Al pronunciar el nombre de la Gorgona, posiblemente se nos venga a la mente la más famosa de ellas: Medusa. Sin embargo, toda idea que se tiene acerca de esta figura proviene del mito griego de Perseo y Medusa. Es por ello que para entender a la única mortal de entre sus hermanas, habría que introducirla a través de la iconografía y el mito para acercarnos a lo que verdaderamente nos interesa: su importancia en la actualidad.
Las gorgonas eran tres hermanas hijas de Forcis y Ceto, divinidades marinas que engendraron a este trío del que solo una era mortal: Medusa. Según Hesíodo, Poseidón se unió a ella en una pradera, quedando encinta de dos criaturas que nacieron de la decapitación de ésta a manos de Perseo: Crisaor y Pegaso. (Hesíodo, 1978, p.88). No obstante, es Ovidio quien nos extiende un poco más de información. En la oda sobre ’Perseo y Medusa’ se describe que es la única que tiene serpientes entre sus cabellos, pero que esto se debe a que al ser una hermosa joven servidora de Minerva fue tomada en el templo de la diosa (Ovidio, 1981, p.89). Siguiendo con el hilo, hay que entrar en una cuestión vinculada a Atenea, diosa de la sabiduría, pero, además, de la castidad, la virginidad…, entre otras virtudes. Es por ello que cualquier acto sexual en su templo es considerado una ofensa a la diosa en tanto que encarna la ya mencionada cualidad virginal. Ante el suceso, Minerva la condenó convirtiendo su hermosura en todo lo contrario, afeando por completo su aspecto y, por consiguiente, aterrando a todo aquel que osase mirarla. Píndaro, por el contrario, en sus odas Píticas menciona el aspecto de las Gorgonas al describirlas como mujeres de boca fea con serpientes en sus cabellos pero que, igualmente, Medusa era la más hermosa, la cual, al igual que en la obra de Ovidio, fue degollada por Perseo por petición de Polidectes para interrumpir el enlace con su madre, ayudado por Atenea y Hermes. Sin embargo, en la oda duodécima donde se recoge, Píndaro añade que las dos hermanas restantes de Medusa, las inmortales, al ver como su hermana cae derrotada, inerte, ante su inesperada muerte, se vuelven ciegas (Píndaro, 1883. pp. 186-187).
Con base en la iconografía que ha llegado hasta nosotros, se puede decir que las Gorgonas eran seres evidentemente monstruosos con colmillos, alas y que podían tener el poder o la habilidad de cegar a quien osase mirarlas. Empero, con todo ello se pueden encajar las piezas del mito del que procede, el ya mencionado mito de ‘Perseo y Medusa’. Para empezar, Medusa era una de las tres Gorgonas hijas de Forcis y Ceto, la única mortal de entre las hermanas al servicio de la diosa Atenea, hija de Zeus. Estando en el templo fue violada por Poseidón, quien la dejó encinta. Ante tal hecho considerado pecado por la divinidad de la sabiduría, ésta la condenó castigándola a través de su belleza; convirtiendo sus hermosos cabellos en serpientes. Paralelamente, Perseo, hijo de Dánae y Zeus, para evitar el enlace de Polidectes o vengarse de él debía traer la cabeza de dicha Gorgona. Para ello, recibe ayuda de Atenea y Hermes. Al darle muerte se produjo el alumbramiento de dos criaturas mitológicas: Pegaso y Crisaor. Finalmente, la cabeza quedaría incrustada en la égida de Minerva y de ahí pasaría a los grandes emperadores romanos o héroes.
¿Pero, por qué la relevancia actual del personaje? Medusa funciona como un elemento entre la vida y la muerte, pues tiene esa habilidad de acabar con la vida de los demás y de «parir» a sus hijos. Además, su sangre fue usada por Asclepio, dios de la medicina y la curación, para revivir a los muertos. Si bien sufre toda una evolución artística, donde siempre aparece siendo cercenada, mostrándose irascible, opaca e incluso triste, en definitiva: víctima. En la actualidad, ese mensaje que antaño había calado en una sociedad completamente diferente al pensamiento vigente ya no existe o al menos, si bien hay representaciones donde la llegan incluso a sexualizar, no es lo más habitual a encontrar. La teórica feminista Hélène Cixous, en quien nos apoyamos, defiende que el hombre es quien ha creado la historia de la gorgona a través del miedo al deseo por su género opuesto, ya que para él el cuerpo femenino es una amenaza (Christobel, 2018).
Para la autora Isabel Ortega, Medusa sufrió tres exilios. El primero, lo entiende como el de su propio cuerpo al tratarse de una materia heterogénea que une a varios monstruos y de ahí su aspecto terrorífico. El segundo aborda el lugar desconocido donde habita, aquel al que ningún ser osa acercarse. Por último, su cabeza. Una vez que el personaje mitológico muere, esta pasa de manos en manos. Es por ello que la ya mencionada autora defiende que Medusa con su exilio es considerado un personaje trágico que siente y padece, pero que su poder ha sido arrebatado y con él todos los vínculos que le ligaban, por ejemplo, a sus hijos: Crisaor y Pegaso. A Medusa se le niega la maternidad, entre otras negaciones como la del habla. Se comunica a través de las serpientes que tiene como cabellos (Ortega Rion, 2017).
Por lo tanto, nos encontramos ante un personaje en cuyo mito es tratado como una villana, cuando en realidad estamos ante la verdadera víctima.
Otro punto es que en ella se ha querido ver a una víctima de violación o abuso sexual, un juicio en el que la otra parte queda totalmente impune. La petrificación, su «maldición», es el horror del suceso en sí, el castigo que la lleva a un fatídico final. Con campañas como #MeToo la visión de la gorgona se transforma por completo para darle visibilidad y empoderamiento a la víctima. No es una Medusa abatida, ni mucho menos, sino una representación —más allá del arte digital, pues incluso atraviesa la piel con los tatuajes—cuyo significado es pura simbología de fortaleza, valentía o lucha. Convirtiéndose en un personaje y en un icono importante para este sector de la población que por desgracia se ha visto afectado por tales episodios. Sin abandonar el símbolo de protección como usaba la diosa de la sabiduría, porque busca recuperar lo que se le ha quitado, arrancado: el poder… Y ahí, reside la importancia de las Medusas actuales.
Bibliografía
Hesíodo (1978). Teogonía. Luarna Ediciones.
Ovidio (1981). Metamorfosis. Editorial Bruguera.
Ortega Rion, I. (7 de febrero de 2017). Medusa, el silencio del monstruo. https://raco.cat/index.php/Aurora/article/view/322569
Píndaro (1883). Odas. Editor Luis Navarro.
Hastings, C. (6 de mayo de 2018). Medusa: una víctima de violación convertida en monstruo. Infobae. https://www.infobae.com/america/vice/2018/05/06/medusa-una-victima-de-violacion-convertida-en-monstruo/