José Pérez Negre es doctor en Arqueología, especializado en Egiptología. Actualmente, dirige el Instituto Español de Egiptología y Coptología (IEEC). Desde su licenciatura 1999 en el Departamento de Arqueología, Prehistoria e Historia Antigua de la Universidad de Valencia, ha ido desarrollando diferentes proyectos, siendo lo más recientes: el proyecto PGIS/2023-1E: Análisis del adobe como elemento datacional y constructivo y PICON/2023-3E: Iconografía del poder y de la guerra en Reino Nuevo egipcio.
Su investigación se ha centrado en temas como la Arqueología del Paisaje en Egipto, el estudio de las fuentes testamentarias egipcias, entre otros, complementándose con su formación en Acadio, Copto y Jeroglífico Egipcio. Entre sus numerosas excavaciones, prospecciones, estudios de impacto, trabajos museográficos y de modelado SIG, destaca su participación y dirección en congresos nacionales e internacionales, como PMONARQ/2023-2C: Arqueología y Arquitectura del Monacato Egipcio. Del concepto a la praxis. Esta fructífera aportación al conocimiento del Egipto pasado se refleja en su amplia bibliografía. Tras esta escueta síntesis sobre su trayectoria profesional, comenzamos.
- Buscar su nombre por Internet nos lleva a más de un centenar de intervenciones patrimoniales, congresos, seminarios, etc. y la inmensa mayoría centrados en el mundo egipcio. Ante esto, nos preguntamos ¿por qué Egipto? ¿Qué tiene su historia y su legado que le haya atraído más que otros territorios, pueblos, etapas históricas, etc.?
La verdad es que mi interés por Egipto viene desde prácticamente mi infancia. A principios de los años 80 del pasado siglo XX, mi padre trabajaba entonces como transportista, haciendo viajes semanales con el camión a Centroeuropa, incluyendo Alemania. En aquel momento, no existía la globalización actual,presente en nuestras vidas: Internet, WhatsApp, X, Facebook, etc. Sin embargo, en determinados países, abiertos a nuevos enfoques de masas, los medios de comunicación escritos, como los periódicos de tirada diaria o semanal, se hacían eco de informaciones que llegaban de la otra parte del «Charco». En este sentido, Alemania disponía a finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo XX de un destacado grupo de prensa escrita que, como decía, hacía referencia a «aquello» que acontecía en otros países, tales como USA. Siempre que mi padre viajaba a Alemania, nos traía regalos a mi hermana y a mí. Los envolvía en papel de periódico para que no se rompiesen, dado el traqueteo de nuestro antiguo Leyland, que era muy seguro, pero que cuando ibas dentro de la cabina del conductor parecía que constantemente un terremoto moviera nuestras butacas de copiloto. En mayo del 78, a finales de mes -me acuerdo como si fuera hoy y veo a mi padre entregándome el regalo-, mi padre se acercó y me dijo: «Pepe, mira qué te he traído». Desenvolví el paquete y vi que me había traído algo que yo añoraba desde hacía tiempo, una armónica Hohner. Sin embargo y, pese a la ilusión de la buena nueva, me fijé en el papel que envolvía «lo deseado». Era un periódico alemán, Spiegel, con fecha del 28 de mayo de 1978, que aún hoy conservo, en el que estas líneas rezaban: «Alt-Ägypten ist in vogue: In der Essener Villa Hügel beginnt diese Woche eine Ausstellung; und auch Tutanchamuns Gold, in Amerika schon bestaunt, kommt in die Bundesrepublik», con la consiguiente publicidad gráfica. Hacía referencia al evento, en USA, de una exposición sobre un tal Tutanjamón, titulada «Treasures of Tutankhamun, November 17, 1976 – March 15, 1977’, en la National Gallery of Arts Archives. En aquel entonces tenía 9 años y acababa de comulgar, y a partir de ese día, como el niño ansioso que era, cada vez que mi padre iba a Alemania le preguntaba si tenía noticias de cuando llegaba a Europa el tal Tutanjamón y sus tesoros. Casi dos años después, en los primeros meses de 1980, no recuerdo bien el mes, mi padre me trajo envuelto un libro, que no era sino el catálogo de la exposición que entonces estaba en Berlín. Quedé maravillado, absorto por las figuras de oro, por todos los detalles de un libro que se convirtió en lo más preciado de mi habitación. A finales de 1980, se acercaba mi cumpleaños (23 de noviembre), y mi padre pidió permiso en los Escolapios para que me ausentara, o eso es lo que al menos a mí me dijo. La buena cuestión es que partimos hacia Alemania, mano a mano, y llegamos a München. Después de aparcar el camión, nos fuimos al centro, y vi una cola que a mí me parecía kilométrica. Acababa de cumplir 11 años y mi padre me iba a realizar el mayor regalo de mi vida: asistir, en persona, con entrada numerada, a la exposición de Tutanchamun. Di vueltas y vueltas, empapándome del brillo, de los detalles. Fue un antes y un después en mi formación como persona.
El resto ya es historia. Mi pasión se convirtió, con los años, después de cursar mis estudios universitarios, en un objetivo. Dedicarme a aquello que me deslumbró un 23 de noviembre de 1980 en la «Haus der Kunst» de München. Tras realizar mis estudios sabía lo que quería y, sobretodo, deseaba revivir día tras día la ilusión de lo de lo egipcio. En mi caso, no fue una comparativa entre mundos o civilizaciones, sino el impacto e influjo que sobre un niño de 11 años desarrolló aquella maravillosa exposición que, a la postre, supuso una lectura desde bien joven de todo aquello egipcio o con tintes de serlo que llegaba a las librerías, que no eran muchas, o a la Feria del Libro, o incluso, a través del conocido, en aquella época, como «Círculo de Lectores». Después de mis estudios doctorales, centrados en la arqueología clásica del Egipto romano, el «live motif» de aquel niño estaba cada vez más cerca.
- La historia del Antiguo Egipto siempre ha fascinado al público general. Son conocidas las polémicas por inexactitudes históricas en series de ficción y documentales. ¿Qué opina de la imagen que se difunde del Antiguo Egipto en medios generalistas? ¿Considera que habría algo que corregir o ampliar en esta información que se ofrece y que mucha gente toma por cierta?
Creo sinceramente que a veces somos un poco estrictos con lo que está a nuestro alrededor, máxime si lo analizamos desde la óptica del especialista. Sinceramente creo que todo en mesura es bueno. Sin la «Tutmania» de los años 80, jamás me hubiera interesado por Egipto y, sin las asociaciones culturales o patrimoniales que dedican horas y horas, sin cobrar ni un solo céntimo, muchos alumnos universitarios hoy en día no podrían acercarse a la Egiptología en su primera fase formativa. Egipto fascina, deslumbra, y siempre lo hará. Cuando visitas Karnak, la Sala Hipóstila, el Ajmenu de Tutmosis III, el Valle de los Reyes, Medinet Habu, el Ramesseum e, incluso, el propio zoco de Luxor, y qué decir de las Pirámides, te impresiona y tu mente queda envuelta en un halo cautivador que te lleva a querer ver más y más, a sentirte en armonía con una cultura ancestral que te «arrastra» incluso a «lo obsesivo». El Nilo y las tierras bañadas por él se convierten, de repente, en algo fantástico, en algo que quieres narrar y contar a todo el mundo cuando vuelves a España. He trabajado en Roma y en Grecia, y no hay nada comparable. La Città Eterna siempre estará en mi corazón y alcanzar el Partenón, tras cruzar los Propileos, es un momento indescriptible, una emoción superior que transforma mis sentidos. Un trozo de pizza me transporta al Colosseo y al Panteón de Agripa, al pequeño restaurante Pizza al taglio de la Piazza Minerva; y el olor de un queso frito o de un filete de pescado al barrio de Plaka, a los pies de la Acrópolis. Pero nada es comparable, nada, ni nunca lo será, a la sensación de entrar por el pilón de acceso al templo de MedinetHabu o cuando desciendes con el avión y, en la lejanía más inmediata, vislumbras la esencia de Egipto.
Esta fascinación lleva, en ocasiones, a «lo desmedido», a lo cinematográfico, a un merchandising que en ocasiones desdibuja la realidad. Es cierto, pero es el precio que se debe pagar por amar Egipto. Ir a una sala de cine para ver la «Momia», por poner un ejemplo, no debe convertirse en un examen de aquello que no es científico. Es un momento de relax, de tiempo libre, que disfrutas en soledad o con amigos o familiares. Por lo tanto, creo que debemos saber valorar aquello que este actual consumismo nos «vierte». En nuestras manos está la capacidad de elección, de valorar y discernir qué nos interesa o no. Pero, sinceramente, creo que mucha gente se acerca a «lo egipcio» a través de eventos generalistas y, en principio, creo que no es malo en su justa medida. La visita excesiva de la KV 62 de Tut, casi la convierte en historia, pero sin el aspecto comercial, divulgativo o generalista de la tumba, jamás hubiera podido Howard Carter finalizar la intervención en el West Bank tebano. Siempre habrá puristas que piensen que Egipto es para los especialistas, pero, bajo mi punto de vista, excavar, intervenir, solo tiene un fin: divulgar y enseñar. La cuestión es cómo y en qué medida. Pero muchos niñ@s que en el futuro serán o querrán ser egiptólogos lo serán por haber tenido su primer contacto con lo egipcio a través del cine, de unos dibujos animados, de un libro, una revista o simplemente una pegatina coleccionable.
- Como director del Instituto Español de Egiptología y Coptología (IEEC), ¿cuáles son los principales retos a los que se enfrenta? ¿Cómo surge la idea de crear el IEEC? ¿Cuáles son los objetivos que espera conseguir con este instituto?
Son preguntas que algunos compañeros de profesión me hacen constantemente. Si ya existen entidades que se centran en lo egipcio, ¿por qué y para qué crear el IEEC? Para mi es ciertamente sencillo y fácilmente explicable.
A lo largo de mi trayectoria profesional, después de veinte años trabajando en el ámbito del patrimonio cultural, vislumbras algo que, si bien es obvio, queda en el ostracismo por su propia obviedad y por la celeridad con la que este mundo de hoy en día se desarrolla y nos «arrolla»: la imposibilidad de llevar a cabo tu ilusión, tu pasión, hace que progresivamente pienses que para qué intentar algo que no podrá ser; tu situación financiera o familiar te hace dudar; en algún momento, incluso, habrás podido intentar que alguien te apoye, pero, las puertas se cierran constantemente. Y al final, la negatividad, el duro golpe de la realidad diaria, te lleva a pensar que jamás podrás lograrlo. O del mismo modo, se puede dar la circunstancia de que tienes pasión por Egipto y quieres investigar, pero en tu ciudad natal, donde te has formado, o incluso, en tu propia universidad, no hay nadie que tenga un proyecto en tierras egipcias. Entonces ¿qué puedo hacer?
En la mayoría de los casos, el alumnado universitario ni siquiera piensa dedicarse al mundo de la Egiptología, por las dificultades apriorísticas que plantea.El IEEC surge, entre otros motivos, para ayudar al desarrollo científico de los investigadores noveles, para hacer posible, en cierto modo, el primer acercamiento profesional a una investigación rigurosa sobre el Antiguo Egipto. Y todo ello en un ambiente de colaboración, alejado de los egos, en el que profesionales del sector, ya contrastados, incluso profesores de universidad, conviven a la par en un ambiente investigador distendido, basado en el respecto y en la necesidad de ayudar por ayudar. El centro ofrece tutorización, material bibliográfico y elementos formativos que hacen posible la integración del novel en el proceso investigador. El hecho de disponer de diversas revistas de investigación y de series monográficas en cada uno de los seminarios (Egiptología, Coptología y Cristianismo Primitivo, Griego Helenístico-Período Ptolemaico y, por último, Egipto Romano y Bizantino) permite al investigador que se inicia y al consagrado, compartir un espacio de debate investigador. Los talleres formativos, destinados no a la divulgación sino al desarrollo de procesos científicos, ayudan a un pleno rendimiento de nuestros investigadores juniors.
El instituto, en este sentido, pretende ser referencia a nivel nacional en el ámbito formativo e investigador puesto que posibilita, a través de sus medios digitales, sus plataformas virtuales y sus recursos humanos, una plena integración en el mundo de la investigación de todo aquél que se acerque al centro con ganas de trabajar y formar parte de un proyecto solidario. Este, sin duda, es un reto importante. Pero, siempre desde el respeto a la diversidad de entidades existentes previamente. Cada organismo, asociación o espacio colectivo centrado en el Antiguo Egipto, tiene sus propias metas. Las nuestras no son divulgativas, sino investigadoras
Sin embargo, desde un punto de vista institucional, el principal reto del centro es alcanzar el objetivo fundamental que nos planteamos cuando nuestra entidad vio la luz hace un par de años: desarrollar proyectos de excavación y de intervención patrimonial en Egipto. Y es un reto que está en nuestras manos. Se ha trabajado y se está trabajando de forma seria, rigurosa y profesional para disponer de nuestros propios proyectos de intervención en tierras egipcias. El centro, en breve, merced a sus «mecenas», dispondrá de tres proyectos arqueológicos y patrimoniales en el país bañado por el Nilo, en el país de las «Dos Tierras»: uno en el Bajo Egipto, otro en el Medio, y un tercero, en el Alto. Y es para estar contentos. Ello implicará que nuestro socios e investigadores tendrán plataformas formativas en territorio egipcio para desarrollarse en el ámbito de la Egiptología y la Coptología. Y todo ello sin coste adicional para sus «bolsillos», puesto que nuestro «livemotif» no es otro que ofrecer sin esperar nada a cambio.
No somos una ONG, pero no tenemos ánimo de lucro y sí de ayudar a quien lo necesite. E incluso en períodos concretos que tradicionalmente quedan alejados de lo estrictamente «faraónico», tales como la época ptolemaica, la conquista romana y el posterior desarrollo de Aegyptus, e incluso la fase última, plenamente bizantina, entendiendo ésta como la integración de las tierras egipcias en Bizancio, en el Imperio de Oriente, y los decenios posteriores a la conquista árabe, hasta el Sultanato de Saladino y filiados, incluyendo los periodos de los califatos.
Cuando se alude a proyectos de índole arqueológica y patrimonial no se hace de forma baladí. Excavar es importante, pero difundir lo documentado también. Nuestros proyectos se desarrollan en base a tres pilares fundamentales: excavación, puesta en valor y plena integración de nuestros investigadores en Egipto y de jóvenes talentos egipcios en nuestras plataformas. Nuestra área de «Gestión de Proyectos», bajo la tutela de nuestra compañera María José Fano Navarro, se ha dedicado en «cuerpo y alma» a establecer los mecanismos necesarios para ayudar a formar, del mismo modo, a jóvenes investigadores egipci@s. Para nosotros es importante poner de relieve que somos todos parte de un mismo grupo humano, sin distinción.
- Siguiendo el hilo de las anteriores preguntas sobre la labor que se desarrolla desde el IEEC, ¿qué tipo de colaboraciones internacionales ha establecido la Institución? ¿Cómo han contribuido éstas a los avances en la investigación egiptológica? ¿En qué podría diferenciarse el IEEC de los distintos grupos de investigación de las universidades españolas?
El centro tuvo claro que era necesario, desde el primer momento, plantear un escenario de integración nacional e internacional. Para ello, el vínculo directo con diversas entidades museográficas era, obviamente, necesario. Sobre todo, para establecer nexos con el objeto de que nuestros investigadores pudieran acceder a materiales depositados en diversos museos, tales como StaatlichesMuseumzuBerlin, British Museum, Museo Egizio di Torino, etc. La relación institucional con la República Árabe de Egipto es imprescindible, tanto con la embajada egipcia en Madrid como con el propio Ministerio Antigüedades de Egipto. De ahí que tengamos entre nuestro grupo de trabajo a nuestro querido Hassan OukikLaoued, Intérprete y Traductor Oficial del IEEC, sin el cual, sin duda, todo sería un poco más complejo, aunque yo hable fusha. Este dinamismo ha permitido, a fecha de hoy, desarrollar para el próximo año 2025, THE FIRST INTERNATIONAL CONGRESS «GENDER STUDIES IN ANCIENT EGYPT», un proyecto que nos empecinamos en llevar adelante, pese a las dificultades existentes y que, sin duda alguna, será un antes y un después en las investigaciones de género. Diversos investigadores, nacionales e internacionales, podrán entablar debate investigador en la ciudad de Valencia, entre el 3 y el 7 de marzo del próximo año, la semana previa al Día Internacional de la Mujer. Un hito sin precedentes en el panorama investigador en nuestro país. Uroš Matić (ÖsterreichischeArchäologischesInstitut), Carmen Pérez Die (Museo Arqueológico Nacional), María Jesús Albarrán (CSIC, Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo), KatelijnVandorpe (LeuvenUniversity), Andrea Paula Zingarelli (Universidad Nacional de La Plata), Jean Li (Toronto MetropolitanUniversity), Mariam Ayad (TheAmerican University in Cairo), Kim McCorquodale (Macquarie University, Australia), etc., son algunos de los ponentes invitados.
El centro, sin duda, trabaja tanto a nivel internacional como nacional. De ahí que se establezcan convenios o acuerdos de colaboración con entidades como la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación de la Universidad de Valencia, o la Escuela Técnica Superior de Topografía y Geodesia de la Universidad Politécnica de Valencia, por citar solo dos ejemplos.
Aunque nuestros vínculos con la Academia son notorios, no dejamos de ser una institución privada. Ello, si bien a priori podría presentarse como un problema o como la plasmación de una situación de inferioridad académica, realmente no lo es tal. La universidad española se desarrolla en base a una serie de parámetros académicos que rigen, entre otros, el establecimiento de los planes de estudio y, en cierto modo, está encorsetada por el propio sistema público. Los procesos de gestión directa son bastante más lentos, y el establecimiento de planes de estudio mucho más rígido. Sería imposible encontrar en un centro universitario español cuatro seminarios de investigación, como los nuestros, en los cuales todos los períodos históricos del Antiguo Egipto se estudian e investigan, desde el predinástico hasta la Alta Edad Media. A nivel público, sería muy complejo. En este sentido, nuestra iniciativa ofrece algo innovador, diferente, fresco a nivel nacional y, por ende, internacional.
- Haciendo un balance académico y profesional de todos estos años dedicados a la disciplina arqueológica, especialmente a la Egiptología y Coptología, sin olvidar sus estudios de género, de paisaje, entre otros. ¿Qué reflexión hace de todo ello?
Cuando uno hecha la vista atrás, después de tantos años, piensa y dice: ¡Ha valido la pena! Sin esfuerzo no hay recompensa. Las cosas no son nada fáciles, los problemas múltiples. Pero si te dedicas con pasión, con entrega, todo llega y la vida adquiere su sentido más íntimo, su pleno desarrollo. Por eso animo tanto a jóvenes como a veteranos que deciden cambiar su destino: todo es posible si lo deseas y te esfuerzas para lograrlo. Obviamente, te acuerdas de quienes te ayudaron y dejas a un lado a quienes no te quisieron bien, sin rencores, avanzando siempre. Pensar en lo negativo no lleva a ningún sitio. Siempre vas a encontrar quien no crea en ti, pero, lo más importante, es creer en uno mismo.
- No podemos no hablar sobre su conocimiento en Acadio, Copto y Jeroglífico Egipcio, ¿qué le podría decir a nuestros lectores sobre estas antiguas escrituras? ¿Cuál le parece que es su rasgo más complejo a la hora de estudiarlas y comprenderlas?
La verdad es que todas son maravillosas. Y no lo digo por decir. El acadio es demoledor, complejo donde los haya. Sobre todo, por el silabario, por la propia escritura y el sistema verbal-conjugación. Debes tener un conocimiento pleno de todo lo que envuelve a la tableta y, tal vez, es la que está más sujeta a la interpretación textual en los procesos de traducción. Previamente debes elegir qué signos crees tú que están escritos y, en ocasiones, es ciertamente complejo. Hay que tener en cuenta que es una escritura cuneiforme y que su producción escrita depende, en ocasiones, de la calidad del producto conservado.
El Jeroglífico, es apasionante. Te engancha nada más tocarlo. Desde el «cursivo» hasta el de «tradición», es maravilloso. Para un neófito, llamativo por su iconicidad, por su estilismo, sus trazos, por su representación. Implica un proceso de transliteración que puede ser menos complejo si se compara con el acadio, con el sumerio o con el hitita. Su riqueza gráfica es mayor, por cuento que la escritura egipcia es plasmada a través de otros sistemas gráficos que no son el jeroglífico, pero que tienen su correspondencia lingüística con el mismo. En este sentido, el hierático o el Late hieratic, son sistemas que necesitan de un doble proceso, gramático y gráfico. Implica una transcripción jeroglífica y una transliteración posterior previa a la traducción.
El copto es una maravilla. Es la lengua de los primeros cristianos y, tradicionalmente el dialecto sahídico es el más conocido. Leer a Shenute es un «gustazo», así como los evangelios apócrifos y el resto del «repositorio» de Nag Hammadi. El alfabeto es mayoritariamente de origen griego con algún «préstamo» demótico, lengua y escritura previa a la copta. La gramática copta hunde sus raíces en el neoegipcio, básicamente, con pequeños tintes demóticos.
Sin duda, recomendable estudiar cada una de ellas. Es un proceso arduo, pero sumamente enriquecedor. Tal vez la más compleja sea el acadio. En mi caso, las estudié todas al mismo tiempo. Fue costoso, pero entendí mejor el proceso lingüístico del Próximo Oriente.
- En estos momentos, las nuevas tecnologías van ganando un gran protagonismo en el campo de las humanidades, ¿qué papel juegan herramientas como el modelado SIG y otros recursos por el estilo en sus trabajos aplicados al patrimonio egipcio?
En la actualidad, la investigación requiere por un lado de grupos interdisciplinares, pero, por otro, también un cierto grado de conocimiento de aquello «que llevas entre manos». Es recomendable tener unas nociones básicas al respecto.
Las nuevas tecnologías son necesarias para comprender mejor el desarrollo histórico de una sociedad. Herramientas de trabajo como los S.I.G, que nacieron en el seno de los estudios geográficos, se han vuelto indispensables para el análisis poblacional de un territorio y, el caso egipcio, no es una excepción. Los estudios europeos en Arqueología del Paisaje, con la aplicación de los Sistemas de Información Geográfica (S.I.G.), llevaban ciertamente un proceso evolutivo mucho más notorio. En otras palabras, la Arqueología Clásica, por ejemplo, en el análisis del territorio, llevaba una gran ventaja sobre las investigaciones egipcias, por cuanto que los análisis territoriales estaban «a la orden del día». En Egipto, en los últimos 10 años, la situación ha dado un vuelco favorable. Numerosas tesis doctorales o estudios paisajísticos recurren a los S.I.G., que permiten explicar aspectos poblacionales que, sin su ejecución, serían de difícil solución: porqué la elección de un sitio y no de otro. Visibilidad, distancia recorrida en una jornada, equidistancia territorial, son aspectos que un S.I.G. permite implantar y, con ello, gestionar mejor la información global sobre un territorio.
Otras tecnologías, como los análisis fotogramétricos, han permitido avanzar notablemente en el estudio de los monumentos egipcios. La fotogrametría sensustricto, unido a tecnologías como la Scan 3D, el georradar, la aplicación del LIDAR y la prospección por infrarrojos satelital, permiten a los grupos de investigación en Egipto obtener una información mucho más nítida del modelado territorial.
- Y por último, ¿qué consejo le darías a un futuro egiptólogo que busca abrirse paso dentro de la investigación sobre ese mundo y cultura?
Que se ponga en contacto con nosotros, a través de nuestras redes sociales (Instagram, Facebook, YouTube y Linkedin) y de nuestra web: https://www.instituto-espanol-de-egiptologia-y-coptologia-ieec.com/, y de nuestro correo info: [email protected].
Nosotros le informaremos sobre las diversas posibilidades académicas en España y en el Extranjero y, obviamente, de aquello que el propio instituto le puede ofrecer. Sin sesgos.
Entrevistado por:
Mª Dolores Rodas Romero
Área de Comunicación
Mª José Minuesa Grau
Directiva de ArqueoTimes