Si preguntásemos a nuestro alrededor seguramente a todos les sonaría el nombre de Julio César, uno de los más célebres personajes en la historia de Roma. Lo mismo sucedería con el caso de Cleopatra en Egipto. Ambos son figuras representativas de una época de cambio para sus respectivas culturas. Participante también de estos tiempos será el hijo de ambos, Cesarión, a quien daremos a conocer en este artículo.
Un poco de contexto
Entre los años 49 y 45 a.C. tiene lugar la Segunda Guerra Civil de la República romana, siendo sus principales protagonistas y adversarios Julio César y Pompeyo Magno. En torno a ellos se formarán dos bandos, y adelantamos que el de Pompeyo no será el vencedor.
El conflicto no quedará centrado en Roma, sino que se extenderá a todo territorio bajo control de la República, afectando tanto a nuestra Hispania como a zonas más orientales, entre las que destacamos Egipto, escenario de muchos de los episodios sobre los que vamos a hablar en este artículo.
Recordemos que la última dinastía de Egipto en esa época era la Ptolemaica, cuyas intrigas palaciales harán que desde el siglo II a.C. vaya perdiendo cada vez más su influencia en el mundo mediterráneo. A la vista de esto, Roma se interesará en la tierra de los faraones, especialmente con intención de evitar la creación de nuevas potencias que pudieran hacerle frente. Así, en una primera etapa, Roma y Egipto pasarán a ser territorios diferentes pero aliados, lo que explica que este último se vea convertido en participante del enfrentamiento entre César y Pompeyo.
En este momento entran en escena los dos hermanos gobernantes de Egipto: Ptolomeo XIII y Cleopatra VII, que se encontraban envueltos en una guerra fratricida debido a las aspiraciones de ambos de reinar en solitario. Tras la batalla de Farsalia, en el 48 a.C., Pompeyo huye a Egipto, donde es asesinado por Ptolomeo XIII, quien había visto en él la oportunidad de ganar el favor de César para su causa (Plutarco, Vida de Pompeyo, 79). Sin embargo, el cónsul romano acabará favoreciendo a Cleopatra, y Ptolomeo XIII, tras rechazar la oferta de gobernar sobre la isla de Chipre y alzarse en armas, será derrotado en la batalla del Nilo en el 47 a.C.
Finalmente, César permitirá que Cleopatra continúe como reina, pero junto a su hermano menor, Ptolomeo XIV, quien en realidad no tenía apenas poder ni influencia.
La relación entre Cleopatra y César
Una vez resuelto el conflicto, el dictador podría haber regresado a su patria, pero decidió quedarse un tiempo en Egipto junto a la reina, con quien tuvo una relación amorosa. ¿Fue verdaderamente amor o había otras razones para esa estancia prolongada? Son cuestiones que quizás nunca sabremos. Lo que sí conocemos es que César, guiado por Cleopatra, recorrió y conoció Egipto, aprendiendo sobre sus costumbres, cultura, y viendo el potencial de esa tierra de primera mano (Muñoz Santos, 2013:154).
Como resultado del tiempo que pasaron juntos, Cleopatra dio a luz a un niño, Ptolomeo XV, conocido comúnmente con el nombre de Cesarión (que significa «pequeño César»). Las fuentes son enrevesadas a la hora de aclarar si este hijo fue reconocido o no por el dictador, pero sí señalan que su madre declaró repetidamente la paternidad de este sobre el niño (Puyadas Rupérez, 2017:703).
Posiblemente, el deseo de legitimar a Cesarión fuera uno de los motivos que llevó a Cleopatra a aceptar la invitación de viajar a Roma, donde se alojó, junto con su hermano y su hijo, en una villa privada del propio César desde el 46 al 44 a.C. (Novillo López, 2013: 58).
El 15 de marzo del año 44 a.C. las aspiraciones de Cleopatra para con su hijo se verán truncadas por el asesinato de su amante. En su testamento, el heredero era Octavio, su hijo adoptivo, por lo que se vio obligada a volver a Egipto, temiendo por la vida de Cesarión.
Cesarión
Desde su nacimiento, Cleopatra comenzó a preparar el camino de su hijo hacia el trono. No pudiendo convertirlo en sucesor de César, se centrará en su campaña propagandística en Egipto. Prueba de ello son los templos de Dendera, Edfu o Hermontis entre otros. Este último, lamentablemente, fue víctima de un largo proceso de expolio que ha hecho que no llegue hasta nosotros nada más que los dibujos y estudios realizados por Richard Lepsius, en los que refleja cómo Cesarión es mostrado como hijo de dos dioses: Isis-Cleopatra y César-Amón, y por tanto, justificando su nombramiento como futuro faraón (Cid López, 2000:131).
En el templo de Dendera, por otro lado, Cleopatra (que en ese momento reinaba en solitario, puesto que su hermano Ptolomeo XIV había fallecido repentinamente) aparece junto a un Cesarión ataviado con la indumentaria propia de los faraones, al que le cede el protagonismo, quedando ella por detrás. De nuevo otra evidencia más de la propaganda llevada a cabo para asegurar el futuro del joven (Puyadas Rupérez, 2017:705-6).
En el año 34 a.C., esto se consolida con las llamadas Donaciones de Alejandría, donde Cleopatra es nombrada por Marco Antonio reina de Egipto, Chipre, Libia y sur de Siria, mientras que Cesarión es designado corregente y públicamente declarado como el legítimo heredero de César (Plutarco, Vida de Antonio, 4-6). Además, repartía el resto de los territorios a sus hijos con la reina egipcia, disolviendo así por completo las relaciones con Octavio y Roma (Novillo López, 2013: 75).
Como respuesta, el emperador invadirá Egipto en el 30 a.C. y Cleopatra tratará de proteger a su primogénito enviándolo al puerto de Berenice, con intención de que embarcara en el mar Rojo rumbo a la India. Sin embargo, poco después de la muerte de su madre, el joven faraón, aconsejado por su tutor, volverá a Alejandría. Allí será asesinado, a los 17 años de edad, siendo el final del último faraón de Egipto reconocido (Dión Casio, LI, 15, 5).
CONCLUSIONES
Es escasa la información que ha llegado a nuestros días sobre la vida del hijo de César y Cleopatra. Hay muchas más preguntas que respuestas, y las respuestas en ocasiones no son más que meras teorías. No obstante, no cabe duda que el joven Cesarión fue una pieza importante en un tablero de juego en donde quedan bien reflejadas las habilidades políticas de su madre, lo que nos permite ver más allá de la concepción de «femme fatale» que la literatura, cine, y el propio Octavio han ido fomentando sobre su persona.
BIBLIOGRAFÍA
- Cid López, R. M. (2000). Cleopatra: mitos literarios e historiográficos en torno a una reina. Studia Historica: Historia Antigua, 18.
- Dión Casio (2004). Historia de Roma. Traducción de Domingo Plácido. Madrid.
- Muñoz Santos, M. E. (2013). El crucero por el Nilo de César y Cleopatra; reflexiones. Boletín de la Asociación Española de Egiptología, (22), 151-160.
- Novillo López, M.A. (2013). Breve historia de Cleopatra. Nowtilus.
- Plutarco (2007) Vidas paralelas. Traducción de Jorge Bergua Cavero, Salvador Bueno Morillo y Juan Manuel Guzmán Hermida. Madrid.
- Puyadas Rupérez, V. (2017). Cleopatra madre. La faceta olvidada de la reina de Egipto. In IX Congreso Virtual sobre Historia de las Mujeres (15 al 31 de octubre de 2017): comunicaciones (pp. 699-712). Archivo Histórico Diocesano de Jaén.
Magnífico artículo! Tema muy interesante y maravillosamente tratado.