El uso y la difusión de los árboles de Navidad en Gran Bretaña, se remonta a la reina Carlota de Mecklemburgo-Strelitz, esposa de Jorge III del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. Éste pertenecía a la dinastía de los Hannover, también denominados georgianos, debido a que sus cuatro primeros reyes se llamaban Jorge.
A principios del siglo XIX, la reina Carlota importaría esta tradición navideña germánica. Se comenzó a decorar, dentro de palacio, una rama de árbol de tejo con dulces, pasas, frutas, velas y juguetes, para posteriormente cantar villancicos a su alrededor y repartir los regalos que colgaban de las ramas. Para esta tradición era usual que la reina ordenara colocar una rama de tejo en una de las habitaciones más grandes del Palacio de Windsor o el Palacio de Kew, decorándola ella misma junto con sus damas de compañía. Esta nueva tradición inusual causó revuelo entre la nobleza, que nunca había visto nada igual. Sin embargo, esta tradición evolucionaría, y en 1800 se colocó, en medio del salón de Queen’s Lodge del castillo de Windsor, el primer árbol de Navidad inglés, para dar la bienvenida al nuevo siglo. La reina Carlota ordenó colocar un gran árbol de tejo, en lugar de una rama, decorándolo con diversos adornos y velas, para celebrar el año nuevo. Como describe el biógrafo de la propia reina, el escritor John Watkins:
«Su Majestad celebró la Navidad de una manera muy agradable. Sesenta familias pobres recibieron una cena abundante y, por la noche, los niños de las familias principales del vecindario fueron invitados a una fiesta en Queen’s Lodge. En el centro de la habitación había una inmensa tina con un tejo colocado en ella, de cuyas ramas colgaban manojos de dulces, almendras y pasas, papeles, frutas y juguetes, dispuestos con mucho gusto, y todo iluminado por pequeñas velas de cera. Después de que la compañía hubo paseado y admirado el árbol, cada niño recibió una porción de los dulces que contenía, junto con un juguete, y luego todos regresaron a casa muy encantados» (Watkins, 1819, pp. 462-463).
Tras esto, los árboles de Navidad causaron furor entre en los círculos de la clase alta inglesa, siendo el punto focal en numerosas reuniones infantiles. Cuando la reina Carlota falleció en 1818, la tradición ya estaba establecida en la sociedad británica, y continuó evolucionando en las décadas de 1820 y 1830. Posteriores monarcas prosiguieron con la tradición de tener un árbol de Navidad, como la reina Adelaida de Sajonia-Meiningen, esposa del rey Guillermo IV, o la entonces princesa Victoria, que dejó constancia de su árbol de Navidad colocado en el Palacio de Kensington, en 1832:
«Después de que mamá tocó la campana tres veces, entramos. Había dos grandes mesas redondas sobre las que estaban colocados dos árboles con luces y adornos de azúcar. Todos los regalos estaban colocados alrededor del árbol» (Reina Victoria, 1912, p. 61).
En 1840, ya como reina, celebró sus primeras navidades casada con el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo y Gotha, y como madre primeriza de la princesa Victoria Adelaida (Hubert, 1999, p. 84). Un año después el matrimonio ya tenía dos hijos, puesto que el 9 de noviembre de 1841, nació el príncipe Alberto Eduardo, el futuro rey Eduardo VII. En esas Navidades la reina escribía en su diario, como el príncipe Alberto le escribía a su padre, Ernesto I de Sajonia-Coburgo y Gotha:
«Hoy tengo dos hijos a los que hacer regalos, los cuales, no saben por qué, están llenos de feliz asombro ante el árbol de Navidad alemán y sus velas radiantes» (Fawcett, 1895, p. 122).
La Navidad en la familia real de la reina Victoria era celebrada siguiendo la tradición alemana inculcada por el príncipe Alberto a su familia. Cada miembro de la familia tenía su árbol de Navidad, en este caso abetos, procedentes de Coburgo, decorados con velas, dulces y pasteles decorativos colgados con cintas, y cadenas de papel, dejando los regalos debajo de ellos (Weintraub, 1997, p. 114). El interés por esta tradición germánica se acrecentó cuando las publicaciones de los periódicos Illustrated London News, Cassell’s Magazine y The Graphic, que describían los árboles de Navidad de la realeza desde 1845 hasta finales de la década de 1850,
En diciembre de 1845, la Sociedad Misionera de Londres incluyó como elemento central de su fiesta un árbol de Navidad alemán. El Illustrated London News explicó a sus lectores que era un árbol de Navidad: «en casi todas las familias, se coloca esta agradable figura, que tiene la apariencia de un árbol en crecimiento, cargado con una profusión de frutas y flores; y, sobre sus ramas, los diferentes miembros de la familia cuelgan los pequeños regalos que tienen pensado para sus seres queridos; y, al exhibir el árbol, los donantes reclaman los regalos y los entregan, con cumplidos, a sus amigos» (Illustrated London News, 1845, p. 230). Dos años después, en 1847, el propio Illustrated London News publicóvolumen titulado La Nochebuena alemana, explicando a sus lectores cómo hacer un árbol de Navidad paso a paso. Un año después, en diciembre del año 1848, en el suplemento de Navidad de Illustrated London News, se mostraba en un grabado a la familia real: la reina Victoria y el príncipe Alberto, reunidos alrededor del árbol con sus seis hijos y la madre de la reina, Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld, en el Castillo de Windsor (figura 1). De las ramas colgaban elegantes cestas y bomboneras para dulces variados, pan de jengibre dorado, huevos rellenos de dulces y cintas de varios colores.
Esta ilustración creó tanta expectación y popularidad entre la sociedad británica, que, a partir de ese momento, la tradición de colocar un árbol de Navidad con decoraciones navideñas realizadas a mano se extendió a todas las casas. Asimismo, en las fiestas para los niños más desfavorecidos, realizadas en diciembre, se les colocaban árboles de Navidad con regalos que podían escoger. El príncipe Alberto también envió numerosos árboles de Navidad a colegios, o cuarteles de ejércitos, para los soldados que no pudieran pasar las fiestas con sus familias. Esta tradición navideña se extendió rápidamente no solo dentro de la sociedad británica, sino en los Estados Unidos y Canadá, debido a la popularidad de la reina Victoria. Por el contrario, en los países mediterráneos no tuvieron tanto interés en esta tradición navideña germánica. Las costumbres de la reina Victoria eran seguidas con fiel interés por la sociedad británica. Los primeros anuncios de adornos para árboles aparecieron en 1853, mientras que, a comienzos de 1860 (figura 2), comenzaron a incluirse nuevas innovaciones como colocar los regalos debajo del árbol, en vez de colgarlos de las ramas; o tener árboles más grandes que decoraba toda la familia, en vez de otro más pequeños encima de una mesa que cada persona decoraba individualmente.
Entre las décadas de 1880 y 1890, el árbol de Navidad había conquistado el país, adoptándose no solo por la nobleza sino por la gente común. A finales del siglo XIX, las decoraciones navideñas de los árboles de Navidad eran una mezcolanza de diferentes y variadas decoraciones, colgando de las ramas todo lo que se pudiera decorar, al contrario que a principios de este siglo, en los que primaba el estilo, los colores y las formas delicadas. Gracias a que las decoraciones y la artesanía acrecentaron su popularidad, tener un árbol de Navidad se convirtió en un símbolo de estatus, debido a que las familias más adineradas podían permitirse tener árboles de Navidad grandes que ocupaban una habitación entera. Incluso a comienzos de 1900, los árboles de Navidad con temáticas orientales o egipcias se hicieron muy populares en Inglaterra. No obstante, con la muerte de la reina Victoria en 1901, Gran Bretaña entró en luto y también sus hermosos árboles (Hewitt, 2007, pp. 14-18).
En conclusión, el árbol de Navidad actual es producto de la evolución progresiva de una tradición germánica, llevada a la corte británica a principios del siglo XIX, por la nobleza extranjera. La añoranza de sus costumbres, y el deseo de mostrárselas a sus hijos y súbditos, fueron el origen de su difusión. La aparición del árbol de Navidad tuvo una gran trascendencia en las fiestas familiares, creando un ambiente de esperanza y festividad, por un año que acaba y otro de comienza, con nuevas oportunidades.
Bibliografía
Fawcett, M. G. (1895). Life of Her Majesty Queen Victoria. Roberts Brothers.
Hewitt, J. (2007). The Christmas Tree. Lulu Distribution.
Hubert, M. (1999). The Great British Christmas. Sutton Publishing.
Reina Victoria. (1912). The Girlhood of Queen Victoria: A Selection from Her Majesty’s Diaries between the Years 1832 and 1840. Volume 1. Albemarle Street.
Watkins, J. (1819). Memoirs of Her Most Excellent Majesty Sophia-Charlotte, Queen of Great Britain: From Authentic Documents. Henry Colburn. Weintraub, S. (1997). Uncrowned King: The Life of Prince Albert. Free Press.