Llega el verano, y con él la época de las campañas de excavación. Es el caso del yacimiento arqueológico de la Cova de les Teixoneres, perteneciente al sistema de les Coves del Toll, situado en Moià (Barcelona, España). Cada año, un equipo multidisciplinar de unas 20 personas se reúne para llevar a cabo la campaña de excavación en este yacimiento neandertal. A través de un proceso lento y meticuloso, se van obteniendo los restos que permitirán conocer un poco mejor el comportamiento de estos humanos.
Como en tantas ocasiones, el valor arqueológico de este conjunto de cavidades fue descubierto por casualidad. A finales de la década de los 40, un grupo de excursionistas encontró restos cerámicos pertenecientes al neolítico en buen estado de conservación. Aunque a partir de los años 50 se llevaron a cabo algunas intervenciones, estas excavaciones se dieron de manera intermitente. En el año 2003 comenzaron las excavaciones de forma sistemática a cargo del IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social), que se han ido repitiendo cada año hasta la actualidad. La campaña de excavación de este verano, de aproximadamente un mes de duración, con toda seguridad aportará numerosos restos óseos de fauna y herramientas líticas. Con un poco de suerte, tal vez algún resto humano.
Si los viajes en el tiempo fuesen una realidad, ajustaríamos nuestra máquina del tiempo a hace 50.000 años, y podríamos conocer a los neandertales que visitaban esta cueva de forma recurrente. Estos grupos humanos estuvieron utilizando la cueva como campamento temporal desde hace 200.000 años hasta hace 35.000 años, momento aproximado en el que ocurrió la desaparición de los neandertales. Sin embargo, los humanos no eran los únicos habitantes de la cavidad. Algunos carnívoros, como las hienas, acostumbraban a utilizar esta cueva como cubil. Por lo tanto, las ocupaciones humanas y las de carnívoro se alternaban a lo largo del tiempo. No obstante, se pueden ver diferencias importantes a nivel espacial. Mientras que los carnívoros preferían las zonas más oscuras y profundas de la cueva, los humanos elegían la zona más cercana a la entrada. Una zona dónde podían aprovechar la luz natural y realizar sus actividades cotidianas.
En aquellos momentos del Pleistoceno1, el paisaje alrededor de la cueva sería muy diferente al actual, enmarcado en un clima mucho más frío a nivel global. Tanto los Pirineos como la Cordillera Cantábrica actuaban como una barrera biogeográfica. Esto hacía de la península ibérica un refugio climático idóneo para las especies animales que no estaban adaptadas a climas tan fríos. A nuestro alrededor veríamos animales como mamuts y rinocerontes lanudos, animales de climas templados como el corzo, y animales de gran tolerancia climática como el ciervo, el caballo, la cabra, el uro, el rebeco y el jabalí.
Gracias a las ya nombradas campañas de excavación que se llevan realizando desde el año 2003, podemos conocer toda esta información acerca del modo de vida de estos grupos neandertales y su relación con el entorno. Un equipo formado por unas 20 personas de diferentes ámbitos académicos se encarga todos los veranos de realizar la excavación. A lo largo de todos estos años, se han recuperado miles de restos asociados a las actividades humanas. Por un lado, se encuentran los restos óseos de los animales que fueron procesados por los neandertales. Estos huesos suelen aparecer muy fragmentados y en numerosas ocasiones presentan marcas de corte. Dichas características son indicativas del descarnado de las piezas de los animales y la fracturación de los huesos para acceder al tuétano. Se recuperan incluso huesos animales que estuvieron en contacto con el fuego. En la actualidad, se llevan a cabo investigaciones para concretar qué actividades relacionadas con el uso del fuego realizaban los neandertales.
Por otro lado, se recuperan las herramientas o los restos de herramientas líticas, que nos hablan de los materiales que utilizaban los grupos humanos que visitaban esta cavidad y cómo las configuraban. En lo que respecta a los restos óseos humanos, destacaríamos los hallazgos realizados en la campaña de 2016 y 2017. Se trata de cuatro dientes que por sus características morfológicas se han asociado a la especie neandertal. Tres de esos dientes corresponden a individuos infantiles de entre cuatro y seis años, mientras que la cuarta pieza perteneció a un adulto de avanzada edad. El hallazgo de restos humanos en un contexto de campamento no suele ser habitual, por eso su descubrimiento siempre es muy relevante.
Conclusiones
Para concluir, resulta indispensable recalcar la importancia de este yacimiento arqueológico dentro del marco de las investigaciones sobre evolución humana. Los futuros estudios sobre los materiales recuperados hasta el momento y los que todavía están por descubrir, ayudarán a crear un paisaje cada vez más completo y ampliarán el conocimiento sobre los grupos humanos de la prehistoria. Además, en este complejo arqueológico se realizan visitas guiadas para acercar las investigaciones al público general. Desde ArqueoTimes animamos a nuestros y nuestras lectores y lectoras a disfrutar de la oferta cultural que presentan este tipo de actividades.
Bibliografía
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