Desde la salida en 1981 de la película En busca del arca perdida (posteriormente titulada Indiana Jones y los cazadores del arca perdida), la arqueología ha adquirido la imagen popular de una pseudociencia más basada en las aventuras que en la ciencia. Eso, queridos lectores, no es así en realidad. Entonces, ¿qué es la arqueología? Antes de definirla hay que hablar sobre su objeto de estudio, que es la historia. La historia es la ciencia que estudia al hombre a través del tiempo (Bloch, 2013). Pero la Historia se encarga de estudiar los textos; es decir, las muestras escritas de nuestro paso por la tierra; y la escritura surgió alrededor del III milenio a.C. en Próximo Oriente, por lo que todo lo que ocurrió antes no puede ser cubierto por la historia. De hecho, incluso lo que sí llega a cubrir es incierto, pues los textos los escriben siempre gente con poder y riquezas y, por tanto, pueden estar exagerados o alterados. Sin la arqueología no se conocerían las sociedades prehistóricas y habría sociedades como la egipcia, la sumeria o la azteca que tampoco se conocerían o serían casi desconocidas de no ser por la arqueología.

Aquí es donde viene la diferencia entre ambas disciplinas. La arqueología es el estudio del pasado a través de los restos materiales. Según algunos autores, esta ciencia responde a la pregunta de «¿Quiénes somos?», por lo que podemos decir que es la ciencia que nos ayuda a averiguar nuestra identidad (Johnson, 2000). En cualquier caso, lo que podemos asegurar es que es una ciencia interdisciplinar y que los que la estudian son científicos que, más allá de explorar templos perdidos con grandes tesoros (como nos muestra Indiana Jones), realmente lo que hacemos es pura ciencia.
Bueno, ¿Y para qué sirve eso?
Siempre surge la pregunta de para qué sirve la arqueología. Es una eterna pregunta entre quienes no conocen la arqueología y los propios arqueólogos. Como explicar su importancia puede ocupar ríos enteros de tinta y llenar libros, aquí va una pequeña analogía para que lo entendáis. Imaginad que conseguís el trabajo de vuestros sueños, pero es en una ciudad que no conocéis. El primer día, vais por la ciudad y os encontráis un pequeño problema. Debes ir al trabajo al que acabas de acceder y te encuentras una encrucijada. Hay dos calles: una a la izquierda, que según Google da un rodeo más largo y tardarás más en llegar, y una a la derecha más corta y directa pero mucho más pequeña.
Escogéis, obviamente, la calle de la derecha. Andáis por ella y a mitad de la calle, os sale un ladrón de un edificio y os atraca. Al día siguiente debes volver al trabajo y vuelves a la encrucijada.
Ahora, sabiendo que la de la derecha, te llevará al ladrón que a media altura te atracará, ¿volverás andar por esa calle? Seguro que la mayoría respondió que no y esto es porque aprendieron del hecho de haber pasado por ahí, de experiencias pasadas; es decir, de la historia. Esa es la utilidad de la historia, pero resumida a mucha menor escala. Aun así, se sigue asociando la arqueología a desenterrar artefactos y edificios muy antiguos del suelo, dos cosas de las que siempre se dicen que «poco sirven a la sociedad». Esto es falso.
Primero, porque no son objetos inservibles: en Egipto, encontraron momias con indicios de haber sido operadas de cáncer (Tondini et al., 2024, p.6), un descubrimiento que puede ayudar enormemente a la medicina moderna. Y, en segundo lugar, porque no sólo desenterramos cosas aparentemente inservibles, también hacemos una gran labor social.
La labor social en arqueología: Víznar
Es aquí donde os voy a hablar de un proyecto en el que he colaborado en éste último año: la excavación de las fosas comunes del Barranco de Víznar, aquí en Granada. Durante los 3 años que duró la guerra civil (1936-1939) se produjeron muchos fusilamientos en ambos lados de la línea de batalla, aunque para este trabajo destacan los producidos por el bando sublevado.
Aquí en Granada debemos hablar de la actuación del comandante José Valdés, que ejerció el gobierno civil durante la guerra y que fue famoso por su indiscriminada crueldad.

Entre 1936 y 1951 se persiguieron un total 7176 delitos relacionados con la guerra, algunos de los cuales fueron: 1151 delitos de «adhesión a la rebelión», 12 delitos de «ser un huido rojo» (y sí, en los documentos oficiales figura así), 8 delitos de «traición», 3466 delitos de «auxilio a la rebelión», etc. Muchos de estos delitos se penaron con la muerte, aunque en su mayoría fueron condenados con penas de prisión (Cámara, 2014).
Con todos estos delitos registrados, un grupo de arqueólogos de la Universidad de Granada dirigidos por Francisco Carrión Méndez, profesor titular del Departamento de Prehistoria y Arqueología, prospectó la zona del barranco de Víznar, al norte de la ciudad de Granada. Allí localizaron varias fosas comunes que a día de hoy siguen excavando y trabajando dichas fosas en busca de un objetivo muy simple: dar a los familiares de las víctimas la posibilidad de enterrar a sus familiares asesinados durante la guerra y la represión de los años posteriores. En las excavaciones del año 2024 se han podido identificar un total de 39 individuos (Méndez & García, 2024). Estos individuos son llevados al viejo molino del pueblo, donde el equipo montó su laboratorio de campo, y, son estudiados por un equipo profesional de antropólogos forenses.

En el proceso se les extrae una muestra de ADN que se lleva al Laboratorio de Genética de la Universidad de Granada para su posterior muestreo y comparación con el ADN que poseemos de las muestras extraídas de los familiares vivos. Tras realizar las pruebas se ponen los restos a disposición del ayuntamiento, que una vez se conozcan los resultados de las pruebas de ADN, será el encargado de devolver los restos a las familias. Estamos, por tanto, delante de una gran labor social. Sin lugar a dudas, esta labor que realizamos en Víznar ayuda a curar viejas heridas y, desde luego, es una forma magnífica de darle voz a aquellos que siempre han sido silenciados a lo largo de la historia.
Conclusiones finales
Lo que he querido reflejar con todo lo que he contado en este artículo, es que la arqueología es útil y que, además, cubre una labor social. En el caso de España, somos los arqueólogos, y otros profesionales afines, los que nos esforzamos por poder dar dignidad a las personas asesinadas en la tan cruenta guerra que acaeció entre 1936 y 1939. Es nuestra misión darle paz a las familias que casi 100 años después de la guerra, siguen sin haber podido dar sepultura a sus seres queridos.
Pero alejándonos de la guerra civil española, no podemos desprestigiar la labor que hacemos en otros ámbitos. Nada se sabría de la historia mesopotámica o prehistórica sin la arqueología. También servimos para cambiar los paradigmas sociales. Si no fuera por la arqueología, se seguiría pensando que la mujer en la prehistoria tenía la única función de reproducirse. Los arqueólogos no sólo creamos historia, sino que también salvamos aquella historia que parece haber quedado olvidada.
Bibliografía
Bloch, M. (2013). Introducción a la Historia. Madrid: Breviarios.
Cámara, J. H. (2014). Represión y muerte en la provincia de Granada: 1936-1950 (Volumen I). Mojácar: Arráez Editores, S.L.
Johnson, M. (2000). Teoría arqueológica, una introducción. Barcelona, España: Ariel Historia.
Méndez, F. C., & García, D. Q. (2024). Informe arqueológico y antropológico de los trabajos de prospección, localización, excavación y exhumación en el Barranco de Víznar. Granada: Junta de Andalucía.
Tondini, T., Isidro, A., & Camarós, E. (2024). Case report: Boundaries of oncological and traumatological medical care in ancient Egypt: new palaeopathological insights from two human skulls. Frontiers in Medicine, 11. https://doi.org/10.3389/fmed.2024.1371645