Lo más probable que hayáis pensado al leer el título del artículo es ¿quiénes son los roters? Y con razón. De hecho, ni la propia gente de Mallorca los conocía, a excepción de algunos ancianos o amantes de la historia como nosotros. Pero para presentaros el escenario y estos personajes de los que ahora hablaremos, nos tenemos que situar en la isla balear mayor entre los siglos XVII-XX. Era una época en la que la sociedad estaba dividida en diferentes grupos sociales y, por lo tanto, era un periodo donde reinaba la desigualdad y prácticamente todos trabajaban la tierra (Valero i Martí, 1989, pp. 158-159; Alzina i Mestre, 1993, pp. 81-89). Me gusta usar la imagen de la pirámide social: en la cúspide encontramos la nobleza terrateniente –els senyors–, la minoría más rica, y en el escalón inferior y más numeroso, los roters.
Ya vemos que, en un primer contacto, nos podemos imaginar este grupo social como el más perjudicado de la población. Precisamente, los roters los tenemos que entender como los campesinos más pobres y marginados de la Mallorca de esa época. Además, su característica principal era que cultivaban las rotes, de aquí también el nombre con el que conocemos a este colectivo (fig. 1). En resumen: los senyors tenían el control de las possessions, las grandes propiedades de tierra de la isla. Al ser de superficie tan extensa, estas possessions abrazaban diferentes tipos de tierra, zonas fértiles y eriales. Estas partes más estériles –normalmente zonas de montaña con mucha piedra y vegetación silvestre arbustiva– fueron entregadas a la gente más necesitada, de manera que estos campesinos, al llegar a estos duros terrenos, tenían que roturar la tierra para poder empezarla a cultivar por primera vez. De ahí la rota, la tierra quebrada (Valero i Martí, 1989, p. 157).

El análisis topográfico que hemos realizado con el estudio arqueológico nos ha permitido esclarecer un error muy común que se tiende a pensar en la vida de estos campesinos. Cabe preguntarse: ¿los roters, si eran la gente más pobre, debían tener tierras muy pequeñas, no? En realidad, no. Como hemos dicho antes, el roter cultivaba la rota, una parcela que normalmente medía como mínimo, según unidades mallorquinas, una cuarterada –quarterada– (lo que sería equivalente a unos 7103 m2) (Vilanova et al., 2001, p. 71). Como anécdota, a veces se producían conflictos entre los propios vecinos cuando alguno de ellos movía intencionadamente la moixeta –la piedra que marcaba la delimitación de cada parcela–. Era de esperar. Entonces, ¿por qué las rotes tenían tanta superficie? La respuesta es sencilla: al tener tanta piedra y con bajo rendimiento por unidad de superficie, no se tuvo más remedio que practicar una agricultura extensiva y poco productiva (Valero i Martí, 1989, p. 157).
Con la respectiva rota asignada, los roters, ya porque era la única tierra que tenían o porque se encontraban lejos del núcleo de población más próximo, empezaron a construir estructuras para poder vivir en la rota. Por ejemplo, en el caso de Artá, el municipio donde hemos centrado la investigación, las rotes que hemos analizado se encuentran a unos 6 km del pueblo, teniendo en cuenta los desniveles y las zonas de difícil acceso para llegar a estos terrenos. De hecho, si fuéramos un excursionista haciendo senderismo cerca de las rotes, la primera estructura que nos llamaría la atención serían las casetas, el lugar donde vivían las familias campesinas (fig. 2). Entendiendo la filosofía de los roters, con la optimización de los recursos ofrecidos por el entorno, el material más abundante es sin duda la piedra calcárea –muy típica de Mallorca–. En consecuencia, el material pétreo es el principal documentado en las construcciones, organizado a partir de la técnica de la piedra seca –a pesar de que normalmente se utiliza con el mortero de cal–.

Realizando las secciones y planimetrías (Mascaró Massanet, 2023a; Mascaró Massanet, 2023b; Mascaró Massanet, 2023d), nos dimos cuenta que estas casetas de roter siempre tienen una superficie inferior a 50 m2, pero normalmente albergaban entre cuatro y cinco miembros familiares. Además, siguen el mismo patrón de construcción según la arqueología tradicional: planta cuadrada homogénea, una sola vertiente y tendencia a una cubierta de tejas –probablemente reutilizadas– que, al igual que el mortero de cal, ayudaban a dar más impermeabilidad al interior. Asimismo, fue revelador que siempre puertas y ventanas evitan el norte y su viento de tramontana, muy frío y dañino. De hecho, estas características que podrían pasar más desapercibidas como la orientación, nos ayudan a entender que cualquier factor era importante para garantizar la supervivencia de los roters en un entorno muy hostil. Ya en la parte interior de la caseta, podemos encontrar cisternas para el agua de lluvia –ya que es una tierra muy seca–, armarios y raconeres –pequeños huecos– en las paredes y, ocasionalmente, chimeneas para el fuego.
Volviendo al análisis territorial, el mismo entorno nos daba las claves de los dos grandes pilares de estos campesinos: una economía de subsistencia basada en agricultura y ganadería con una dieta diversificada. Al ser zonas de montaña, toda rota tiene bancales –marjades– como sistema agrícola principal y el exceso de piedra nos indicaba que no era posible utilizar herramientas como el arado. Además, muchos árboles frutales de la época quedaron fosilizados sobre el territorio, como almendros, higueras, olivos y algarrobos. En cuanto a los animales, caprinos, équidos, cerdos y gallinas eran los más habituales. Por poneros un ejemplo, se encontraron lebrillos en una estructura de paredes bajas y los testimonios orales nos confirmaron que estos siempre eran utilizados como comederos para los cerdos. Es decir, se trata de ver más allá de simples vestigios y saberlos interpretar correctamente.
Entre otras actividades, encontramos también el contrabando y, sobre todo, el arte de la llatra, objetos de palmito que hacían las mujeres de las familias y que luego vendían al bajar al pueblo. Por lo tanto, eran pocas las actividades que daban ingresos, ya véis que algunas más lícitas que otras. De hecho, en esta prospección superficial que hicimos, especialmente localizamos fragmentos de tres tipos de objetos: cerámica, hierro y vidrio. Lo más abundante fueron, sin duda, los elementos cerámicos –platos, vasos, cuencos, etc.– mientras que los de vidrio, poquísimos. Os preguntaréis: ¿por qué esta ausencia de vidrio? Nuevamente, la respuesta es simple: el vidrio, al ser un elemento caro en esa época, era un lujo para los roters, de manera que, comprendiendo su mentalidad y situación, no se lo podían permitir.
Al final, la arqueología nos ha brindado una ayuda pionera y fundamental para entender in situ más aspectos de los roters y, al mismo tiempo, completar los pocos datos de carácter histórico que se tenían de este colectivo hasta el momento (Mascaró Massanet, 2023a). Hoy en día, estas estructuras están abandonadas a pesar de que la técnica de la piedra seca fuese declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO en 2018 (Mascaró Massanet, 2023c). Si hemos podido rescatar del olvido la figura de los roters, conservemos también sus vestigios.
Bibliografía:
Alzina i Mestre, J. (1993). Població, terra i propietat a la comarca de Llevant de Mallorca (segles XVII / XIX-XX). Municipis d’Artà, Capdepera i Son Servera. Ayuntamiento de Artá, Ayuntamiento de Son Servera, Ayuntamiento de Capdepera y Caixa de Baleares «Sa Nostra».
Mascaró Massanet, B. (2023a). Estudi arqueològic sobre les rotes i el seu entorn immediat del Parc Natural de la Península de Llevant (Artà, Mallorca) [en línea] [Trabajo Final de Grado Arqueología, Universidad de Barcelona]. https://diposit.ub.edu/dspace/handle/2445/203689.
Mascaró Massanet, B. (2023b). La petjada dels roters [en línea]. Revista Bellpuig, 1101, 24-25. https://www.revistabellpuig.cat/lestudi-de-les-rotes-de-barbara-mascaro-premiat-per-la-universitat-de-barcelona/.
Mascaró Massanet, B. (2023c). Qui no coneix, no ho estima [en línea]. Revista Bellpuig, 1102, 25. https://www.revistabellpuig.cat/lestudi-de-les-rotes-de-barbara-mascaro-premiat-per-la-universitat-de-barcelona/.
Mascaró Massanet, B. (2023d). Roters, la pagesia més humil [en línea]. Revista Bellpuig, 1100, 26-27. https://www.revistabellpuig.cat/lestudi-de-les-rotes-de-barbara-mascaro-premiat-per-la-universitat-de-barcelona/.
Rutes Amagades de Mallorca (1967). Imprenta Politécnica. <https://ibdigital.uib.es/greenstone/library/collection/rutesAmagadesMallorca/browse/CL2>.
Valero i Martí, G. (1989). Rotes i roters. En Elements de la societat pre-turística mallorquina (pp. 157-173). Conselleria de Cultura, Educació i Esports del Govern Balear.
Vilanova, B., Cerdà, M., Martorell, A. (2001). Vida i costums a la possessió mallorquina. El Gall Editor.
Un artículo muy interesante. Respecto a las extensiones de las rotas: ¿había muchos roters en la isla? Si las tierras eran muy amplias, ¿no hubo problemas respecto al límite espacial de la isla?
Gracias.
Buenas tardes, María Dolores:
Muchas gracias por su comentario. De cara a las preguntas que ha formulado, le puedo comentar que no se sabe con precisión el número exacto de roters que hubo en Mallorca. Eso sí, eran un colectivo muy numeroso y la gran mayoría de municipios mallorquines tienen rotes. Por ejemplo, en el caso de Artá (el municipio que hemos analizado), un trabajo de Alzina i Mestre (autor mencionado en la bibliografía del artículo) llega a contabilizar en 1827 un total de 185 rotes distribuidas entre 16 fincas (possessions). Al final, como he intentado explicar en el artículo, el número de rotes variaba en función de la possessió a la cual pertenecían. Además, en muchas ocasiones, los roters establecían un contrato verbal con el senyor de la respectiva possessió para trabajar la rota, de manera que esto impide un estudio exacto de los roters. Otro problema reside en que, algunas veces, ciertos roters cultivaban más de una rota, ya fuera en la misma possessió o en varias.
Por otro lado, Mallorca, a medida que pasaba el tiempo, iba en aumento demográfico pero este incremento no iba de la mano de las posibilidades de explotación de la tierra. Esto acabaría generando un fenómeno que la comunidad científica tiende a definir como «el hambre de tierras» y, por lo tanto, utilizar todo sitio para cultivar. En este contexto, los senyors se aprovecharon de la situación generalizada que había. Precisamente, uno de los principales objetivos del sistema de rotes fue, por parte de los senyors, poner en total funcionamiento y sacar el máximo rendimiento a su possessió, incluso en estas partes más estériles y de montaña que tenía la finca, como fueron las rotes. En este sentido, el problema espacial de las rotes no reside tanto a nivel general de la isla (ya que están localizadas en una possessió), sinó entre los propios roters intentando ganar más terreno respecto a sus rotes vecinas (que, como también se ha hecho referencia en el artículo, esto generaba muchos conflictos).
Espero le haya podido responder sus preguntas.
Un saludo.