Nino Vadick del Solar Velarde es un destacado arqueólogo peruano, especializado en el estudio de materiales arqueológicos precolombinos y la gestión del patrimonio cultural. Su formación académica se ha desarrollado entre Perú y Francia: es doctor en Ciencias Arqueológicas por la Universidad Bordeaux III y el CNRS (2016), máster en Ciencias Humanas y Sociales (2012) y licenciado en Arqueología por la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (2009).
A lo largo de su trayectoria, el Dr. del Solar Velarde ha centrado su trabajo en la investigación arqueométrica de materiales andinos —especialmente cerámica, pigmentos, rocas y suelos— combinando enfoques multidisciplinarios y métodos avanzados de análisis, con un énfasis particular en las civilizaciones marcavalle, mochica, wari e inca.
Actualmente, se desempeña como Responsable del Parque Arqueológico Nacional de Machu Picchu y Coordinador de Investigaciones Arqueológicas en Machu Picchu, bajo el Ministerio de Cultura del Perú. Ha coeditado volúmenes colectivos importantes como Arqueometría: Estudios analíticos de materiales arqueológicos, además de publicar en revistas de alto impacto.

El Dr. del Solar Velarde representa una nueva generación de arqueólogos peruanos que integran el rigor científico con un compromiso profundo hacia la investigación, preservación, gestión, interpretación, mediación y valorización del patrimonio cultural del país.
- La Arqueología es una disciplina fascinante y llena de sorpresa, ¿cómo surge ese interés por ella? ¿Por qué en concreto el mundo precolombino y no otros periodos?
El interés por la arqueología surgió en mí desde pequeño. Cuando niño, mi padre, un habido lector de la historia y cultura universal, equipaba algunas mochilas con fiambres y sombreros y nos llevaba de excursión a los alrededores de la ciudad de Cuzco, espacios donde hasta la fecha se erigen yacimientos preincas e incas, muchos con arquitectura doméstica y otros con arquitectura monumental. Recorriendo estos lugares, quedé sorprendido y fascinado por los materiales del pasado que se habían preservado a lo largo de varios centenares y/o miles de años y por las estructuras que fueron el hogar de poblaciones muy bien adaptadas a las condiciones climáticas y geográficas de la región. Por otro lado, recuerdo que, no muy lejos de casa de mis padres, a un kilómetro de distancia aproximadamente, se emplazaba un sitio arqueológico denominado Marcavalle, un yacimiento cronológicamente vinculado al periodo Formativo cusqueño, con ocupaciones entre el 1000 a.C. y el 600 a.C. Cotidianamente, tenía que cruzarlo cuando debía ir a hacer compras y mandados. Si bien el sitio no posee arquitectura monumental, este presentaba una cantidad importante de materiales cerámicos en superficie (actualmente sabemos que estos materiales corresponden a una de las producciones alfareras primigenias de la región de Cuzco y que Marcavalle habría sido una de las primeras aldeas en lo que posteriormente, más de mil años después, se convirtió en la capital del Estado inca y ulteriormente la vigente ciudad de Cuzco). Entonces, cada vez que caminaba por este yacimiento, de pequeño, me quedaba asombrado de las formas, las decoraciones, los acabados y otros aspectos materiales de la alfarería de superficie. Me gustaba tomar notas de campo incipientes, intentar medir los fragmentos, dibujar aproximadamente los artefactos y leer acerca de la arqueología local en la biblioteca que mis padres constituyeron en casa, la misma que, a la fecha, se ha venido ampliando periódicamente y posee algunos volúmenes interesantes y de consulta actual en el estudio y conocimiento del pasado prehispánico andino.
Ahora bien, el hecho de estar rodeado de la materialidad representativa de la arqueología regional y tener un acceso a bibliografía de especialidad ha sido clave en mi interés de conocer e investigar el mundo precolombino. En ese sentido, analizada mi vocación, tomé la oportuna decisión de estudiar arqueología en Cuzco, la capital arqueológica de América, en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco. Posteriormente, obtuve una beca en la Pontificia Universidad Católica del Perú, en la capital del Perú, Lima, para seguir cursos de pregrado en la misma ciencia. En ambas casas de estudios, los profesores fueron claves ya que cimentaron mi vocación y fomentaron la curiosidad y la rigurosidad en la investigación, gestión, protección, mediación y difusión de la importancia de los materiales arqueológicos de Perú, materiales que no solo son importantes per se, sino porque dotan, de alguna forma, de identidad a la nación. Finalmente, la búsqueda de especialización y perfeccionamiento profesional me impulsó a pensar en nuevos horizontes académicos, tomando la correcta decisión de formarme en Europa en los campos de la arqueometría, las ciencias aplicadas, la gestión de colecciones y la mediación patrimonial, todo esto a través del desarrollo de posgrados en la academia francesa, una academia reconocida internacionalmente por su humanismo y su alta valoración al conocimiento, a la educación y a las artes.
- En su extenso currículum, destaca la labor que realiza como jefe del Departamento de Investigación Arqueológica del Parque Nacional Arqueológico de Machu Picchu, ¿cuáles son los principales retos a los que se enfrenta? ¿Cómo afecta el reconocimiento cultural de ser Patrimonio Mundial al desarrollo de la práctica arqueológica?
Si bien la investigación arqueológica que se desarrolla en el mundo andino enfrenta variadas problemáticas, esta posee un conjunto de posibilidades y potencialidades únicas. Pienso que existen muchos retos que enfrenta la investigación en Machu Picchu, de los cuales se pueden destacar tres. El primero corresponde al desafío de conocer con mayor detalle los aspectos tecnológicos de las producciones cerámicas al interior del parque arqueológico, el mismo que incluye Machu Picchu y otros sesenta sitios. Las iniciativas de investigación al respecto se han dado, sustancialmente, desde la academia norteamericana, con grandes avances y propuestas que permiten pensar en la coexistencia de producciones alfareras importadas y locales en época precolombina. Precisamente, nuestro aporte a la discusión se realiza desde sitios menos monumentales a Machu Picchu, pero cronológicamente más complejos al poseer ocupaciones preincas. El segundo reto es afinar, a través de la aplicación de tecnología de vanguardia y estadística avanzada, la cronología absoluta de la ocupación preinca e inca en el parque. Esta labor viene siendo impulsada a través de proyectos y convenios de cooperación internacional con instituciones europeas. Finalmente, el tercer desafío es mejorar nuestro conocimiento, con especificidad científica, sobre el uso y la función de los monumentos que se encuentran en la red de caminos inca del PANM. Si bien las intervenciones de conservación y puesta en valor han sido claves en proponer los posibles usos y las actividades que se han desarrollado en estos espacios alrededor de Machu Picchu, creemos que debemos comenzar a focalizarnos en cada uno de los monumentos y seguir desarrollando trabajos de investigación específicos en sus sectores con el objetivo de develar sus orígenes y cronología, los cambios en sus expresiones arquitectónicas a lo largo del tiempo y el funcionamiento de los espacios a partir de restos materiales de superficie o excavación.
En torno a la segunda pregunta, creemos que el reconocimiento de ser Patrimonio Mundial afecta positivamente al desarrollo de la práctica arqueológica en el parque por las siguientes razones. Por un lado, la exposición de Machu Picchu al mundo como un espacio único por sus características culturales y naturales ha permitido que diversos equipos de investigación internacional de los Estados Unidos, Italia, Polonia, Japón, Corea del Sur, Brasil, Belice, España, Francia, entre otros, participen activa y cooperativamente en el intercambio de conocimientos y sobre todo en el registro, investigación y conservación de los monumentos del parque. Actualmente, estas cooperaciones permiten que el reconocimiento de la importancia de Machu Picchu, desde un ángulo estrictamente académico, perdure sosteniblemente a través del tiempo. Por otro lado, el reconocimiento como Patrimonio Mundial hace que las instituciones estatales peruanas que regulan y participan a la conservación de los componentes culturales y naturales del parque, como son el Ministerio de Cultura del Perú y el Ministerio del Ambiente del Perú, articulen labores y trabajen activamente y de manera altamente coordinada. Asimismo, al existir otros actores técnicos y políticos competentes dentro del parque, como son los gobiernos locales y regional, así como órganos supranacionales que constantemente evalúan las acciones técnicas puestas en marcha, como la UNESCO, la práctica arqueológica se desarrolla con mayor supervisión y rigurosidad tomando en cuenta la fragilidad del patrimonio presente en el lugar.
- Hace poco se inició una investigación contra unas influencers por el uso indebido de la Llaqta con fines publicitarios, lo cual está estrictamente prohibido. ¿Cómo se protege Machu Picchu de caer en la “mercantilización” o trivialización que ya han sufrido otros lugares patrimoniales en el mundo?
Machu Picchu, por su importancia, características y valores únicos y excepcionales, se constituye internacionalmente como imagen representativa del Perú. Proteger a Machu Picchu y a otros sitios del Patrimonio Mundial del país de la mercantilización es una tarea ardua y bastante compleja. Un análisis de nuestra experiencia a la cabeza de Machu Picchu, nos permite proponer que la primera y principal forma de actuar es a través de la educación en diferentes escalas y ámbitos. A escala local y nacional, la educación desde los primeros grados hasta la formación universitaria es clave y debe ser reforzada tomando en cuenta el concepto de que el patrimonio (material e inmaterial) es una fuente de identidad, de conocimiento y de continuidad social. Su uso y gestión turística sostenible es igualmente importante en el desarrollo económico de la región, siempre que la conservación del mismo se priorice. A escala internacional, la educación a partir de la sensibilización sigue constituyendo un camino seguro y sensato para que el visitante sepa que Machu Picchu no solo fue una hacienda real en tiempo de los incas, sino que constituye un espacio y lugar sagrado para la sociedad local y nacional. En segundo lugar, una manera de trabajar en contra de la mercantilización o trivialización de Machu Picchu es reforzando las acciones de comunicación estratégica e integral. A través de estas acciones, se puede dar a conocer la normativa vigente nacional, como actividad preventiva, para la visita del monumento, informando que no solo se trata de un espacio arquitectónico estética, formal y arquitectónicamente único, sino que posee valores intrínsecos asociados a lo que muchos especialistas en cultura inmaterial denominan sacralidad andina. Como lo mencionamos anteriormente, Machu Picchu no solo es un yacimiento único debido a sus valores arqueológicos, arquitectónicos o de ingeniería, sino que representa un espacio que posee valores culturales inmateriales que se asocian al culto, en el mundo andino, de la armonía entre naturaleza y producción humana.
- Además de intervenir en Machu Picchu, ha participado en numerosos yacimientos arqueológicos, ¿con cuál se quedaría de ellos? ¿Por qué?
Han sido numerosos los sitios donde he tenido la suerte de trabajar y/o cooperar en términos de investigación antes de Machu Picchu. Cada uno de ellos es importante ya que, por su singularidad, han sido espacios de aprendizaje, retroalimentación y formación profesional constante. Si debería quedarme con uno de ellos, la decisión es muy difícil, pero creo que elegiría al yacimiento de Marcavalle. Como lo comenté anteriormente, Marcavalle y su cerámica fueron claves en las decisiones vocacionales que tomé y, al trabajar y excavar arqueológicamente en él hace casi una década, pudimos expandir de alguna manera los conocimientos sobre el funcionamiento de la primera aldea y ocupación en el valle del Cuzco, milenios antes de la urbe inca viera la luz. Este grupo de primeros habitantes del 1000 a.C. ocupó un espacio único del valle, a orillas del río Cachimayo, explotando fuentes de sal locales, domesticando camélidos y el maíz, trabajando la obsidiana y produciendo e importando cerámica. En los contextos que hemos excavado con un equipo de profesionales nacionales altamente capacitados y especialistas en este desarrollo temprano, hemos logrado analizar con nuevas tecnologías y desde nuevos enfoques y perspectivas las primeras producciones alfareras regionales, hemos caracterizado las primeras manifestaciones de ritualidad en contextos aldeanos, y hemos identificado satisfactoriamente conductas de modificación corporal, avanzando de forma concreta en el conocimiento de este periodo. No quisiera cerrar la respuesta a esta pregunta sin indicar que, actualmente, producto de las relaciones de cooperación internacional, estamos trabajando con un ánimo particularmente especial y afortunado en sitios multicomponentes de margen derecha del río Vilcanota, entre las localidades de Piscacucho y Qoriwayrachina, dentro del parque nacional de Machu Picchu, donde los conocimientos obtenidos en Marcavalle han sido claves para proponer hipótesis de ocupación y la permanencia de redes de comercio desde los periodos tempranos.
- Por su formación, ha conocido la realidad académica de América y Europa, ¿qué destacaría de ello? ¿En qué difieren y se unen ambos mundos?
Sin duda alguna, haber participado de la academia americana y europea es un activo importante en la carrera intelectual que he podido encaminar. Podría destacar que, conocer ambas realidades, me ha permitido observar, de manera mucho más específica y reflexiva, las principales corrientes, mecanismos, estrategias, metodologías, problemáticas y hasta las formas del tratamiento administrativo vinculado a la práctica arqueológica. No menos importante, pienso que las realidades académicas en dichos mundos son, de alguna manera, una suerte de reflejo de sus sociedades, con sus activos, pasivos, peculiaridades y particularidades. Conocer dichas realidades me ha permitido, sin duda alguna, forjar un carácter, una personalidad y una individualidad que recoge lo mejor de ambos universos. Asimismo, destacaría la importancia de haber generado un profundo vínculo humano, siempre universal, sentido y vivido en ambas realidades. Ese vínculo ha permitido que, a manera de eslabón, con el manejo de varios idiomas, pueda participar en la generación de trabajos colaborativos y cooperativos a escala internacional en beneficio del patrimonio peruano.
Ahora bien, ambos mundos tienen, naturalmente, algunas diferencias. Por ejemplo, aún existe contrastes en el acceso a una mejor logística y equipamientos, así como en la manera en la que se percibe y valoriza el desarrollo científico como parte del interés general de la nación. Gracias a la cooperación internacional y el acceso a la información, estas diferencias comienzan satisfactoriamente a ser menos evidentes y notorias. Finalmente, es de conocimiento general que Europa es un mundo donde se han dado muchos cambios sociales, políticos y culturales y donde la arqueología ha dado pasos amplios para integrarse sin mayor conflicto al campo de las ciencias experimentales. América, por su parte, es un mundo donde aún, a pesar de la tendencia de la globalización general, es posible acceder al conocimiento, por ejemplo, de las técnicas y formas del pasado, lo que permitiría tener un acceso privilegiado al conocimiento de las sociedades tradicionales.
- En muchas universidades de Europa, se considera a las culturas andinas como exóticas, ¿hasta qué punto es errónea o correcta esta idea?
Esta idea no es errónea per se si entendemos la definición de exótico como algo que proviene de un país y cultura lejanas y diferentes, o algo que es extraño, fuera de lo común o es poco habitual. Me permito pensar que, actualmente, este fenómeno sería en realidad recíproco, ya que lo mismo pasaría en la academia arqueológica andina cuando se discute o analiza, por ejemplo, los desarrollos cerámicos tempranos en las costas mediterráneas de España o los mecanismos clásicos de explotación de materias primas líticas en los pirineos franceses. La noción de exótico sería entonces fundamentalmente bidireccional. Ahora bien, del conjunto de discusiones, conversaciones y encuentros académicos, he comprendido que el mundo andino, por su geografía altamente compleja, sus variados y múltiples ecosistemas y sobre todo por su la lejanía del viejo mundo, es visto o posee un aura de singularidad, sin que esto manifieste en lo absoluto aspectos positivos o negativos. De la experiencia en ambos mundos, y siendo de conocimiento general, es pertinente señalar que las formaciones académicas sobre las culturas andinas en universidades europeas son de alta calidad, aunque naturalmente no son muy numerosas: en muchos casos, como es habitual, las arqueologías locales y regionales están más presentes en las aulas europeas que las arqueologías de otros paralelos y meridianos del mundo. Ahora bien, las herramientas de comunicación virtual y el intercambio ágil y veloz de conocimiento a través del internet hacen que las comunidades académicas de ambos mundos se conecten con mayor eficiencia, lo que permite que los desarrollos andinos cada vez sean más conocidos y accesibles en términos académicos.
- ¿Se sigue haciendo una historia eurocentrista? ¿Cómo se refleja eso en la práctica arqueológica?
La pregunta es muy interesante y no tiene una sola respuesta. De un lado, es innegable que el conocimiento teórico y la misma ciencia arqueológica, tal como se conoce y se aplica contemporáneamente, tiene gran parte de sus orígenes en el viejo mundo. Los conceptos de base nacen del saber y de prácticas empíricas centenarias. Eso puede generar que, muchas veces, se siga percibiendo que la historia del nuevo mundo se escribe con una pluma europea. Entonces, ¿la noción de andinidad se construye a partir de una visión eurocéntrica? No necesariamente, y es que la historia andina, así como sus identidades, actualmente se construye a partir de diversas fuentes, técnicas, aproximaciones, algunas de ellas externas y otras propias o intrínsecas. Al respecto, en estos últimos años, la práctica arqueológica americana viene incluyendo nociones, conceptos y categorías locales y regionales para la comprensión del fenómeno local y regional, lo que es un gran avance en el proceso de caracterización más ajustada de su materialidad. Por ejemplo, actualmente existe una tendencia de dejar de discutir sobre el “arte rupestre” local y evaluar la “killka”, palabra del idioma quechua que engloba el fenómeno gráfico en el mundo andino sin connotaciones artísticas. En la práctica arqueológica andina contemporánea es posible ver reflejados ambos mundos conceptuales, apoyándose y enriqueciendo la discusión. Soy alguien que piensa que ambos caminos o maneras de interpretar el registro arqueológico no se suprimen entre ellas, una a otra, sino que se alimentan y permiten tener o contar con más herramientas para una comprensión más adecuada del pasado andino.
- Usted es ejemplo de que la Arqueología es una ciencia que recurre a los análisis arqueométricos, yendo más allá del aventurero romántico que la mayoría de la población tiene en su imaginario, ¿podría explicar a nuestros lectores en qué consiste esta disciplina? ¿Qué interés científico tienen sus aportes?
Uno de los primeros libros de arqueología que tuve entre manos fue un regalo de mis padres y versaba sobre la visión científica que se debía tener sobre el pasado. El libro, en sus primeras páginas, recoge esa idea de que el arqueólogo, en el imaginario colectivo, es un aventurero romántico, de sombrero y con machete en mano, recorriendo montañas y abriéndose camino en densas junglas. La realidad de dicha imagen es más compleja. No se puede negar el hecho de que muchos arqueólogos son apasionados de las expediciones más complejas y retadoras; sin embargo, la práctica arqueológica es mucho más sutil y tiene no solo fines de descubrimientos expedicionarios. El objetivo central de esta ciencia, a mi parecer, después de varios años de práctica, es identificar los procesos sociales y humanos del pasado, tratar de comprenderlos, identificar similitudes y conductas universales y diferenciar formas en las que, como especie, nos expresamos y hasta solucionamos o resolvemos conflictos y problemas individuales o grupales. El pasado es una fuente rica de información para reconocernos en él y analizar como interactuamos con el mundo, que posibles errores cometemos como sociedad, y que estrategias se pueden emplear para solucionar problemáticas que tienen que ver con el interés común. Para hacer todo esto, no solo es necesario generar los trabajos de campo del tipo clásico, como la prospección y excavación, sino también emplear las técnicas, equipos y metodologías científicas de laboratorio que usualmente son aplicadas en el mundo de las ciencias naturales. En ese orden de ideas, la arqueometría puede ser definida como aplicación de métodos y técnicas de las ciencias experimentales a materiales del pasado para la resolución de problemáticas arqueológicas. El reconocimiento de patrones, de tecnologías, de procedimientos y de conductas no se puede lograr solamente a través de los sentidos, sino que se requiere el uso de técnicas que nos permitan observar con mayor profundidad y rigurosidad las características intrínsecas de los restos dejados por las sociedades que nos antecedieron. El uso de equipos como microscopios y espectrómetros, entre otros, son claves para conocer la naturaleza material profunda de los artefactos del pasado y contar con mayor información para los procesos interpretativos. Cómo ejemplo del interés científico de la aplicación de técnicas y equipos de laboratorio en los Andes, podríamos destacar que el análisis químico de cerámicas, de obsidianas y de fuentes de materias primas ha permitido establecer que estas, en algunos contextos sociales y políticos determinados, se producían y explotaban en lugares muy alejados de donde fueron hallados. Eso nos ha permitido reconocer con certeza y objetividad que las sociedades precolombinas tuvieron siempre una gran movilidad desde periodos muy tempranos, lo que permitió la existencia de redes de intercambio de materiales e igualmente de información y conocimiento de producción.
- Las políticas públicas han demostrado cómo la cultura es motor de desarrollo social, ¿cómo se ve esto reflejado en Machu Picchu? ¿Cómo se involucra a las comunidades locales en la gestión y beneficios del turismo?
En efecto, a nivel mundial, las políticas públicas culturales debidamente consensuadas y aplicadas son fuente de desarrollo social y también económico. Machu Picchu no es la excepción y constituye un reflejo de eso. Las políticas públicas de los recientes años han robustecido la imagen cultural y patrimonial de este monumento cuya conservación es de interés general ya que socialmente permite a la población nacional unirse como heredera y conservadora de este gran patrimonio dejado por el Estado inca. El vínculo es tan real y concreto que las comunidades locales ejercen un rol crucial en la gestión turística alrededor del bien, como es usual en otras partes del mundo. En Machu Picchu, esa gestión tiene repercusiones en lo social, identitario y económico, a escala local y regional, tomando en consideración que el turismo es la principal actividad en torno al yacimiento. De manera objetiva, el involucramiento se da a partir de la participación de los gobiernos locales y regional en la gestión del parque dentro de la Unidad de Gestión de Machupicchu, instancia reconocida por la UNESCO como un espacio donde los diversos actores al interior del parque manifiestan sus necesidades y requerimientos para una gestión participativa y democrática.
- Para finalizar, ¿qué consejo le daría a aquellos que buscan desarrollar una carrera en la arqueología andina?
Siempre me creí afortunado de identificar tempranamente y validar mi interés por conocer y descifrar la conducta humana. En esos procesos, muchas opciones profesionales surgieron y terminé encaminándome como agente en el desarrollo de la arqueología, una ciencia que cumple con esos objetivos de comprender e interpretar las acciones de nuestra especie a partir de los restos materiales de las mismas. En esa línea, y en el marco específica de su pregunta, me permito dar dos consejos. Primero, de manera general, después de mucha introspección y análisis, de conocer diversos países, sociedades y sus costumbres, y sobre todo después del afortunado despertar de conciencia que me generó la llegada de mi hermoso hijo, creo que es posible mencionar que una persona debe construir su camino (como la construcción de una carrera académica, científica o profesional) en un dominio o universo en el que se sienta pleno emocionalmente y con un propósito transcendental, fuese el que fuese. Este propósito, que puede tener formas clásicas o insospechadas, debe, sin lugar a dudas, no solo resolver la necesidad de uno mismo, sino responder y participar en el servicio al otro y a la comunidad. Probablemente esto puede sonar en alguna medida filosófico, pero la vida es extremadamente corta para que nuestras elecciones y decisiones respecto al camino de vida que deseamos optar deban pasar y ser validadas siempre por los filtros de lo normativo y convencional en el ámbito familiar, social, económico y político. En definitiva, la construcción de un camino o devenir solo puede surgir y llegar a buen puerto desde el acompañamiento con libertad. Segundo, de forma específica, creo que aquellos que buscan desarrollar una carrera en la arqueología andina tienen un campo de acción fascinante, único, excepcional, multilingüe, con una comunidad muy activa, cooperadora y colaboradora, y con muchos aspectos del desarrollo social, cultural, económico y político del pasado andino precolombino a ser investigados y comprendidos para el beneficio de nuestra sociedad y las futuras generaciones.
Puedes encontrar más información sobre Nino del Solar Velarde a través de los siguientes enlaces a sus perfiles y a sus proyectos:
Concytec: https://ctivitae.concytec.gob.pe/appDirectorioCTI/VerDatosInvestigador.do?id_investigador=50915
Researchgate: https://www.researchgate.net/profile/Nino-Del-Solar-Velarde
Academia: https://yppo.academia.edu/NinodelSolarVelarde
HAL: https://cv.hal.science/nino-del-solar-velarde
Entrevistado por:
Mª Dolores Rodas Romero
Área de Comunicación



