Aunque documentarse sobre los principales paradigmas o los yacimientos más famosos en prehistoria no es en absoluto criticable, a menudo se generaliza una sensación de que la prehistoria queda reducida a pequeños enclaves de la geografía española, ignorando que, aunque no en todas las provincias se haya encontrado una Atapuerca, en casi todas podemos hallar evidencias prehistóricas. Con este artículo se pretende hacer autocrítica y al menos por una vez darle importancia a zonas que pasan desapercibidas y que a menudo nos rodean. En esta ocasión, queremos presentar una breve síntesis de los trabajos y hallazgos en materia de prehistoria en el entorno de El Cuervo de Sevilla.
Introducción
El Cuervo de Sevilla es una pequeña población situada en el sur de la provincia de Sevilla, perteneciente hasta 1992 al término municipal de Lebrija, pero hoy ya independizada. Su término municipal linda con el de Jerez de la Frontera, en la provincia de Cádiz, siendo anecdótico que una de las calles de la población pertenece administrativamente al término contiguo.
En materia de Historia, la gran mayoría de escritores de la zona se han visto atraídos por otros núcleos como Jerez de la Frontera, Mesas de Asta y Lebrija, siendo El Cuervo motivo de pocas menciones hasta muy entrado el siglo XX. Ya dentro del pasado siglo, los escasos documentos han referido muy por encima sobre las cronologías prehistóricas para centrarse en la aparición de los primeros mesones, ventas y casas de postas. A ésta, y a las cuestiones relativas a la segregación de la población es a donde la literatura ha dado en bien profundizar, abordando muy efímeramente las cuestiones prehistóricas.
Una pregunta puede surgir a este respecto. ¿A qué se debe el escaso interés sobre estas cronologías? Aunque no pretendemos dar una verdad absoluta, nos parece interesante detenernos un instante y reflexionar aportando varias posibilidades, no excluyentes.
Opción A) Que exista mayor interés por cuestiones históricas recientes que, hasta cierto punto, influyen más en el día a día o cuyo conocimiento aporta una mejor comprensión de la actualidad.
Opción B) Que el conocimiento prehistórico haya sido tan escaso, que abordarlo suponga para el interesado un verdadero reto.
Aunque se pueden presentar muchas otras opciones, es posible que en estas dos quede gran parte de la responsabilidad con respecto a la situación actual. Por desgracia, lo divulgativo y lo científico no suelen ir de la mano, y en muchas ocasiones los artículos científicos quedan confinados para los científicos, sin que el público general conozca de su existencia o tenga los conocimientos básicos para la comprensión de los tecnicismos usados. Por el otro lado, también es habitual encontrar trabajos de divulgación llevados a cabo por amateurs que no están sometidos a revisión alguna por ningún comité de científicos. El caso de El Cuervo de Sevilla es un buen ejemplo en donde los pocos trabajos existentes de divulgación apenas profundizan o incluso esquivan estas cronologías, mientras sí existen trabajos científicos relativos al entorno. Presentaremos, así pues, e intentando realizar una introducción a esta zona a partir de los datos científicos, una síntesis de los trabajos arqueológicos y prehistóricos en el entorno de El Cuervo de Sevilla.
Los estudios arqueológicos en el entorno
Para comprender cómo aparecen los primeros estudios, habrá que desarrollar una pequeña síntesis en donde podamos ver cronológicamente el proceso investigador. A grandes rasgos, hasta 1980 no existen más que referencias aisladas sobre los hallazgos de restos líticos con apenas descripciones tanto en contexto como en tipología. Alguno de estos casos son documentados por Hugo Obermaier en 1925, en la zona de Arcos, relativo al periodo musteriense; por Quintero Atauri en 1934, en la Playa de los Corrales; o por J.M. Gómez Tabenera, en 1968, documentando la aparición de cantos tallados entre Jerez y Medina Sidonia. Otros investigadores asociados a estos parajes son E. Vallespí, F. Díaz del Olmo y G. Álvarez.
Tendría que ser a partir de 1984 cuando un equipo compuesto por E. Aguirre, F. Borja, E. Carbonell, M. I. Molina, J. Ramos, J. Rodríguez y E. Vallepí abordarían una de las prospecciones superficiales más destacables. Posterior a éstas destaca la primera campaña en 1989 en torno a la cuenca del río Guadalete, en la zona El Portal-Torrecera, llevadas a cabo por F. Giles Pacheco, A. Santiago Pérez, J.M. Gutiérrez López, E. Mata Almonte y L. Aguilera Rodríguez, quienes documentan y detallan la conocida como Fuente de la Salud, junto a El Cuervo. Las referencias sobre la misma vienen, según indican, de los arqueólogos A. Caro Bellido (de Lebrija) y de J. F. Ramos Muñoz (de Cádiz), mencionando la aparición de un bifaz en cuarcita.
Posterior a esta prospección sería la llevada a cabo por J. Ramos y R. Rodríguez en el término de Jerez de la Frontera en 1990. Con esta prospección, la información prehistórica en la zona daría un vuelco al identificarse detalladamente desde el Paleolítico medio hasta la Edad Media los distintos yacimientos encontrados, intentando, desde un punto de vista procesualista, establecer las posibles relaciones hombre-medio en el entorno.
Obviando los aspectos paleontológicos del entorno, la prehistoria queda documentada en el entorno para el Paleolítico Inferior-Medio concretamente en el Achelense Superior, con la identificación de los yacimientos de Laguna Tollón 1, Laguna Tollón 9 y Peñas del Cuervo-Fuente de la Salud. En su registro se han podido documentar cuarcitas y areniscas como materias primas para la confección de bifaces, lascas y núcleos, con técnicas como la de talla levallois.
En el siguiente periodo, desde el Paleolítico superior hasta ya entrados los inicios del Neolítico, se observa un vacío poblacional según las prospecciones de J. Ramos y R. Rodríguez en 1990. Seguidamente, desde el Neolítico se daría una repoblación junto con un hábitat ininterrumpido hasta nuestros días. En estas cronologías será cuando aparezcan espacios identificados funcionalmente, concretamente talleres y zonas de hábitat alrededor de la Laguna de los Tollos y de las Peñas de El Cuervo. Con el Neolítico Final se documenta a extracción de sílex de las Peñas del Cuervo, además del uso de la arenisca y de la cuarcita. Los restos de cerámicas en estas cronologías son también más frecuentes, lo que ha ayudado a una identificación más precisa.
En la Edad del Cobre se observan ya dos áreas de ocupación en el entorno. Una vinculada a las Peñas del Cuervo y otra a las Marismas, en donde en todo momento los asentamientos respetan la posible línea de costa del momento (referente a las marismas). De las materias primas, se pueden destacar las rocas subvolcánicas procedentes de la sierra contigua, Sierra de Gibalbín, de donde se extraerían tanto la riolita, como andesita y la diorita para la talla lítica. A medida que avanza el tiempo, el utillaje pulimentado ocupa un mayor protagonismo en piezas de tipo azuelas, cinceles, martillos o hallas, así como piezas de molinos, moletas o elementos de hoz. Con respecto a la cerámica, se han documentado cerámica tipo Campaniforme en al menos cuatro yacimientos y tipo Cogotas en al menos otros tres. La riqueza arqueológica de la zona persiste en el tiempo incluso hasta los periodos orientalizantes.
Podemos ver cómo, salvo en el periodo del Paleolítico Superior, desde el Paleolítico Inferior hasta hoy en día ha habido asentamientos en el entorno, y todo esto, contando únicamente con información procedente de hallazgos aislados y de prospecciones superficiales. ¿Qué se podría llegar a conocer si las administraciones invirtieran en un recurso existente en la zona? ¿Qué ocurriría si en vez de contar con información de prospecciones contásemos con excavaciones en extensión? A pesar de que las administraciones no pasan por sus mejores momentos económicamente hablando, quizás invertir en cuestiones patrimoniales de manera inteligente acabe por resurgir un recurso que, si se descuida, puede desaparecer, como de hecho, está desapareciendo.
Conclusiones
Aunque en esta breve entrada sólo hemos presentado de manera general algunos datos, creemos que con ellos se puede comprender que en muchas de las zonas que habitualmente parecen estériles arqueológicamente, si indagamos en la documentación, aparecen sobre la mesa evidencias suficientes como para ilustrar un paisaje prehistórico totalmente distinto al baldío que podíamos prever. El entorno de El Cuervo de Sevilla posee una serie de características que lo convierten en un lugar idóneo, ya sea como punto de abastecimiento en torno a la laguna o como punto de control de territorios desde Gibalbín.
*Este artículo (con modificaciones) fue publicado por este autor en la ya desaparecida revista digital Tempora Magazine.
Bibliografía
- RAMOS MUÑOZ, J., GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, R.: «Prospección arqueológica superficial en el término municipal de Jerez de la Frontera (Cádiz). Campaña 1990». Anuario Arqueológico de Andalucía 1990.
- BARRIONUEVO CONTRERAS, F.; AGUILAR MOYA, L; GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, R.: «Prospección arqueológica superficial del extremo noroccidental de la provincia de Cádiz. Campaña 1994». Anuario Arqueológico de Andalucía 1994.
- GILES PACHECO, F.; SANTIAGO PEREZ, A.; GUTIERREZ LOPEZ, J.Mª.; MATA ALMONTE, E.; AGUILERA RODRIGUEZ, L.: «Prospecciones Arqueológicas superficiales En La Cuenca Del Rio Guadalete. 1ª Campaña (1989)». Anuario Arqueológico de Andalucía 1989.
- TOMASSETTI GUERRA, J.M.; CARO BELLIDO, A.: El Cuervo de Sevilla: en el centro de una Historia. Primera parte (Prehistoria – Edad Media). Cádiz. 1999.