En el transcurso de la historia, la moda ha sido un reflejo vivo de las sociedades y sus valores encontrando su escenario más cautivador en la corte real. Bajo el reinado de Felipe III, la moda se convierte en un elemento clave en el que se ilustra la riqueza cultural y social de una época marcada por la elegancia y el gusto refinado que caracterizó al tercer rey de los Austrias. A lo largo de este artículo realizaremos un viaje a través de tres majestuosos retratos, que se enmarcan en la corte de finales del siglo XVII.
El reinado de Felipe III comenzó con su subida al trono en septiembre de 1598 (Peña, 2003, p. 252) llegando a su fin en marzo de 1621. La época de este monarca destaca por sus contrastes entre el esplendor artístico y las complejidades políticas que configuraron la nación española a principios del siglo XVII. En este contexto, la moda en la corte de Felipe III marcó una etapa única en la que la elegancia y el esplendor se entrelazaron con la historia del Siglo de Oro español.
La moda y el vestir han ido siempre de la mano de la realeza y la corte. A principios del siglo XVII «vestir a la española» era referencia entre las cortes reales europeas, aunque paulatinamente, el gusto por el atuendo hispánico fue desapareciendo debido a las nuevas corrientes que emergen en la corte de Luis XIII (Colomer & Descalzo Lorenzo, 2014, p. 59).
Para conocer la moda masculina que se desarrolló durante el reinado de Felipe III, es necesario acudir a los retratos del monarca. La imagen física del rey ha quedado abundantemente reflejada en los múltiples retratos que de su figura se conservan (García Cárceles, 2003, p. 237). Un ejemplo de ello lo encontramos en la obra del artista Bartolomé González quién retrató al monarca en el año 1621.
El artista representa al rey de cuerpo entero siguiendo los prototipos de Juan Pantoja de la Cruz. Con respecto al atuendo que el rey porta en este retrato, debemos tener en cuenta la influencia de la moda proveniente de Flandes, ejemplo de ello lo encontramos en el voluminoso cuello de la camisa siendo durante el reinado del monarca cuando alcanzaron su mayor tamaño, dando lugar a que los múltiples pliegues se fueran montando sobre un complicado varillaje para darle esta voluptuosa forma, la cuál también se aprecia en los puños de la camisa (Herrero García, 2014, p. 30).
Con respecto a la indumentaria del torso es importante mencionar que durante el siglo XVII las dos prendas imprescindibles en el guardarropa masculino eran el jubón y las calzas. La primera de estas prendas se colocaba sobre la camisa, siendo esta una prenda de interior. Teniendo en cuenta el retrato del que estamos hablando deducimos que bajo la armadura se encuentra dicha prenda, ya que su función era sostener las calzas atacadas tal y como se representa en la obra. De este modo las dos piezas más importantes del traje masculino quedaban unidas constituyendo una única pieza. Por otra parte, debemos entender este retrato como una representación militar debido a que el rey porta encima del jubón una armadura la cuál se inspira en el grupo de guarniciones milanesas pertenecientes al rey.
La pose y la actitud que el rey presenta en el retrato son propias del poder real. De esta manera podemos ver al monarca posando con semblante serio y con la mano izquierda sobre el casco, el cual se encuentra sobre una mesa junto a los guantes. Además, el artista lo representa con la espada símbolo del poder real y con el bastón de mando.
Para finalizar este recorrido por la indumentaria que el rey presenta en este retrato es imprescindible hablar sobre el collar del Toisón de Oro que el monarca porta ya que fue uno de los grandes maestres de dicha orden.
Mientras que la moda masculina reflejaba una elegancia sobria, la vestimenta femenina se sumía en un mundo de exuberancia y refinamiento. El retrato de Margarita de Austria-Estiria (1621) realizado por Bartolomé González representa la elegancia y el gusto de la consorte. Tal y como hemos mencionado anteriormente, el artista representa a la reina de cuerpo entero siguiendo los prototipos de comienzos del siglo XVII. Dicho retrato toma como referencia las obra realizada por Pantoja de la Cruz en 1606 representando a la reina con una pose similar la cual apoya su mano izquierda sobre una silla mientras que en la mano derecha porta un pañuelo con delicado encaje. Además, la reina se encuentra tocada con la diadema de perlas en forma de sol.
Adentrándonos en la vestimenta que la reina presenta en este retrato podemos observar el refinamiento y la elegancia personal de la soberana. Los tejidos lujosos y los adornos colocados meticulosamente realzan el mensaje de poder y distensión de la reina. Un detalle muy curioso relacionado con su indumentaria se encuentra en el uso de la «cotilla»; esta prenda se utilizaba como corsé de ballenas sirviendo de prenda de interior para posteriormente colocar sobre ella el jubón (Herrero García, 2014, p. 216).
Tal y como mencionamos con anterioridad en la indumentaria del rey, el jubón femenino se erigió como la pieza central de la indumentaria. Esta pieza se encontraba realizada con ricos materiales destacando el tafetán y la seda además de hilos de oro y plata para adornar la pieza. Seguidamente hablaremos sobre las mangas las cuáles responden al estilo de «mangas acuchilladas» realizadas en raso veneciano, siendo este detalle muy similar a la forma que presenta el cuello (Herrero García, 2014, p. 295). En último lugar nos centraremos en la saya la cuál se encuentra realizada con ormesí y con bordados en hilos de oro.
Una curiosidad sobre este retrato se encuentra en la figura de la reina ya que presenta una silueta triangular y plana donde resalta la suntuosidad de los tejidos que se entremezclan con las joyas destacando el «joyel rico». Esta majestuosa pieza está formada por un gran diamante acerado conocido como el «diamante del estanque» del que pende la «perla peregrina» (Ruiz Gómez, 2001, p. 17).
Para finalizar analizaremos el retrato de la infanta Ana Mauricia de Austria realizado por Juan Pantoja de la Cruz en 1602.
En este retrato nos encontramos a la infanta en edad lactante, por ello, se encuentra sentada sobre un almohadón y vestida a la manera que niños lactantes vestían en la época. La indumentaria que la infanta presenta es de color blanco destando el «babador», que se adorna con ricos encajes, cubriéndole el pecho y el regazo.
De este retrato podemos destacar la cruz latina de oro y diamantes que se encuentra en el pecho de la pequeña, además, del coral que porta en su mano derecha considerado como la mejor protección ante las enfermedades.
En conclusión, las obras expuestas en la Galería de las Colecciones Reales no solo recogen la grandeza de la moda de la época, sino que también ofrecen una fascinante mirada al arte de vestir que dejó una huella distintiva en la historia de la realeza española.
Bibliografía
Colomer, J. L., & Descalzo Lorenzo, A. (2014). Vestir a la española en las cortes europeas (siglos XVI y XVII), vol.I. Centro de Estudios Europa Hispánica.
Herrero García, M. (2014). Estudios sobre indumentaria española en la época de los Austrias. Centro de Estudios Europa Hispánica.
Peña, M. (2003). “La búsqueda de la paz y el «remedio general». En: García Cárcel, R. (coord.). Historia de España siglos XVI y XVII : la España de los Austrias. Cátedra.
Ruiz Gómez, L. (2001). El Greco y la pintura española del Renacimiento. Museo del Prado.
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