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INTRODUCCIÓN

El concepto de patrimonio tiene varias acepciones que pueden abarcar desde una propiedad privada individual en herencia hasta un monumento artístico, objetos o tradiciones a los que la sociedad se ha encargado de atribuirle un valor, un significado único y distintivo. Esto genera una situación en la que dichos elementos adquieren una importancia diferente al resto que justifica la necesidad de su conservación y transmisión para las generaciones futuras (Llull, 2005: 180).

Todas estas acepciones tienen algo en común y es que el patrimonio siempre va a pertenecer a alguien, ya sea a un solo individuo o a un grupo social. Por tanto, cualquier elemento podrá ser considerado como patrimonio únicamente si hay personas dispuestas a apropiarse de él (Muriel, 2019: 5).

PATRIMONIO HISTÓRICO

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, conocida como la UNESCO, en la reunión celebrada en París el 17 de octubre al 21 de noviembre de 1971, se hace referencia a dos tipos de patrimonio (Cepeda, 2018: 246):

  • Patrimonio Cultural: formado por monumentos, estructuras arqueológicas, obras arquitectónicas, lugares creados por el hombre o la naturaleza con un valor excepcional desde el punto de vista histórico.
  • Patrimonio Natural: hace referencia a todas aquellas formaciones físicas, biológicas, geológicas y fisiográficas de especies amenazadas, con valor universal excepcional desde un punto de vista científico o de belleza natural.

Sin embargo, el Patrimonio Cultural no se limita a monumentos, naturaleza y colecciones de objetos, sino que también comprende tradiciones o expresiones vivas que son la herencia de una cultura o grupo humano (Muriel, 2019: 5) transmitidas a nuestros descendientes como rituales, costumbres, tradiciones orales, arquitectura, conocimientos o técnicas vinculadas a la artesanía tradicional, entre otros.

En consecuencia, el concepto de patrimonio ha sido significativamente ampliado, abarcando «desde los objetos a las ideas, de lo material a lo intangible, desde lo histórico-artístico a las formas de vida características y relevantes culturalmente» (Marcos, 2004: 929). Dicho Patrimonio estaría constituido por todos aquellos aspectos que son considerados valiosos y son dignos de ser conservados.

La función del Patrimonio Cultural es reforzar emocionalmente el sentido de comunidad con una identidad propia y que es percibida por otros como característica (Fundación Ilam, 2000: 2).  Podríamos decir que la razón por la que un determinado colectivo, grupo social o comunidad quiera apropiarse de un patrimonio es que éste les aporta un sentido de pertenencia y se ven reflejados en dicho patrimonio. Por este motivo, se puede deducir que se ha establecido un tipo de relación que ha llevado tiempo construir y que debe cuidarse:

«(…) Debemos proteger nuestro patrimonio cultural porque da identidad a los pueblos, expresa la capacidad que tenemos para crear y dar testimonio de nuestra manera de vivir, de reflejar nuestra realidad y de coexistir con otros grupos sociales. Además, el patrimonio cultural es el soporte clave de la historia de la humanidad, donde cada obra creada, tangible o intangible, sirve como testimonio cultural que da sentido de pertenencia a pueblos y naciones».

Rivas, 2018: 84

En definitiva, el Patrimonio Cultural es todo aquello que se encuentra vinculado a la memoria colectiva (Pérez, 2014: 62) y que hoy en día se considerado lo suficientemente relevante para la sociedad a la hora de definirse ya que forma parte de la expresión de identidad de un pueblo y es lo más representativo de la realidad cultural de cada grupo social (Molano, 2007: 75-76). Del mismo modo, el Patrimonio es un testimonio de un entorno cultural, es decir, la proyección identitaria de un determinado colectivo a través del tiempo (Agudo, 1999: 41).

Como vemos, es un concepto relativo que depende principalmente del valor atribuido por la sociedad, la historia, las modas, la cultura y la evolución de las sociedades (Lull, 2005: 179).

CULTURA

La principal diferencia entre el término de Cultura y el concepto de Patrimonio Cultural, es que la primera está en continuo cambio y desarrollo. Por lo general, la Cultura no necesita de intervención y es la principal encargada de transmitir la memoria colectiva.

Como ya hemos indicado, el Patrimonio Cultural no es un elemento estático, sino que está sujeto a permanentes cambios condicionados por factores externos, como el desarrollo de la cultura y la identidad cultural a fin de contribuir a mejorar las condiciones de vida de la sociedad (Marcos, 2004: 925-926), de esta manera la identidad y la cultura también son conceptos ligados entre sí.

De tal manera que a medida que la cultura se desarrolla, el valor del bien cultural puede cambiar o evolucionar ya sea por su significado simbólico o repercusión en la sociedad, pudiendo llegar a ser sustituidos o descartados sin que por esta razón se vea afectada la integridad y valor de nuestro Patrimonio:

«(…) Otro tanto podemos decir de las prácticas atentatorias contra los más elementales derechos humanos (amputaciones en cumplimiento de sentencias judiciales, costumbres religiosas y/o de normas sociales, aplicaciones de pena de muerte, etc.), y que han sido progresivamente abolidas en otras culturas sin que por ello mengüe en nada la riqueza y valor de las mismas. La historia nos muestra tanto la riqueza y diversidad de las manifestaciones del ser humano, como la capacidad de sustitución de las mismas; y en estos procesos de cambio lo mismo que en algunos casos hablamos de “empobrecimiento” cultural, en otros lo sería de enriquecimiento».

Agudo, 1999: 43

Vemos pues, que la cultura juega un papel muy importante en la vida del ser humano: aporta cohesión social, influye en sus tradiciones, costumbres y creencias, generando además el sentimiento de pertenencia a un grupo, territorio o comunidad, es decir, un sentimiento de identidad. Se podría decir que todo aquello que se aprende y se transmite es cultura, pero todo lo heredado no forma parte del patrimonio cultural, sino que éste, únicamente va a estar constituido por aquellos elementos más relevantes y significativos culturalmente (Marcos, 2004: 929).

Bibliografía

  • Agudo Torrico, J. (1999). Cultura, patrimonio etnológico e identidad. PH: Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 7 (29), 36-45. DOI: https://doi.org/10.33349/1999.29.904
  • Cepeda Ortega, J. (2018). Una aproximación al concepto de identidad cultural a partir de experiencias: el patrimonio y la educación. Tabanque, 31. P. 244-262. DOI: https://doi.org/10.24197/trp.31.2018.244-262
  • Fundación ILAM. (2000). Clasificación del patrimonio. URI: http://observatoriocultural.udgvirtual.udg.mx/repositorio/handle/123456789/110
  • Llull Peñalba, J. (2005). Evolución del concepto y de la significación social del patrimonio cultural. Arte, individuo y sociedad17, 177-206.
  • Marcos Arévalo, J. (2004). La tradición, el patrimonio y la identidad. Revista de estudios extremeños, 60 (3), 925-956.
  • Molano, O. L. (2007). Identidad cultural un concepto que evoluciona. Revista opera, (7), 69-84.
  • Muriel, D. (2019). Identidad y patrimonio. Manual (desde la sociología) para entender y gestionar el patrimonio cultural.
  • Pérez-Taylor, R. (2014). Memoria colectiva, identidad y patrimonio cultural. ResearchGate.
  • Rivas, R. D. (2018). La artesanía: patrimonio e identidad cultural. Revista De Museología Museología “Kóot», (9), 80–96. https://doi.org/10.5377/koot.v0i9.5908
  • UNESCO. (s.f.). UNESCO. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Recuperado de: http://www.unesco.org/new/es/culture
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