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La arqueoastronomía: ¿qué es realmente esta disciplina emergente?

Figura 1. El complejo de Stonehenge en un momento de alineación con el sol. Fuente. Licencia: CC BY-SA.

Las estrellas siempre han cautivado al hombre, pero el estudio de cómo lo han hecho es en ocasiones polémico…

A través de los tiempos y los lugares, las sociedades humanas han prestado atención al cielo, bien por motivos de supervivencia, bien tratando de encontrar una explicación desde un punto de vista mitológico, religioso o científico. Desde la orientación y posición en el plano terrestre hasta el simbolismo detrás de los astros, el impacto que el estudio de estos fenómenos ha tenido en distintas sociedades es de gran interés académico. Por ello, analizaremos una pequeña parte de esta fascinación estelar, concretamente cómo la estudiamos hoy en día desde el punto de vista académico. Indagaremos en la disciplina de la arqueoastronomía, que por su condición de ciencia multidisciplinar se halla en constante cuestionamiento de sí misma y de lo que comprende. También trataremos de encontrar una definición comprensiva que no ahonde demasiado en casos particulares, sino que estudie el patrón general detrás de cómo se aborda hoy en día el estudio de los astros en las sociedades pasadas.

Si bien la disciplina cuenta ya con más de un siglo de experiencia tras los primeros trabajos sobre la orientación de las pirámides egipcias en el siglo XIX (Esteban, 2003, p. 2), existe cierto debate sobre cuáles son sus límites de estudio. De hecho, como sugieren las profesoras Cerdeño Serrano y Rodríguez Caderot (2009, p. 17), la disciplina se halla actualmente en una redefinición para poder asentar sus fundamentos y poder ocupar un lugar en el ámbito científico. Se trata de un área que, por su amplitud y por los distintos conceptos que se han asociado a ella, no ha encontrado una definición clara por el momento. 

La primera suposición lógica al examinar el término es que éste se trate de la ciencia que combina técnicas de la astronomía con técnicas arqueológicas. En palabras de Edward Krupp: 

«El estudio interdisciplinario de la astronomía prehistórica, antigua y tradicional en todo el mundo, en el marco de su contexto cultural. En este estudio se incluyen tanto fuentes escritas como arqueológicas, abarcando los siguientes tópicos: calendarios; observación práctica; cultos y mitos celestes; representación simbólica de eventos, conceptos y objetos astronómicos; orientación astronómica de tumbas, templos, santuarios y centros urbanos; cosmología tradicional y la aplicación ceremonial de tradiciones astronómicas».

(Belmonte Avilés, 2016, p. 1)

Si bien esta definición ahonda en los métodos de estudio, Belmonte Avilés (2016, p. 1) destaca que se encuentra limitada, ya que «deja de lado la intersección de la astronomía y las ciencias sociales en los campos de la historia de la astronomía y la etnoastronomía», dos campos que, a su juicio, pueden aportar valiosa información. Es por ello que resalta el término de «astronomía cultural» como más adecuado para la definición de Krupp, y que hace énfasis en la existencia de diversas ramas emergentes de la combinación de la astronomía y las ciencias sociales, aunque siempre se trata de estudios antropológicos y en ningún caso vinculados a la ciencia de la astronomía como tal (Belmonte Avilés, 2016, p. 1).

El académico Rolf Sinclair sugiere una definición de arqueoastronomía como «los estudios acerca de la interpretación que el ser humano ha hecho de los fenómenos celestes a través de la historia y la prehistoria, cómo los han utilizado y qué función cumplieron en sus culturas» (Polcaro, 2009, p. 223). En ella, identifica algunos rasgos significativos de la disciplina: la arqueoastronomía mezcla astronomía con arqueología, como dice Polcaro. Aún así, es importante resaltar una vez más que en todo caso es la primera la que complementa a la segunda, y nunca se trata de una rama de la astronomía. La arqueoastronomía analiza los restos arqueológicos en correlación con la posición de las estrellas, añadiendo la perspectiva etnológica al tratar de vincular estas correlaciones con la simbología que podrían desempeñar en las sociedades que las construyeron. Hace, además, una profundización en las diferentes subramas que surgen de la unión de astronomía y arqueología agrupadas dentro del término «astronomía cultural», diferenciando arqueoastronomía (bajo la definición presentada anteriormente), etnoastronomía (la influencia que la interpretación de los fenómenos celestes ha tenido en el folclore y la tradición de culturas actuales), astronomía histórica (la evolución de las técnicas de análisis del firmamento anteriores a la invención del telescopio) e historia de la astronomía (la historia de la disciplina nacida en el siglo XVII con la invención del telescopio por Galileo en 1609).

César Esteban aporta una definición más escueta: «el conocimiento del desarrollo de la astronomía en las sociedades prehistóricas y de la antigüedad dentro de su contexto cultural» (2003, p. 1), resaltando una vez más la dimensión social y añadiendo el contexto cultural al estudio. No obstante, ha de tenerse en cuenta que previo a la invención de Galileo, no podemos hablar de la disciplina de la astronomía, por lo que estas interpretaciones a las que se refiere no pueden considerarse como propias.

Finalmente, conviene destacar una serie de controversias presentes en la disciplina. Rescatando el argumento de Andrea Polcaro (2009), existe determinada controversia acerca de si la arqueoastronomía requiere de evidencias arqueológicas concretas. Pese a la posición de autores como Botswick y Judge (Polcaro, 2009, p. 223), otros, como Aveni, sostienen que «los datos históricos y antropológicos deberían de bastar para demostrar el interés astronómico de los autores de un objeto en particular» (Polcaro, 2009, p. 223). Esto nos devolvería a la definición de Krupp, anterior en el tiempo y que ya destacaba los distintos métodos que pueden ser empleados para la interpretación. El autor zanja argumentando que, para que sean considerados buena praxis, los estudios han de contar con alguien formado en arqueología, para garantizar la dimensión arqueológica y antropológica, y alguien con formación astronómica para asegurar que las mediciones y el encaje de éstas con los objetos estudiados son correctos (Polcaro, 2009, p. 224).

El otro punto a resaltar son las limitaciones que encuentra la disciplina en este cuestionamiento de sí misma. Vito Francesco Polcaro indica cómo el poco rigor científico de algunos trabajos que asocian su nombre al de la disciplina, así como la formación puramente humanística de la mayoría de los arqueólogos, hacen que la evidencia presentada por la arqueoastronomía sea puesta en duda por la comunidad académica (2016, p.2). Aquí vuelve a cobrar importancia lo recién expuesto sobre las buenas prácticas, lo cual pone una vez más de manifiesto de qué manera la arqueoastronomía es multidisciplinar y requiere de un trabajo serio y científico para arrojar resultados relevantes.

Figura 2. La ermita de Olleros de Pisuerga, en Palencia, es característica por permitir que un rayo de luz ilumine el altar principal durante el solsticio de verano. Fuente. Licencia: CC0 1.0 Universal.

Por lo tanto, cabe preguntarnos de nuevo: ¿es la arqueoastronomía simplemente la intersección entre astronomía y ciencias sociales? Aparentemente, no. Esta mezcla entre ambos campos genera distintas ramas de conocimiento que, pese a sus límites difusos (Belmonte Avilés, 2016, p. 3), pueden llegar a diferenciarse unas de otras. Como hemos visto, integra una dimensión humana, cultural y social que la diferencia de las otras disciplinas. Por ello, en base a la bibliografía comentada, se ha elaborado la siguiente definición de arqueoastronomía:

«La arqueoastronomía es la intersección entre astronomía y arqueología que, mediante métodos científicos y multidisciplinares, y considerando el contexto cultural y arqueológico a través de fuentes variadas, busca comprender el conocimiento que las sociedades antiguas tenían sobre los fenómenos celestes, y cómo éste influía en sus culturas».

En conclusión, podemos destacar cómo la arqueoastronomía extrae el potencial de la intersección entre ciencias sociales y naturales, y se centra exclusivamente en conocer de qué manera las sociedades antiguas analizaban y eran influidas por los astros, si bien la metodología empleada en ésta es muy diversa y en ocasiones motivo de controversia. Es por ello que la disciplina, que sigue en expansión, tiene un interesante potencial en adelante.

Bibliografía

Belmonte Avilés, J. A. (2016). La arqueoastronomía y su potencial educativo. En R. M. Ros y B. García (Eds.), 14 pasos hacia el Universo: Curso de Astronomía para profesores y posgraduados de ciencias (pp. 180-187). Publicaciones de la red para la educación astronómica en la escuela NASE y Unión Astronómica Internacional (UAI).

Cerdeño Serrano, M. L., & Rodríguez Caderot, G. (2009). Arqueoastronomía: una nueva perspectiva en la investigación arqueológica. Revista Complutum, 20(2), 11-21. 

Esteban, C. (2003). La arqueoastronomía en España. Anuario Astronómico del Observatorio de Madrid 2003.

Polcaro, A. (2009). Man and sky: Problems and methods of archaeoastronomy [Traducción propia].  Archeologia e calcolatori, 20, 223-245. 

Polcaro, V. F. (2016). The credibility of archaeoastronomy: a suggestion from pharmacology? [Traducción propia]. Mediterranean Archaeology and Archaeometry, 16(4) 1-5.

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