-faraón, aprovechando este ascenso para apartar del poder a Tutmosis III durante los primeros años de reinado de este actuando como regente pero ejerciendo el poder en activo.
Es importante destacar que Hatshepsut no fue la única reina faraón; sin embargo fue la que más tiempo ejerció el cargo en el trono de Egipto, ya que anteriormente este cargo lo ocuparon Nitocris en la Dinastía VI, Sobekneferu en la XII y tras Hatshepsut, a finales de la Dinastía XIX el cargo de reina faraón lo desempeñó Tausert.
Hatshepsut, como gobernante de la Dinastía XVIII realizó una serie de políticas internas y de construcciones; estas últimas perduran hasta la actualidad, como es el caso de su templo en Deir-el-Bahari o las atribuidas a su reinado en Karnak, como el pilono VII.
Este artículo es una mínima parte de toda la información que las investigaciones arqueológicas y egiptológicas han podido aportar al redescubrimiento de este enigmático faraón, cuya memoria fue borrada de la Historia, pero resucitada gracias a la egiptología y al afán por ampliar el espectro en la investigación de personajes femeninos.
Bibliografía
Bedman González, T. (1998). El origen de las Esposas reales en la dinastía XVIII y su vinculación con el título de Esposa del dios. Boletín de la asociación española de Egiptología, 8, 51-58.
Bedman González, T. (2003) Reinas de Egipto: El secreto del Poder. Oberon
Bedman González, T. y Martín Valentín J. F. (2009). Hatshepsut, de reina a faraón de Egipto. La esfera de los Libros.
Bolshakov, V. A. (2014). The King’s Daughter Neferura: Eventual Heiress of Hatshepsut? Chronique d’ Egypte, 89, 248-268.
Kemp, B.J. (1992). El Antiguo Egipto, anatomía de una civilización. 1992
Padró J. (1999). Historia del Egipto Faraónico. AlianzaRobins G. (1999). “The names of Hatshepsut as King”. The Journal of Egyptian Archaeology, 85, 103-112