Reflexión sobre el conocimiento arqueológico que posee parte de la población. Encuesta realizada a personas mayores de 54 años.
La disciplina arqueológica surgió como una mera actividad recreativa en la que aristócratas y mecenas buscaban ampliar sus ricas colecciones; y contribuir, en incremento, a las exposiciones de los museos nacionales. Inevitablemente, estas acciones y las novelas del siglo XIX y principios del siglo XX (con los géneros literarios «Lost Wold» y «Pulp») han generado una visión romántica que ha sido heredada por grandes productoras del cine. En las décadas de los 80 y 90 empezaron a proyectar películas sobre arqueólogos aventureros e intrépidos. Con ello, se llevó a cabo una proyección simbiótica entre el romanticismo e idealismo de los primeros grandes descubrimientos arqueológicos y la acción, sin frenos, de hombres y mujeres que buscaban objetos que salvarían el mundo. En medio de todos ellos, se encontraba la sociedad, la cual ha ido adquiriendo una percepción distópica de qué es la Arqueología y cómo trabaja realmente un arqueólogo (Quixal, 2019: 17 y 18; Folgarait, 2018: 6).
Por esto mismo, se ha realizado una encuesta con una serie de preguntas generales y globales sobre la actividad arqueológica. La edad de los participantes comprende entre los 54 años hasta los 81 años. A lo largo del siguiente artículo iremos desglosando las respuestas y destacando las más relevantes.
Este breve análisis parte con la siguiente cuestión: ¿qué es lo primero que piensas al oír la palabra «Arqueología»? El cine y los grandes medios de masas han difundido la idea (conscientes e inconscientemente) de que la Arqueología se encarga de buscar objetos significativos de la Historia, ya sea por su belleza, por su importancia o por los mitos y leyendas que los rodean, además de la antigüedad de los mismos (Tejerizo, 2011: 393). Nuestros encuestados dieron respuestas tales como: «estudio de las civilizaciones que nos han precedido», «investigación y descubrimientos antiguos» o «edificios históricos antiguos y otros elementos». No obstante, la mayoría coincide en la palabra «antigüedad». Esto nos lleva al punto de que toda actividad arqueológica desarrollada en periodos más modernos y contemporáneos no es considerada por la sociedad. Esto se puede deber a ser periodos más recientes, periodos que cuentan con un amplio volumen de fuentes documentales donde la especulación y la teorización no posee tanta libertad a diferencia de etapas más lejanas cronológicamente, donde la Arqueología posee un gran peso documental frente a otras fuentes.
Respecto a la metodología que sigue el arqueólogo, las películas tampoco reflejan la realidad. El trabajo de campo es muy importante, pero no se debe obviar que el mayor tiempo transcurre en la realización de trámites burocráticos, cuestiones administrativas y trabajos de laboratorio. La gran pantalla muestra excavaciones basadas en la llamada «search and retrieve», es decir, «buscar y recuperar» objetos que respondan a los intereses personales, económicos o recreativos del propio arqueólogo-excavador. Una Arqueología en la que los fines justifican los medios y no importa lo catastrófica que puede llegar a ser, lo relevante es obtener la pieza (Tejerizo, 2011: 395-398; Quixal, 2019: 26).
Volviendo a la encuesta, se formularon varias preguntas. Una de ellas era si conocían la metodología del arqueólogo, con la que obtuvimos 6 SÍES, 16 NOES y 2 SIN RESPUESTA. Otra cuestión fue si la Arqueología es una disciplina científica. En este caso 17 participantes respondieron SÍ, 6 NO y 1 SIN RESPUESTA. Se preguntó por el uso de la Matriz de Harris (Figura 2), obteniendo los siguientes resultados: 2 participantes respondieron que SÍ la conocían, 21 NO y 1 SIN RESPUESTA. Finalmente, preguntamos si la actividad del arqueólogo era excavar fósiles de dinosaurios. Esta cuestión obtuvo 17 SÍES, 6 NOES y 1 SIN RESPUESTA. Lo más destacable de estos resultados es el desconocimiento del trabajo arqueológico, en general. Este desconocimiento va desde el cómo trabaja y qué herramientas utiliza (como la Matriz de Harris) y qué tipo de vestigios estudia el arqueólogo, confundiéndose con la labor del paleontólogo. Positivamente, se debe destacar el alto resultado de SÍES de la pregunta sobre el carácter científico de la disciplina.
Sobre el perfil del arqueólogo, la imagen que se ha dado es estereotipada e idealizada. El cine ha proyectado una figura más aventurera que profesional. El buscatesoro más célebre, Indiana Jones (figura 1), cumple con el prototipo de varón de media edad (30-45 años), soltero, sin responsabilidades, con una alta masculinidad, heterosexual y perteneciente a una sociedad occidental, con una formación académica dudosa, pero con grandes habilidades combativas. Por otro lado, el papel de la mujer arqueóloga filmada es secundario y dependiente, actuando como un apéndice del «verdadero arqueólogo masculino». Además, destacando por su sensualidad, su función como mujer-florero y una falsa independencia femenina, como ocurre con el caso de Lara Croft. Es decir, las películas muestran a una mujer supuestamente empoderada y con todas las capacidades para encontrar grandes piezas históricas. No obstante, esta presunta emancipación se hace desde la perspectiva patriarcal de la mujer como elemento sexy, sin objetividad y que necesita la valoración positiva masculina (Tejerizo, 2011: 400-402; Quixal, 2019: 27).
A nuestros encuestados les formulamos la pregunta de que si pensaban que figuras como Indiana Jones y Lara Croft reflejan la realidad del arqueólogo. Entre nuestros participantes, obtuvimos 8 SÍES, 15 NOES y 1 SIN RESPUESTA. Estas respuestas muestran que parte de la sociedad reconoce que las películas proyectan un panorama más propio de la ficción que de la realidad (Figura 3). No obstante, por mucho que se pretenda separar ambos conceptos, para el espectador sigue siendo tarea difícil.
Respecto a la contribución de la sociedad y la labor de ésta en pro de la Arqueología y del patrimonio común, se realizaron una serie de cuestiones. Se preguntó sobre qué se debe hacer si encontramos un posible objeto arqueológico. Se ofrecieron tres opciones: «excavar para verificar si es un objeto arqueológico, y llamar a las autoridades competentes estando seguros»; «llamar a las autoridades competentes y no intervenir hasta su llegada»; o «puedo excavar porque soy arqueólogo y guardarlo en mi casa hasta que vengan las autoridades competentes». La mayoría de los participantes seleccionaron la segunda opción, 23 encuestados para ser más exactos. Se preguntó sobre el conocimiento y la utilidad de las Cartas Arqueológicas Municipales. En este caso, se obtuvieron 3 SÍES, 20 NOES y 1 SIN RESPUESTA. Otra cuestión albergó el asunto sobre la gestión del patrimonio de las Comunidades Autónomas. 14 participantes respondieron que existe un Plan General a nivel nacional al que están sometidos todos los yacimientos arqueológicos. 8 de ellos respondieron que estos enclaves están gestionados bajo un Plan Propio de la Comunidad Autónoma. Y sólo 2 encuestados respondieron SIN RESPUESTA.
Estos datos revelan que la sociedad conoce, en cierta medida, cómo debe actuar ante un hallazgo. Esto cambia cuando se formulan cuestiones sobre el ámbito administrativo y de gestión de los yacimientos y vestigios arqueológicos.
Conclusiones
Para concluir esta breve exposición y análisis de los resultados de la encuesta, se debe mencionar la precariedad de la profesión y los «obstáculos» administrativos. Es una disciplina marcada por el interés político del momento que repercute en el volumen de inversión económica. Para combatir con todo ello y los mencionados anteriormente estereotipos de la profesión, surge una Arqueología «militante» en busca de una Arqueología comprometida y con una exhaustiva autocrítica (Tejerizo, 2011: 403-405).
Tras la realización y lectura de estos datos, el arqueólogo se debe hacer la pregunta: ¿qué podemos hacer para promover la realidad arqueológica? y ¿cómo podemos hacerlo? No se puede culpabilizar de esta visión estereotipada de la Arqueología al cine y a los medios de comunicación. Parte de este desconocimiento surge desde la propia disciplina, la cual ha ido centrándose en sí misma, es decir, en su metodología, sus investigaciones, descubrimientos, etc. Pero, dejando a un lado el carácter social que posee la Arqueología, esta disciplina cuenta con una gran variedad de fines. No obstante, no se puede desechar la idea de que el patrimonio no es solo propiedad de universidades, instituciones y entidades históricas-científicas que investigan y estudian nuestros vestigios, sino que estos restos son muestras de la idiosincrasia de nuestra sociedad, presente y pasada, que debe ser difundida de la mejor manera posible para que forme parte de nuestro futuro. Una sociedad que no conoce su patrimonio no puede reclamar por él.
Bibliografía
Folgarait, A. (2018): ‘Arqueología del siglo XXI: los herederos de Indiana Jones’. Doi: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/arqueologia-del-siglo-xxi-los-herederos-de-indiana-jones-nid2111961/
Quixal, D. (2019): ‘Fórmula y Gloria. Una lectura histórica y arqueológica del universo Indiana Jones’. En Saitabi. Revista de la Facultat de Geografia i Història, 69, pp. 15-31. Universitat de València.
Tejerizo, C. (2011): ‘Arqueología y Cine: distorsiones de una ciencia y profesión’. El Futuro del Pasado, 2, pp. 389-406. Universidad del País Vasco.
Interesantísimo
Muy interesante. Me gustaría otro artículo que explicara el día a día de un arqueólogo.
Felicidades MªDolores Rodas, me ha gustado mucho su articulo, yo tambien tengo una idea bastante romántica de la arqueología y los/as arqueólogos/as.