La religiosidad de los piratas en la Antigüedad es un tema novedoso de investigación que está obteniendo fuerza en los últimos años, especialmente en España. Se trata de una línea temática poco explorada que puede alumbrar nuevos e importantes datos. Para ello, será preciso abordar los cambios historiográficos que permitieron desarrollar esta línea de investigación para, a continuación, iniciar su tratamiento a través de las aportaciones más recientes.
Antes de abordar la religiosidad de los piratas, debemos ser conscientes de la extraordinaria evolución que ha sufrido la historiografía sobre la piratería antigua en las últimas décadas. En 1924, Henry Ormerod publicó una monografía, Piracy in the Ancient World, sustentada en fuentes primarias escritas y epigráficas junto con un método comparativo con la piratería moderna. No obstante, la manera de enfocar los testimonios antiguos fue errónea pues asumió, en parte, los sesgos que tenían los autores antiguos (Souza, 2002, p. 2). En cuanto los apartados positivos, exploró la cuestión de la geografía, la frecuencia de los conflictos bélicos y la pobreza, lo cual condujo progresivamente a la multicausalidad del fenómeno pirático (Ormerod, 2012, p. 14).
Afrontando los principales desafíos
En las siguientes décadas, el estudio de la piratería antigua sufrió un hiato temporal. Tendríamos que esperar hasta la llegada de una nueva monografía en 1999, Piracy in the Graeco – Roman World de Philip de Souza. Esta obra permitió salvar una de las dificultades de nuestro estudio: su carácter fragmentario. El desarrollo historiográfico de la piratería antigua se basa especialmente en la publicación de artículos con diferentes temáticas, especialmente en materia de economía y política. La monografía de Philip de Souza consiguió congregar la labor de diferentes profesionales bajo una serie de innovaciones como la actualización de los postulados de Henry Ormerod.
El punto clave de la obra es la reinterpretación de las fuentes escritas. El estudio de los piratas antiguos depende en gran medida de las fuentes documentales producidas por los diferentes estados del Mediterráneo (Souza, 2002, p. 117). Por lo tanto, es necesario leer entre líneas y comprender las atribuciones y los sesgos que son asignados a los piratas en función de los intereses y el contexto de cada autor. Por medio de este razonamiento, los especialistas han buscado dos formas de suplir la escasez de testimonios: profundizando en las fuentes primarias escritas o buscando métodos alternativos. Progresivamente, nos adentramos en las investigaciones del siglo XXI, donde encontramos una mayor madurez y diversificación temática.
A pesar de los aspectos positivos que tuvo y tiene la monografía de Philip de Souza, la historiografía avanzó de forma contundente a principios del siglo XXI. Encontramos nuevas temáticas y líneas de investigaciones que han complejizado notoriamente la figura del pirata antiguo. Más allá de superar el mito de la violencia innata, los rasgos barbáricos o profundizar en su inserción dentro de los engranajes económicos y políticos antiguos, también se realizaron importantes avances en cuanto a su relación con la magia, la religión o el derecho antiguo. Para nuestro caso, tanto la religión como la magia son temáticas marginales que han gozado de cierta producción historiográfica en los últimos años y, especialmente, de la mano de autores españoles.
Aproximaciones a la religiosidad pirática
Una vez asentado este contenido, tendríamos que indagar en la relación que tienen los piratas y la religión. Se trata de una cuestión compleja, ya que no existe una «religión pirata», sino que los cultos varían con respecto a la época y la localización geográfica. A la hora de elegir, los autores suelen encontrar una más que justificada preferencia por la piratería cilicia. El motivo es simple: la cantidad de fuentes y registros es notablemente superior al resto de casos. Los testimonios de la época tardorrepublicana buscan transmitir un mensaje alarmista sobre este fenómeno, como si una plaga de piratas se hubiese extendido por el mar y, por ello, se desarrolló una prolífica y polémica legislación dedicada a su erradicación. Sobre esta base podemos superar las atribuciones y los sesgos que recaen sobre los piratas, concretamente, en materia religiosa.
En la actualidad, contamos con pocos artículos que aborden la religiosidad de los piratas en el mundo antiguo. Por desgracia para unos y por fortuna para otros, gran parte de estos artículos son fruto de especialistas españoles. El autor más destacado es Alfonso Álvarez Ossorio y su estudio sobre las prácticas religiosas de los piratas. En segundo lugar, podemos encontrar autores que han realizado aportaciones en menor medida pero que pueden resultar reveladoras como, por ejemplo, el estudio de la magia por parte de Antón Alvar Nuño (2015) o su papel como agentes difusores de los cultos orientales. En ambos casos, la principal fuente de la cual extraen la información son las fuentes primarias escritas por medio de la lectura entre líneas y la comprensión del imaginario colectivo antiguo.
En nuestro primer caso, Alfonso Álvarez Ossorio (2008, p. 10) apunta a las prácticas religiosas como un elemento importante a la hora de cohesionar los grupos piráticos. «Dentro del repertorio religioso pirático, encontramos divinidades griegas relacionadas directamente con el modo de vida de los piratas como Ares o Hermes» (Álvarez Ossorio, 2010, pp. 138-141). Sin embargo, esta vinculación será trastocada con la llegada del imperialismo romano y su característico sincretismo. Alfonso Álvarez Ossorio (2010, p. 144) sostiene que los ataques perpetrados a los santuarios podrían ser una respuesta o reacción religiosa a dicho fenómeno.
Por otro lado, Antón Alvar Nuño (2014, p. 264-265) hace hincapié en la magia como mecanismo para aplacar los riesgos o los peligros del mar, incluido los piratas, quienes a menudo eran descritos bajo la misma categoría que una tormenta, es decir, como un fenómeno natural más. Los marineros empleaban amuletos con el suficiente prestigio o fiabilidad como para que sus portadores percibieran que sus riesgos se verían reducidos. Este tipo de prácticas hundían sus raíces en oriente, las cuales se filtraron a occidente por medio de las conquistas de Alejandro Magno y que llegaron al mundo romano entre los siglos II y I a.C (Alvar Nuño, 2014, p. 265).
Por último, encontramos un interesante debate sobre la introducción del culto de Mitra en Italia por medio de los piratas. Existen diferentes puntos de vista sobre la importancia que tuvieron como agentes difusores, pues hay especialistas que niegan un impacto notable o asumirlos como precursores del mitraísmo frente a otros que apuntan a que podría ser un factor con cierta relevancia. El origen de esta cuestión radica en el testimonio de Plutarco referente a los piratas cilicios:
«Hacían también sacrificios traídos de fuera, como los de Olimpia, y celebraban ciertos misterios indivulgables, de los cuales todavía se conservan hoy el de Mitra, enseñado primero por aquellos»
Plutarco, 2020, p. 683.
Por un lado, encontramos especialistas que no apoyan la vinculación que establece entre los piratas y una cierta divinidad oriental con similitudes a Mitra. Una relación endeble debido a la superficialidad del relato y el contexto del propio autor, en el cual el mitraísmo había evolucionado notablemente (Campos Méndez, 2013, pp. 293-294). Por otro lado, tenemos profesionales que buscan establecer conexiones con las campañas de Pompeyo y la difusión del mitraísmo en Italia por medio de las incursiones piráticas y la actitud benevolente de Pompeyo Magno (Rubino, 2006, pp. 915-917).
Conclusiones
La religiosidad y los piratas promete ser una temática acertada que permite avanzar en el estudio de la piratería por medio de nuevos horizontes y planteamientos que pueden generar debates que aporten riqueza a la investigación. Actualmente, podemos distinguir tres líneas clave: las prácticas religiosas de los piratas, la magia y la actuación de los piratas como agentes difusores. En la mayoría de los casos, son autores españoles quienes están a la cabeza de los planteamientos. Al mismo tiempo, sus aportaciones son recientes, lo cual demuestra el interés que está teniendo la piratería antigua en el siglo XXI.
Bibliografía
Alvar Nuño, A. (2014). Riesgo pirático y amuletos mágicos en el Imperio Romano. En A. Alvarez-Ossorio Rivas, E. Ferrer Albelda , y E. García Vargas (Ed.), Piratería y seguridad marítima en el Mediterráneo Antiguo (pp. 263-272). Universidad de Sevilla.
Alvarez Ossorio, A. (2008). Estudio socioeconómico y cultural de la piratería durante el alto imperio romano. [Tesis Doctoral]. Universidad de Sevilla.
Alvarez Ossorio, A. (2010). Algunas consideraciones sobre la religiosidad de los piratas. Habis. Filología Clásica, Historia Antigua, Arqueología Clásica, 41, 137-157.
Campos Méndez, I. (2013). Plutarco y la religión persa: el dios Mitra. En G. Santana Henríquez (Ed.), Plutarco y las artes. XI Simposio Internacional de la Sociedad Española (pp. 291-299). Ediciones Clásicas.
Souza, P. (2002). Piracy in the Graeco-Roman World. Cambridge University Press.
Ormerod, H. (2012). Piratería en la Antigüedad: un ensayo sobre la Historia del Mediterráneo (1ª ed.). Renacimiento.
Plutarco (2020). Vidas paralelas (1ª ed.). Verbum.
Rubino, C. (2006). Pompeyo Magno, los piratas cilicios y la introducción del Mitraísmo en el Imperio Romano según Plutarco. Latomus, 65(4), 915-927.