Desde hace ya varias décadas, se ha desarrollado un profundo interés, por parte de la arqueología, para estudiar los restos y las evidencias materiales de la guerra civil española. Estos estudios no solo sirven para entender mejor los hechos ocurridos, sino que además pueden aportar una nueva visión con nuevos datos que ayudan a comprender mejor la violencia que se desató en el país entre los años 1936 y 1939. Como afirma Alfredo González Ruibal, la guerra civil es, posiblemente, el conflicto más estudiado arqueológicamente, aunque todavía queda mucho por investigar (González Ruibal, 2023, p.13).
La Bolsa de Bielsa
En marzo de 1938, pocos días después de que finalizara la batalla de Teruel, las tropas nacionales del general Franco lanzaron una potente ofensiva contra el frente aragonés con el objetivo de llegar al Mediterráneo y cortar el territorio republicano en dos. La campaña terminó a mediados de abril del mismo año, con una rotunda derrota para las armas republicanas que no lograron detener a las tropas nacionales y fueron completamente arrolladas hasta que el frente se estabilizó entre los ríos Ebro, Segre y la Noguera Pallaresa (Martínez Bande, 1976, p. 48).
Debido al rápido avance de las tropas franquistas, la 43ª División republicana quedó cercada por la 3ª División de Navarra en los valles pirenaicos aragoneses, en lo que posteriormente sería conocida como la Bolsa de Bielsa. Las tropas republicanas, aunque aisladas y en inferioridad numérica, pudieron resistir entre el 3 de abril, cuando se separaron del grueso de las tropas republicanas que se retiraban en dirección a Cataluña, y el 16 de junio, momento en que atravesaron la frontera francesa ante la imposibilidad de prolongar más su resistencia (Salas Larrazábal, 2006, p. 2316).
Durante este período de tiempo, la mayor parte del perímetro defensivo de la 43ª División permaneció tranquilo, aunque en ciertos momentos se llegó a luchar con gran intensidad para controlar las escasas vías de comunicación, las cumbres estratégicas y los puertos de montaña. Este fue el caso del collado de Sahún y el Cabo Pientes (Martínez Bande, 1976, p.49).
Estudio arqueológico de las fortificaciones del collado de Sahún
Para acceder al interior del perímetro defensivo de la 43ª División tan solo había dos vías de comunicación principal donde podían utilizarse carros y vehículos, el camino de Castejón de Sos a Plan y el de Aínsa a Laspuña. Ambas carreteras terminaban uniéndose en Salinas de Sín hasta llegar a Bielsa. Por esta razón, en los alrededores de estos dos ejes se produjeron los principales choques armados.
El camino de Castejón de Sos hasta Plan pasaba por un alto puerto de montaña conocido como el collado de Sahún. Debido a su importancia estratégica, los republicanos optaron por fortificar las alturas de alrededor aprovechando los recursos disponibles en la zona y la propia orografía accidentada del terreno. En la zona, todavía se pueden localizar un buen número de estructuras de la época en forma de cabañas construidas con piedra seca, parapetos, trincheras, nidos de ametralladoras y pozos de tirador.

Las posiciones defensivas del collado de Sahún eran privilegiadas ya que desde Cabo Pientes y el Cerro de Marradetas se tenía un gran dominio, no solo del collado de Sahún sino también de la vaguada de Barbaruens y el valle de Esera.
La mayor parte de las fortificaciones consisten en pequeñas trincheras excavadas a la misma roca y reforzadas con parapetos de piedra seca. En cada uno de los diferentes puntos fortificados se encuentran los restos de pequeñas cabañas que servirían a los soldados para resguardarse de las inclemencias del tiempo en alta montaña.
Las fortificaciones del Cabo Pientes, a diferencia de los demás puntos, consisten en todo un perímetro defensivo con todos los ángulos cubiertos ya que se trata del punto más elevado y por tanto, el resto de posiciones dependían de ésta. En algunos tramos se conservan algunas vigas de madera lo que podría indicar que algunas secciones de trinchera tenían un techo. Desde el Cabo Pientes hasta el collado de Sahún o la vaguada de Barbaruens las fortificaciones republicanas siguen las crestas rocosas aprovechando el accidentado terreno.
La principal debilidad de las fortificaciones republicanas era el sector sur, en la Sierra de Chía. Mientras el collado de Sahún y la vaguada de Barbaruens se hallaban bien defendidas, el sector sur había quedado muy desprotegido, quizás, porqué el terreno en este punto era muy accidentado y no parecía posible un ataque desde este sector. Este sería un error que tendría graves consecuencias.
Las evidencias del combate: La caída del collado de Sahún
Las posiciones defensivas comprendidas entre Cotiella y la frontera francesa quedaron designadas a los soldados de la 102ª Brigada Mixta. El 9 de junio fueron asaltadas las posiciones de dicha brigada por parte de la 2ª Agrupación Moriones y la 4ª Agrupación Lombana de la 3ª División de Navarra. En poco tiempo cayeron las posiciones de Barbaruens y Cotiella y las tropas nacionales se prepararon para asaltar el collado de Sahún (Escribano Bernal, 2005, p.326).
El 9º Tábor de Regulares de la 2ª Agrupación aprovechó la falta de fortificaciones al sur de la Sierra de Chía para poder escalar la ladera sin ser molestados por los republicanos y tomar posiciones antes de asaltar el Cabo Pientes. No obstante, los republicanos ya habían detectado los movimientos y se pertrecharon en sus posiciones defensivas. Los soldados de la 2ª Agrupación asaltaron las fortificaciones republicanas con el apoyo de dos baterías de 105 milímetros y otra de 65 milímetros. (Berfua, 1995, p.163). A pesar de estar en inferioridad, los republicanos ofrecieron una enconada resistencia antes de retirarse. Al final de la jornada, las tropas nacionales habían logrado ocupar el collado de Sahún y avanzar en dirección a Plan, aunque habían sufrido 92 bajas a cambio de 10 soldados republicanos muertos y otros 18 prisioneros (Escribano Bernal, 2004, p.163).
Las evidencias de estos combates todavía se pueden observar sobre el terreno. La presencia de diversos fragmentos de metralla y espoletas de artillería son la evidencia material de la contundencia del asalto de las tropas nacionales. También se encuentran numerosos casquillos de bala y peines de fusil que demuestran cómo fue el asalto.
Conclusiones
Para ir terminando, a la arqueología de la guerra civil española todavía le queda mucho por aportar. En el presente artículo solo se ha pretendido mostrar algunas de las evidencias materiales y constructivas del conflicto que todavía se conservan alrededor del collado de Sahún, aunque sin llegar a profundizar. Una intervención arqueológica más profunda podría aportar mucha más información acerca de cómo vivieron los soldados que guarnicionaron dichas posiciones además de mostrar de forma más detallada cómo transcurrieron los acontecimientos en dicho lugar.
Bibliografía
Berfua, F., (1995). En el pasado se sufrió la tragedia de la guerra. Sobrarbe Revista del Centro de Estudios de Sobrarbe, 12(2), 157-169.
Escribano Bernal, F., (2005). Guerra Civil Aragón II Imágenes, Delsan Libros.
Escribano Bernal, F., (2004). Guerra Civil Aragón Tomo I, Delsan Libros.
González Ruibal, A., (2023). Tierra Arrasada Un viaje por la violencia del Paleolítico al siglo XXI, Editorial Planeta.
Martínez Bande, J. M., (1978). La Batalla del Ebro. Servicio Histórico Militar Monografias de la Guerra de España,-N.º13, Librería Editorial San Martín.
Salas Larrazábal, R., (2006). Historia del Ejército Popular de la República III. De la ofensiva de Brunete (junio de 1937) a la batalla de Aragón y la división de la zona republicana con la llegada de los nacionales al Mediterráneo. La Esfera de los Libros.