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Entrevista a Miguel Ángel Cajigal, «El Barroquista»

Miguel Ángel Cajigal (A Coruña, 1981), más conocido como El Barroquista, es historiador del arte, profesor y uno de los divulgadores culturales más influyentes en lengua española. Formado en Historia del Arte en la Universidad de Santiago de Compostela y con experiencia como educador en museos y gestor de patrimonio, es miembro del Consejo Internacional de Museos (ICOM) y el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS). Su actividad profesional se ha centrado tanto en la investigación como en el acercamiento del arte al gran público.

Desde 2015 ha desarrollado una intensa labor en redes sociales, donde sus hilos en Twitter/X y contenidos en Instagram y YouTube han renovado el discurso sobre arte desde una perspectiva accesible y crítica. Autor de Otra historia del arte (2021) y Otra historia de la arquitectura (2023), Cajigal defiende una mirada libre de prejuicios, donde el disfrute del arte no dependa del canon académico. Su trabajo ha sido reconocido con el Premio al Mejor Educador Digital de España en 2022 en la categoría de historia y con el Premio Zapping como Mejor comunicador en la red en 2025, consolidando su figura como puente entre la tradición artística y las nuevas formas de narrar.

Miguel Ángel Cajigal Vera. Licencia: Xoan Escudero.
  1. Empecemos por el principio, ¿de dónde surge su interés por la Historia del Arte? ¿Y por qué El Barroquista?

Empecé a interesarme por la historia del arte durante la Secundaria. En diferentes cursos tuve que enfrentarme a esta disciplina y me encantó, porque sirve mejor que ninguna otra para intentar reconstruir cómo pensaban las personas del pasado. Luego tuve la asignatura específica en Bachillerato, con un profesor extraordinario, y el amor por la materia ya se me pegó para toda la vida. Sobre El Barroquista, en un primer momento enfoqué mi divulgación sólo sobre esa etapa, muy desconocida a pesar de su importancia. Pero pronto me di cuenta de que era importante no hablar solo de estilos o etapas, sino dar a conocer la historia del arte en sí misma y el mundo del patrimonio cultural, que es tan importante para nuestra sociedad y al que no se le suele dar mucho peso educativo. 

  1. Su perfil como El Barroquista ha crecido gracias a hilos y publicaciones en redes sociales. ¿Qué han supuesto estas plataformas para la divulgación artística, la educación y qué límites encuentra en ellas? ¿qué futuro tienen?

Hasta hace poco tiempo las redes sociales han permitido una conexión inédita con la gente que trabaja en campos científicos o académicos. Que personas especializadas en una disciplina podamos charlar de manera directa con quien tenga interés en nuestros ámbitos de trabajo ha sido una revolución. También nos ha dado mucha visibilidad a varias hornadas de personas que comunicamos cultura y eso es algo que valoro mucho. Pero en los últimos años esto ha cambiado mucho. En redes sociales se jalea actualmente una ola anti-ciencia que afecta directamente a la divulgación. Son una minoría, pero muy ruidosa y organizada, que ha logrado que muchos profesionales abandonen la divulgación en redes porque, obviamente, no tiene sentido soportar ataques solo por compartir conocimiento. El fenómeno afecta más a las ciencias experimentales y, de hecho, se detonó con la agresividad antivacunas en la pandemia. Pero ha llegado también este tipo de ataques al ámbito de la comunicación cultural porque la historia, la arqueología y el arte son susceptibles también de una manipulación ideológica. Este odio es un problema serio y las redes son la parte nuclear en la dispersión de esos comportamientos, porque aunque sean minoritarios, dificultan la tarea de compartir conocimiento. Creo que atajar estas actitudes es el principal reto de futuro para estos canales de comunicación, en la sociedad en general.

  1. Como miembro de ICOM, ¿cómo valora la situación de los museos hoy? ¿Qué deberían cambiar para seguir siendo espacios significativos en el siglo XXI?

Los museos han avanzado mucho, pero la sociedad siempre es más rápida. Primero, porque los cambios sociales son cada vez más veloces. Segundo, porque los museos son infraestructuras con muchas garantías para la sociedad y eso también implica que no son especialmente ágiles a la hora de cambiar, incluso en el plano jurídico. Se ha hecho mucho trabajo, pero el reto principal sigue siendo convertir los museos en espacios donde cualquier persona se sienta representada e interesada, independientemente del poder adquisitivo o el nivel académico. Desde luego, se ha avanzado muchísimo, tanto que no estoy seguro de que la gente lo valore. Pero no hay que estancarse.

  1. En alguna ocasión ha mencionado que el arte tiene importancia en el presente. ¿Qué papel puede jugar la historia del arte en un mundo como el actual, atravesado por urgencias sociales y tecnológicas?

Antes hablaba de la pandemia. En aquella crisis sanitaria, que fue también social, como demuestran sus graves consecuencias, de todo tipo, que vivimos en la actualidad, el arte fue un refugio para millones de personas. La cultura tiene muchos valores, pero uno de los más importantes es su capacidad para consolidar nuestra identidad y, al mismo tiempo, entender las identidades de otras personas. Cuando defiendes la cultura desde este punto de vista, que también es muy emocional, parece que mucha gente te ve como alguien ingenuo, pero es un hecho que este es uno de sus grandes valores. Incluso para quien cree que no le interesa el arte.

  1. En un podcast de Voces del Patrimonio mencionaba cómo el incendio de Notre Dame generó una conmoción global, mientras que muchos otros elementos patrimoniales, incluso con mayor valor histórico, simbólico o arquitectónico, desaparecen sin apenas reacción social. ¿Qué papel cree que debe tener el Historiador del Arte en este contexto de indiferencia selectiva hacia el patrimonio?

Por un lado, la historia del arte es clave para que la sociedad entienda el papel del patrimonio cultural. En ese trabajo, obviamente, establecemos categorías, lo cual resulta un arma muy peligrosa que hay que utilizar de manera muy responsable. Simplemente elegir qué obras de arte vas a emplear para dar un curso de Historia del Arte tienes que tomar conciencia de lo que implica incluir o dejar fuera una obra, un estilo o determinados lenguajes. La exclusión es la que provoca esa “indiferencia selectiva” de la que hablas. Por eso se ha trabajado tanto en las últimas décadas para que tomemos conciencia de que hemos dejado de lado, en un rincón, el arte de las mujeres, o de determinadas comunidades, colectivos y culturas. Y que esa discriminación se hizo no por razones de calidad o de importancia, sino simplemente porque se favoreció un canon con motivaciones ideológicas. Cada vez que desde la historia del arte recordamos esto hay gente que pone los ojos en blanco, aprieta el puño y dice que prefiere cuando hablamos “solo de arte”. Me temo que no entienden en qué consiste la historia del arte, porque antes de recuperar el arte de las mujeres recuperamos, por ejemplo, el gótico, el románico y el barroco, que habían estado también en un rincón. Si a alguien le parece bien que se recupere el románico pero no le gusta que se recupere el arte de las mujeres, el problema no es de la historia del arte.

  1. En esa misma entrevista decía que conocer la Historia del Arte enriquece nuestra forma de ver el mundo y aporta profundidad a nuestras experiencias. Desde un punto de vista generacional, ¿cómo valora el interés de la población más joven hacia el patrimonio cultural?

Creo que la gente joven tiene mucho interés en el arte. El problema es que existe ese hábito, milenario, de culpabilizar a las generaciones más recientes de falta de interés por todo, cuando no es real. Al menos en nuestro ámbito cultural. Las estadísticas de consumo cultural dejan claro que los jóvenes no son el problema y que consumen cultura, incluidos museos o literatura, por encima de otras generaciones mayores. Hay otros problemas más intensos que no alarman tanto, como por ejemplo el desinterés de la población masculina hacia la cultural: cualquier persona que trabaje en cultura sabe que el perfil general de consumo de museos, arte o literatura es mayoritariamente femenino, en todas las edades posibles. Dice mucho de nuestros sesgos como sociedad que siempre nos preocupan “los jóvenes” y la cultura, cuando los hombres adultos apenas la consumen y sobre eso no hay tantos titulares.

  1. Comentaba también que para evitar la saturación de los grandes destinos culturales es clave ofrecer alternativas y dar visibilidad a otros espacios menos conocidos. ¿Nos podría contar algún ejemplo práctico o cómo cree que se podría lograr que las visitas se distribuyan mejor?

Es evidente que hay lugares que todas las personas queremos visitar, si tenemos la oportunidad. No tiene sentido criminalizar al turismo por querer visitar Venecia, las pirámides o el Louvre. El turismo no tiene nada de malo. Pero el flujo excesivo es como una riada: el agua tampoco es mala, pero en exceso y concentrada en el tiempo es muy destructiva, como la masificación turística. Además, el turismo solo irá a más, de manera que hay que tomar conciencia del problema de gestión que implica. En todos los espacios culturales de gran demanda hay que establecer turnos de visita con reserva previa. Guste o no, no hay alternativa. Ese sistema no debe buscar el lucro: los sitios no deben restringirse a las personas que más pagan sino a las que han reservado con antelación. No debería ser una barrera económica, pero es lo que ha pasado recientemente: los museos y monumentos se han encarecido mucho después de la pandemia y, además, la gente con más recursos hace visitas privadas fuera de horario, no entran en el turno general como hacemos la mayoría, que es el horario que está masificado. Esto se tiene que combinar con una promoción menor de los lugares más saturados y una alternativa para lugares que apenas reciben visitas y tienen el mismo interés, o mayor; legislación sobre turismo, poniendo énfasis en que el comportamiento que tenemos cuando viajamos sea respetuoso con las personas y los lugares y que se sancione con dureza a quien no lo respete; y, sobre todo, incidir mucho en la educación para que seamos turistas que no lesionen los espacios que visitamos ni a la gente que vive en ellos. No es difícil, pero es lento y parece que, de momento, no interesa. Solo están reaccionando ciudades y países cuando la situación es muy traumática y, quizás, irreversible.

  1. En sus libros defiende que «no pasa nada si no te gustan Las meninas» y que nuestra casa puede ser mejor que Versalles. ¿Qué objetivos se marcó con estos títulos y cómo ha reaccionado el público?

Con el título de un libro buscas provocar a la lectura. Pero al mismo tiempo tienen que estar relacionados con la tesis principal de la obra. Escribir divulgación es muy complicado. En mi experiencia, la escritura de una página divulgativa implica entre el doble y el triple de tiempo que una página de idéntica extensión en un texto científico. Es mucho más difícil y creo que mucha gente no es consciente de esto. Así que tienes que buscar fórmulas para que alguien no iniciado en un tema sienta curiosidad por el tema central del libro que escribes. Un anticipo del contenido que al mismo tiempo motive su lectura. Por la acogida de ambos libros, la verdad es que estoy muy satisfecho. El objetivo de los dos no es otro que acercar al público general el funcionamiento de la historia del arte, que para mí es lo más importante.

  1. Para terminar, ¿qué consejo le daría a una persona que se plantee desarrollar una carrera en el mundo de la historia del arte o en la divulgación cultural? 

Sobre todo que se trata de una carrera de fondo en la que se empeña muchísimo trabajo durante mucho tiempo sin obtener resultados. Creo que mucha gente no es consciente de la cantidad de horas diarias de trabajo que hay detrás de un proyecto de divulgación, como el mío o el de muchas compañeras y compañeros en esta tarea. Lo importante es tener claro que quieres compartir conocimiento con otras personas. Y eso lo tengo clarísimo.

Puedes encontrar más información sobre Miguel Ángel Cajigal a través de los siguientes enlaces a sus perfiles y a sus proyectos:

Linkedin: https://es.linkedin.com/in/miguelangelcajigal 
Instagram: https://www.instagram.com/elbarroquista/ 
Twitter (X): https://x.com/elbarroquista 
Facebook: https://www.facebook.com/elbarroquista/ 
Otro: https://bsky.app/profile/elbarroquista.bsky.social 

Entrevistado por: 
Francisco Javier Luengo Gutiérrez
Directiva de Arqueotimes
Mª Dolores Rodas Romero
Área de Comunicación

Fuentes consultadas:

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