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El desnudo femenino en el arte (Parte I)

El cuerpo femenino es uno de los aspectos más recurrentes que se han estudiado en el arte tanto en las denominadas Bellas Artes como en el cine. Ha sido objetificado, deseado, sexualizado, cosificado, y, sobre todo, censurado. Si abrimos tan solo un libro de Historia del Arte a dedo podemos observar cómo, al menos, en una página hay un cuadro de una mujer: diosa, aristócrata, prostituta, musa, etc., desnuda por parte de un hombre. ¿A qué se debe ese despojo de lo natural en Occidente? (Esparza-Martínez de Segalerva, 2021, p.5).

Taine exponía en Filosofía del Arte como el ser humano llegaba a la perfección del dominio al natural al observar los cuerpos desnudos de los romanos, pero el paso del tiempo y la impronta de la vestimenta provocó que los artistas bizantinos no fueran expertos en la materia y realizaran obras sin sentimientos. Se trataba de imitar lo que otros ya habían ejercitado anteriormente, es decir, la copia de la copia del artista. Es por ello que eran el vivo reflejo del hieratismo, término artístico que se usa para aquellas obras de arte que no tienen expresión en el rostro. Cabe preguntarse cuándo comienza a cohibirse el desnudo femenino. Con lo anteriormente mencionado de Hipólito Taine hay que aclarar un aspecto: el único ser en la faz de la Tierra que podía desnudarse íntegramente era el hombre. En la Grecia Antigua, la mujer no tenía apenas derechos (por no decir que ninguno), por lo que aún menos podía mostrarse desvestida. Son conocidos los mosaicos de la Sala de las Diez Mujeres en la villa romana del Casale, donde se muestran a féminas en bikini, pero, a diferencia de los tantos que podemos encontrar de su contraparte masculina, siguen mostrándose tapadas en cuanto a sus senos y sexo se refiere. Parece ser que es inexacto marcar un tiempo concreto en el eje de la Historia para definir cuándo empezó el sesgo del tabú del cuerpo femenino. Sin embargo, John Berger defendía que la mujer debe ser contemplada asiduamente —noción surgida en el Renacimiento con la figura de la musa—por lo que aquí, en su justa medida, podemos empezar a ver el objeto del deseo (Berger, 1972, p.26).

Empero, habría que tratar un asunto importante o, al menos, trazar una pequeña visión de la evolución del cuerpo femenino y como todo cambia cuando quien crea es una mujer. En la Biblia se recoge la siguiente cita:

«Tan pronto lo comieron, se dieron cuenta de que estaban desnudos y sintieron vergüenza. Entonces cosieron hojas de higuera para cubrir su desnudez»

Génesis 3:7

En ella, extraemos cómo tras comer el fruto prohibido tanto Adán como Eva sienten vergüenza. Por lo tanto, la vergüenza es una consecuencia del pecado. Todo ello tiene relación tanto con la mujer como con el pecado, y como a esta a lo largo de la Historia se le ha tachado de inmoral. A su vez, el arte también ha bebido de ello, sobre todo con la llegada de la Contrarreforma donde a la mujer sólo se la podía incluir de forma individual para reflejarlos (Roca Muguruza, 2011, p.197). Un ejemplo al uso son las representaciones de María Magdalena, pues no hay que olvidar como durante siglos la Iglesia ha manchado su  figura. Hay que matizar como el desnudo y el erotismo en un momento de represión sexual y el tabú que trajo consigo no hizo más que germinar y construir el arte de lo erótico. Pues muchas de las obras sagradas tenían cierto matiz sensual.

En el Renacimiento se vuelve la vista al pasado griego y es aquí, sobre todo en Italia, donde el Humanismo tiene su principal fuente. El hombre, como varón, es el centro del mundo y en la medida de todas las cosas es este el que gira en torno a él. El mirar a la Antigüedad consistió en recuperar también las fuentes, los mitos, por lo que el desnudo se enfocó y se vinculó a lo profano acaparando el gusto cortesano de la época. Siendo ya en su etapa final donde se llega a su apogeo abriendo el camino al Barroco. 

Figura 1. Nacimiento de Venus, 1485-1486, Botticelli, óleo sobre tabla. Galería Uffizi. Fuente.
Figura 2. Magdalena penitente, talla de madera policromada,Gregor Erhart, Siglo XVI. Louvre. Fuente.

Aunque no deja de ser contradictorio como en un momento de pleno conocimiento del cuerpo humano, por sus posturas, por lo exótico, por el hombre como ser individual, nazca el pudor y lo moral. Como se ha mencionado anteriormente, esto se debió al ya conocido Concilio de Trento; donde pese a que el tema de Diana bañándose seguía siendo uno de los más cotizados, el desnudo se volvió motivo de burlas en cuanto al «real» se refiere (Val Cubero, 2004, pp. 67). Con el Barroco, todos los parámetros renacentistas son llevados al extremo. Lo mitológico sigue beneficiándose de lo femenino, siendo aquí, en esta preferencia por lo profano y pagano donde se explore; ya que la presencia de esto en temas históricos o retratos religiosos era considerado indecoroso. No obstante, si bien Bernini fue capaz de llevar el mármol a su mayor esplendor, donde parecía hundirse en carne, Rubens se consideró el pintor del canon estético de este periodo por excelencia. Sus cuerpos carnosos fueron realizados no solo para enfatizar el deleite, sino también como tema de denuncia como puede ser en el Rapto de Orítia (c.a. 1620) en el que se trata la violación que supone un rapto y esa dualidad de lo anciano ante lo joven.

Figura 3. El rapto de Oritía por Boreas, Rubens, 1620, óleo sobre lienzo, Academia de Artes Viena.Fuente.

Concluyendo, el siglo XIX, donde la Revolución francesa, la industrial y los nuevos avances que trajo consigo acapararon el panorama político, social y económico del momento y, ante todo, el gusto burgués. Porque sí, fue en este preciso momento cuando surge la figura de este este estamento social. Judith Walkowitz escritora de la ciudad de las pasiones terribles menciona un aspecto importante en todo esto: el feminismo burgués y cómo la mujer empezó a tener conciencia de la sexualidad. En un siglo donde nace la moda victoriana, los grandes almacenes, la conciencia y el realismo social, los salones universales, los cabarets, etc., también tuvo sus cánones con respecto a las mujeres. Estas no podían tomar clases al natural, debían de ejercer su papel de sumisas y subordinadas a sus esposos, pudorosas con sus propios cuerpos. No había ni siquiera un estudio del orgasmo femenino, pues este había sido apartado y convertido en tabú. (Val Cubero, 2004, pp. 194-203). Incluso con todo esto, la mujer es tratada de forma despectiva, volviéndose a esos parámetros religiosos en los que se refleja como perversa, maliciosa. Lilith, personaje hebreo, aparece como la capitana de este pensamiento, porque fue quien seducía a los hombres con su cuerpo. El desnudo femenino se toma aquí como una tentación para avisar al hombre de que había que tener cuidado con esas mujeres capaz acapararlo. Sí, el arquetipo de femme fatale que autores como Klimt o los prerrafaelistas tanto han ilustrado y que, sin ir más lejos, el cine del siglo XX también se ha cebado hasta la saciedad de él. Solo hay que ver figuras como Marilyn Monroe, cuyo cuerpo fue ampliamente cosificado, sexualizado e incluso difamado. 

Bibliografía:

Berger, J. (1972). Modos de ver. Modos de ver _COMPLETO_ de John Berger (comprenderparticipando.com)

Esparza-Martínez de Segalerva, C. (2021). La sexualidad del desnudo femenino en el arte occidental. Universidad de Sevilla.

Roca Muguruza, I. (2011). Género y sexo en los confesionales de la contrarreforma. Los pecados de las mujeres en el «Manual de Confesiones y penitentes» de Martín de Azpilcueta. Estudios humanísticos, 33, 195. https://doi.org/10.18002/ehf.v0i33.2887

Taine, H. (2000). Filosofia del arte. Toronto.Val Cubero, A (2004). La percepción social del desnudo femenino en el arte (siglos XVI-XIX) : Pintura, mujer y sociedad. Universidad Complutense de  Madrid.

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