ArqueoTimes.es

Sabiduría, poder y diversidad: Construcción visual de los Reyes Magos

El episodio de la Adoración de los Magos constituye uno de los temas más persistentes y versátiles del repertorio iconográfico cristiano. Su presencia se rastrea de forma ininterrumpida desde la Antigüedad tardía hasta la contemporaneidad, adaptándose a las sensibilidades teológicas, estéticas y culturales de cada época. Esta durabilidad se explica tanto por su potencia narrativa como por su capacidad para vehicular discursos simbólicos relacionados con la universalidad del cristianismo, la legitimación del poder y la relación entre fe y conocimiento (Mâle, 1922, pp. 56-70).

El único relato canónico que menciona a los magos se encuentra en el Evangelio según San Mateo (2, 1-12). Allí se alude a unos visitantes procedentes de Oriente que, guiados por una estrella, llegan a Jerusalén para adorar al «Rey de los judíos» recién nacido. El texto, sin embargo, es notablemente sobrio: no se especifica su número, ni sus nombres, ni su condición regia, ni su procedencia concreta. Esta ausencia de detalles generó, desde época muy temprana, un vasto proceso de construcción simbólica impulsado por la exégesis patrística, la tradición litúrgica y, de manera fundamental, por las artes visuales (Schiller, 1971, pp. 58-88).

.

A partir de este núcleo narrativo, la cultura cristiana configuró una compleja red de significados que convirtió a los magos en representantes de los pueblos gentiles, en encarnaciones de la sabiduría antigua y, posteriormente, en monarcas que someten los poderes terrenales ante la divinidad. La iconografía resultante no solo refleja la evolución del pensamiento cristiano, sino también los cambios en la percepción europea sobre el mundo, la diversidad étnica y la legitimación de las estructuras políticas (Jensen, 2000, pp. 32-49).

.

1. Los orígenes iconográficos: los magos como sabios orientales

Las representaciones más antiguas del tema se encuentran en el arte paleocristiano de los siglos III y IV, particularmente en las catacumbas romanas de Domitila, Priscila o los santos Pedro y Marcelino. En ellas, los magos aparecen como tres figuras masculinas que avanzan hacia María, sentada con el Niño en su regazo. Aunque Mateo no menciona el número de visitantes, la tradición iconográfica fijó muy pronto el grupo en tres, probablemente por analogía con los dones —oro, incienso y mirra— o por influjo de modelos romanos relacionados con tríadas votivas (Schapiro, 1944, pp. 60-65).

El atuendo de estos primeros magos sigue los códigos visuales empleados por el arte romano para representar a los pueblos orientales: túnicas cortas, pantalones ajustados y gorros frigios. Más que monarcas, se presentan como sabios o astrólogos, en coherencia con la interpretación del episodio como manifestación del reconocimiento del Mesías por parte de los gentiles. La escena remite también a la tradición romana del adoratio, gesto mediante el cual los pueblos sometidos presentaban regalos al emperador, lo que refuerza el carácter simbólico de la imagen.

En los mosaicos bizantinos, especialmente en la basílica de Sant’Apollinare Nuovo de Rávena (siglo VI), los magos aparecen en actitud dinámica, casi procesional, portando sus dones con gestos enfáticos. Este conjunto es elemental porque introduce las inscripciones con los nombres de Melchior, Gaspar y Balthasar, que se consolidarán progresivamente en Occidente. Sin embargo, aún carecen de coronas y de los atributos regios que caracterizarán sus representaciones medievales (Demus, 1949, pp. 98-104).

Figura 1. Mosaico de Sant´ Apollinare Nuovo, Rávena. (Siglo VI). Fotografía de José Luiz Bernardes Ribeiro. Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 International.  Fuente.

Estas primeras manifestaciones visuales subrayan una idea teológica esencial: los magos encarnan el reconocimiento de Cristo por parte del mundo no judío. En términos iconográficos, constituyen uno de los primeros símbolos de la universalidad del mensaje cristiano.

2. La construcción medieval del modelo regio

A partir del siglo IX, los magos comienzan a transformarse en reyes, un cambio decisivo que responde a factores tanto teológicos como políticos. La liturgia, especialmente la fiesta de la Epifanía, desempeñó un papel central en esta evolución, así como la difusión de textos apócrifos —como el Evangelio Armenio de la Infancia— y las interpretaciones alegóricas de los Padres de la Iglesia. Autores como san Agustín o san León Magno vincularon a los magos con los reinos de la tierra que se someten a Cristo, reforzando su lectura como monarcas.

En manuscritos carolingios y otonianos, así como en capiteles y relieves románicos, los magos ya aparecen coronados y vestidos con atuendos que responden al imaginario de la realeza medieval. Paralelamente, se consolida la idea de que representan las tres edades del hombre —juventud, madurez y vejez— y, desde el siglo XIII, los tres continentes conocidos por la geografía medieval: Europa, Asia y África (Mâle, 1986, pp. 74-82).

Este último elemento introdujo una dimensión racial inédita en la iconografía cristiana. A partir del siglo XIV, y especialmente en el arte gótico del norte de Europa, Baltasar adquiere rasgos africanos. Lejos de ser un simple capricho exótico, este cambio expresa la concepción teológica de la salvación universal y refleja a la vez el creciente contacto de Europa con África subsahariana a través de rutas comerciales y diplomáticas.

Ejemplos notables se encuentran en las puertas de las catedrales de Chartres, Amiens o Estrasburgo, donde la procesión de los reyes se presenta como una marcha triunfal hacia el Niño (Schiller, 1971, pp. 87-102), símbolo máximo del poder divino. En estas obras, la Epifanía funciona como un discurso visual sobre la jerarquía del poder: incluso los monarcas del mundo deben inclinarse ante Cristo.

3. El Renacimiento: lujo, exotismo y humanismo

Durante el Renacimiento, la Adoración de los Magos se convirtió en un escenario privilegiado para la ostentación pictórica. La escena permitía al artista desplegar arquitecturas clásicas, paisajes amplios, animales exóticos y complejas indumentarias, haciendo del tema un escaparate ideal para demostrar virtuosismo técnico y riqueza narrativa.

En la Adoración de los Magos de Gentile da Fabriano (1423, Uffizi), la procesión se transforma en un fastuoso desfile cortesano, poblado de detalles preciosistas y referencias a la cultura del lujo del Quattrocento. Por su parte, Benozzo Gozzoli, en la Capilla de los Reyes Magos del Palacio Medici-Riccardi (1459), convierte la escena en una celebración explícita del poder de la familia Médici, cuyos miembros se reconocen en los rostros de los personajes (Strickland, 2003,  pp. 58-61).

En el Renacimiento también se acentúa la lectura humanista del episodio: los magos encarnan la síntesis entre astronomía, matemáticas y fe cristiana. La estrella se representa a menudo con precisión científica, como sucede en Giotto, quien la interpreta como un cometa —posiblemente influido por el paso del cometa Halley en 1301— en la capilla Scrovegni (King, 2015, pp. 113-120).

La iconografía renacentista refleja, pues, un equilibrio entre devoción, ciencia, cosmopolitismo y autorrepresentación del poder.

Figura 2. (a) Cortejo de los Reyes Magos, Benozzo Gozzoli, 1459 (Arriba). Dominio Publico. Fuente; (b) Adoración de los Magos, Gentile da Fabriano, 1423 (Abajo). Dominio Público. Fuente

4. El Barroco: teatralidad y universalidad

En el Barroco, la Adoración de los Magos adquiere una intensa carga emocional y espiritual, en consonancia con los principios de la estética contrarreformista. La teatralidad, la luz dramática y el uso de composiciones dinámicas buscan suscitar devoción mediante la implicación del espectador.

Peter Paul Rubens, en su Adoración de los Magos (1624, Museo del Prado), otorga a la escena un vigor monumental, en la que los personajes parecen participar en un acontecimiento colectivo cargado de energía. La diversidad étnica y cultural se acentúa, reforzando la idea de que todos los pueblos —desde los más cercanos hasta los más remotos— se unen en la adoración al Niño (Vergara, 2004, pp. 120-132).

En España, Velázquez ofrece una interpretación más sobria y realista del mismo pasaje (1619, Museo del Prado). Los magos aparecen con rasgos contemporáneos, lo que aproxima la escena al espectador y refuerza su dimensión humanizadora. Esta versión del tema subraya la sencillez y dignidad del encuentro, frente al esplendor fastuoso de otras interpretaciones europeas (Brown, 1968,  pp. 87-90).

En el conjunto del Barroco, la Adoración se convierte en una síntesis visual del mundo cristiano, donde el movimiento, la diversidad de razas, la riqueza cromática y el intercambio de miradas constituyen un mensaje universalista profundamente marcado por la espiritualidad del momento.

Figura 3. (a) Adoración de los Magos, Paul Rubens, 1624 (izquierda). Dominio Público. Fuente; (b) Velázquez, Adoración de los Magos, Diego de Velázquez, 1619 (derecha). Dominio Público. Fuente.

5. Significados simbólicos y lecturas contemporáneas

La simbología asociada a los dones —oro, incienso y mirra— se mantuvo estable a lo largo de los siglos. El oro señala la realeza del Niño, el incienso su naturaleza divina y la mirra anticipa su humanidad y su destino sacrificial. Estos tres elementos consolidaron la lectura teológica de los magos como portadores de un conocimiento que abarca las tres dimensiones de Cristo.

La estrella, por su parte, adquirió una dimensión astronómica progresiva. Desde las interpretaciones literales hasta representaciones con apariencia de cometa o cuerpo celeste, la iconografía refleja debates medievales y renacentistas sobre la naturaleza de los astros, su capacidad de anunciar acontecimientos extraordinarios y el estatus que debía atribuirse a tales señales (Jensen, 2000, pp. 100-103).

En las últimas décadas, instituciones como el Metropolitan Museum of Art (2021) o el Getty Museum (Getty Museum, 2019; Collins & Keene, 2019) han revisado críticamente la figura del rey africano, analizando cómo su representación dialoga con las percepciones europeas de la alteridad y las dinámicas coloniales de la Edad Moderna. En este contexto, la imagen de los magos se ha convertido en un espacio de reflexión sobre la diversidad cultural, la construcción de identidades y el poder visual de la iconografía religiosa.

6. Conclusiones

La evolución iconográfica de los Reyes Magos constituye un testimonio excepcional de la capacidad del arte cristiano para reinterpretar un mismo relato según las necesidades espirituales, políticas y culturales de cada época. Desde los sabios orientales de las catacumbas hasta los reyes universalistas del Barroco, su transformación visual refleja tanto el desarrollo de la teología cristiana como los cambios en el horizonte geográfico, científico y mental de Europa.

La Adoración de los Magos ha funcionado históricamente como un espejo donde la cultura cristiana proyecta sus ideas sobre el poder, la sabiduría, el conocimiento del mundo y la diversidad humana. En última instancia, la imagen de los magos constituye una síntesis visual de la historia del cristianismo: un diálogo constante entre fe y razón, y entre lo terrenal y lo divino.

Bibliografía

Acidini, C. (2007). La Cappella dei Magi. Mandragora,  23-28.

Brilliant, R. (1963). Gesture and Rank in Roman Art. Yale University Press,  80-98.

Brown, J. (1986). Velázquez: Painter and Courtier. Yale University Press, 87–90.

Collins, K., & Keene, B. (2019, 9 mayo). A new exhibition explores Balthazar, a Black African king in medieval and Renaissance European art. Getty Iris. The J. Paul Getty Museum. https://blogs.getty.edu/iris/exhibition-to-examine-balthazar-a-black-african-king-in-medieval-and-renaissance-european-art/

Demus, O. (1949). The Mosaics of Norman Sicily. Routledge.

Getty Museum. (2019). Balthazar: A Black African King in Medieval and Renaissance Art [Exhibition documentation]. The J. Paul Getty Museum.

Jensen, R. M. (2000). Understanding Early Christian Art. Routledge,  32–49;  100–103.

King, D. (2015). The Star of Bethlehem and the Magi. Princeton University Press, 120-113.

Mâle, É. (1922). L’art religieux du XIIIe siècle en France. Armand Colin,  56–70; 93–96.

Mâle, É. (1986). Religious Art in France: The Late Middle Ages. Princeton University Press, 74–82.

Metropolitan Museum of Art. (2020). In Pursuit of the Magi. The Metropolitan Museum of Art.

The Metropolitan Museum of Art. (2021). Exploring representations of the Black Magus in European art. The Metropolitan Museum of Art. https://www.metmuseum.org/perspectives/articles/2021/5/exploring-black-magus-in-european-art

Onians, J. (2007). Art, Culture and Nature in the Italian Renaissance. Yale University Press,  45-69.

Schapiro, M. (1944). The image of the Magi in early medieval art. The Art Bulletin, 26(1), 7–20; 60–65.

Schiller, G. (1971). Iconography of Christian Art (Vol. 1). Lund Humphries, 58–88.

Schiller, G. (1971). The Adoration of the Magi in Renaissance iconography. En Iconography of Christian Art (Vol. 1, 87–102. Lund Humphries.

Strickland, D. (2003). Saracens, Demons and Jews: Making Monsters in Medieval Art. Princeton University Press, 58–61.

Vergara, A. (2004). Rubens: The Adoration of the Magi. Museo Nacional del Prado / Paul Holberton Publishing, 120–132.

.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

ArqueoTimes.es
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.