Cuando se habla de Luis XVI y María Antonieta, se suele mencionar la mala administración del gobierno de Francia, la propaganda negativa sobre la figura de la reina (Thomas, 1993), y su terrible final en la Guillotina, a la que le siguieron muchos otros durante el Terror de Robespierre (1793-1794). Sin embargo, pocas veces se destaca el papel de ambos como progenitores o del destino de su hijo Luis, víctima silenciosa de la Revolución Francesa.
Luis Carlos de Borbón, duque de Normandía, nace el 27 de marzo de 1785. Es el tercer vástago del rey Luis XVI de Francia y la archiduquesa María Antonieta de Austria, y el segundo hijo varón. Nadie espera que herede el trono de Francia, que debería pasar a su hermano mayor, el Delfín Luis José. María Antonieta está muy unida a sus hijos. Había desarrollado su faceta maternal en 1782, cuando su gobernadora dimitió sin previo aviso y se acostumbró a pasar tiempo con ellos (Hardman, 2019: 92).
En 1786 nace la hija menor de María Antonieta, la princesa Sofía, quien muere con un año de edad. A su pérdida se suma la del Delfín Luis José en 1789, justo en la víspera de la Revolución. La reina María Antonieta sufre con la muerte de sus hijos, especialmente con la del heredero. Sin embargo, y lejos de la idea sobre la extravagancia que rodea a la reina, se abaratan los funerales de los príncipes como gesto ante la situación económica que atraviesa Francia (Fraser, 2006: 181).
La muerte de Luis José convierte a Luis Carlos en el heredero de un trono que se tambalea. Los Estados Generales ya están reunidos, y la inestabilidad política hará que se produzca un cambio de régimen en Francia. Cuando la turba parisina se traslada a Versalles el 6 de octubre y pide que los reyes se asomen al balcón, María Antonieta aparece con sus hijos. Según le dice a Laffayette:
«Sé el destino que me depara, pero es mi deber morir a los pies del rey y en brazos de mis hijos»
María Antonieta (Hardman, 2019: 191)
Ese día la familia real traslada su residencia del Palacio de Versalles al Palacio de las Tullerías, en París. Allí los reyes pasarán meses de desconcierto, fingiendo comulgar con la Asamblea Nacional mientras sopesan qué hacer. La inactividad de Luis XVI hace pensar a María Antonieta en huir sola con su hijo —y presumiblemente con su hija— para proclamarle rey en el exilio con ella como regente (Hardman, 2019: 206). Finalmente, el 20 de junio de 1791 huyen en familia disfrazados de criados. Luis Carlos sale junto a su hermana María Teresa y su gobernadora Amelie de Aglaé, fingiendo ser la baronesa Korff y sus hijas (Hardman, 2016: 385-390).
El plan fracasa y la familia regresa a París. En 1792, la familia es formalmente arrestada en la Torre del Temple, y el 21 de septiembre se proclama la Primera República Francesa. Durante sus últimos días en familia, Luis XVI se esfuerza en aleccionar a su hijo, principalmente en geografía y latín (Hardman, 2016: 428). Luis XVI es separado de su familia y posteriormente ejecutado el 21 de enero de 1793. En su testamento muestra pocas esperanzas de que su hijo llegue al trono algún día:
«Recomiendo a mi hijo, si tiene la desgracia de convertirse en rey, que recuerde que se debe completamente a la felicidad de sus ciudadanos»
(Luis XVI, 1793: 8)
Muerto su padre, los realistas en el exilio proclaman a Luis Carlos como Luis XVII, nombre con el que ha pasado a la historia a pesar de nunca llegará a lucir la corona. María Antonieta y su cuñada también reconocen a su sobrino como rey dentro del Temple, y le dan un trato diferencial como rey. Esto será usado en el juicio contra María Antonieta. Los tratos a la familia son escasos. Cuando Luis XVII se enferma, María Antonieta reclama un médico para su hijo, a lo que sus carceleros solo acceden días después (Duquesa de Angulema, 1858: 55).
El 3 de junio, se decreta que Luis será apartado de su familia a otro lugar del Temple. Al oír la noticia, Luis se arroja en los brazos de su madre. Solo se separan cuando amenazan con matar al niño (Duquesa de Angulema: 1858: 60). Aislado de su familia, le preparan para usarlo como arma en el juicio de su madre y su tía. Es inducido a declarar que cometió incesto con su madre y su tía, siendo uno de los pilares de la acusación en el juicio de María Antonieta. Suponiendo lo que ha pasado, María Antonieta se defiende:
«Es muy fácil hacer que un niño de ocho años diga lo que uno desee»
María Antonieta (Bashor, 2016: 206)
Es conocido el destino que sufrió María Antonieta en la guillotina el 16 de septiembre de 1793, misma suerte que sufre su cuñada el 10 de mayo del año siguiente. Quedaban en el Temple los dos hijos de la reina, ambos separados. A la princesa María Teresa se le permitió una vida relativamente cómoda dentro de que era una prisionera, mientras que su hermano Luis XVII fue abandonado a su suerte, sufriendo malnutrición y careciendo de asistencia médica, o siquiera de un mínimo de higiene. El pequeño rey sin trono fallece el 8 de junio de 1795, a los diez años de edad. Existen rumores de que muere por culpa de un envenenamiento, aunque la propia hermana de Luis no los cree verosímiles (Duquesa de Angulema, 1958: 100).
La muerte de Luis XVII genera tal conmoción en Francia que se produce un debate sobre su hermana María Teresa. La última prisionera Borbón se convierte en una figura problemática para el gobierno francés, y la envían a Austria, destino que había ansiado María Antonieta durante su encierro.
Como suele ocurrir cuando muere un niño de la realeza en estas circunstancias, tras la muerte de Luis XVII surgirán varios pretendientes fingiendo ser él. Sin embargo, se han realizado pruebas de ADN mitocondrial al corazón que se conserva en la basílica de San Dennis, y coincide con el de María Antonieta y sus hermanas (Jehaes et al., 2001). Por tanto, todo parece indicar que Luis XVII fallece en la fecha indicada y que su corazón reposa cerca de sus padres.
En 1818, la monarquía será reinstaurada en Francia con el hermano de Luis XVI, que toma el nombre de Luis XVIII para respetar el numeral de su sobrino. De este modo, Luis XVII y su reinado inexistente en plena Revolución Francesa pasan a ser formalmente reconocidos.
Bibliografía
Bashor, W. (2016). Marie Anoinette’s darkest days: Prisoner No. 280 in the Concierge. Rowman & Littlefield.
Duquesa de Angulema (1858). Mémories de Marie-Thérese duchesse d’Angouleme. Barghon-Fortrion.
Fraser, A. (2006). María Antonieta. La última reina. Edhasa.
Hardman, J. (2016). The Life of Louis XVI. Yale University Press.
Hardman, J. (2019). Marie Antoinette: the making of a French queen. Yale University Press.
Jehaes, E., Pfeiffer, H., Toprak, K., Decorte, R., Brinkmann, B., & Cassiman, J. J. (2001). Mitochondrial DNA analysis of the putative heart of Louis XVII, son of Louis XVI and Marie-Antoinette. European Journal of Human Genetics, 9, 185-190.
Luis XVI. (1973) The testament of his late most Christian Majesty, Louis XVI, king of France. G. Nicol.
Thomas, C. (1993). La reina desalmada. María Antonieta en los panfletos. Muchnik.